La victoria de la Unión Soviética y los Aliados sobre la Alemania nazi en la Segunda Guerra Mundial se alcanzó el nueve de mayo de 1945. Desde entonces este día se denomina el Día de la Victoria y es una jornada festiva en Rusia . Autor: Tomado de Internet Publicado: 09/05/2019 | 07:11 pm
El 2 de mayo de 1945, tropas de los mariscales soviéticos Georgi Zhúkov e Iván Kónev, aniquilaron al despavorido enemigo en Berlín y se apoderaron de la capital de Alemania.
¡Con sábanas blancas puestas sobre palos desfilaron ante el Ejército Rojo los parlamentarios alemanes! El fascismo fue derrotado militarmente, aunque el reaccionario filósofo Federico Nietzche, había proclamado: «No se puede dar el poder a las masas ciegas, incapaces de pensar». Y Adolfo Hitler en su autobiografía Mein Kamp, (Mi vida), incluyó la sentencia de Goebbels: «No hay que liquidar la desigualdad entre los hombres, al contrario, hay que ahondarla».
El general de artillería Helmuth Weidling (nombrado por el Führer comandante de la defensa de la ciudad) capituló: 70 000 «fritz» de todas las edades depusieron las armas. La rendición de Weidling fue el 2 de mayo, a las 15 horas, dos días después del suicidio de Hitler junto a Eva Braun, ocurrido el 30 de abril de 1945. ¡Si no se hubiera rendido, igualmente todo hubiera terminado!
En Berlín los guardias alemanes se entregaron en masa, temblorosos. Los soviéticos, con sus bayonetas, redujeron a ruina la teoría de las razas, el mito de los políticos salvajes y de los campos de concentración. La luz de la victoria desenmascaró todas las leyendas. Y se acabó también el delicado cuento del «Berlín inaccesible».
El acta de capitulación oficial se firma en Karlshorst, uno de los arrabales berlineses. La suscribieron incondicionalmente las fuerzas armadas alemanas. No obstante esa firma del día 2, el mando de la URSS dudó si los nazis cumplirían su palabra, pues en el caso de los anteriores compromisos internacionales, violaron su promesa.
El 9 de mayo, en el Estado Mayor Central del Ejército Rojo, y en su Cuartel General, se recibieron partes de que las tropas alemanas deponían las armas por doquier, y se entregaban. Por eso precisamente esa fecha fue declarada como el Día de la Victoria, fiesta nacional. Desde el Kremlin, a las 21 horas, se declaró al pueblo soviético el fin del imperialismo fascista.
Como es imposible resumir esos días en unas pocas cuartillas, incluimos un fragmento del informe del Comandante de la Guardia soviética y jefe de una pequeña sección de tanques del Ejército Rojo: «Atravesamos el río Neise. Dejamos atrás la infantería. Combatimos en cuatro aldeas. Destrozamos cuatro tanques alemanes. Pérdidas no hemos tenido. Avanzamos 30 kilómetros en ininterrumpido combate. Nuestros tanques aplastaron junto a la carretera dos baterías antitanques del enemigo, destruyeron un convoy, ametrallaron una de las unidades alemanas. Los «fritz» sobrevivientes huyeron por el bosque. No hay tiempo para atraparlos. ¿Pérdidas? Rota la oruga del tanque del oficial Siguín.
«Dice que la arreglará y nos alcanzará (…) avanzamos otros 30 kilómetros. Caímos sobre tanquistas alemanes que estaban descansando en el bosque. Atacamos. Destrozamos tres tanques y dos cañones. Dos tanques escaparon. No importa, los alcanzaremos. Siguín no ha llegado. Avanzamos otros 40 kilómetros. Durante el día mantuvimos seis combates. Nos apoderamos de una sección de artillería con sus convoyes, muchos carros. Siguín logró alcanzarnos. Avanzamos diez kilómetros, pero… ¡qué diez kilómetros! Estamos junto a Berlín. ¡Al fin! ¡Cuánto tiempo soñábamos con ellos! Tomamos una partida de prisioneros. Combatimos en las calles. ¡Estamos en Berlín! ¡Cuánto me alegra informar de esto lo más rápido posible a los míos! (…)». Así cayó el fascismo.
Fuente: El Estado Mayor Central durante la guerra, Serguei M. Shtemenko, Editorial Progreso, Moscú, 1963 y archivo del autor.