La defensa de la paz latinoamericana y caribeña es una de las preocupaciones latentes en las palabras de muchos de los oradores en la 4ta. Conferencia Internacional Por el equilibrio del mundo, en tanto el encuentro analiza las principales amenazas que se ciernen sobre el planeta.
Con Venezuela víctima de la agresión yanqui traducida en un mal escondido golpe de Estado que tiene autoría en Washington, y Colombia en peligro de perder sus procesos para la paz con las guerrillas, América Latina y el Caribe sigue siendo el foco de atención de estudiosos, políticos y activistas sociales.
No esconde sus inquietudes una periodista de larga experiencia en el seguimiento y análisis del contexto regional como la argentina Stella Calloni, quien ha dado cobertura a los procesos de paz en Centroamérica desde Esquipulas y el desarme de la contra nicaragüense hasta la incorporación a la vida civil del FMLN y la URNG en El Salvador y Guatemala, respectivamente, pasando por el frustrado proceso de San Vicente del Caguán en Colombia.
«Han venido para destruir todo proceso de unidad e integración», dice en alusión a las fuerzas imperiales y la región cuando esta reportera inquiere sobre su mirada del asunto.
«Estamos en el mismo punto donde empezamos al final del siglo XX y principios del XXI», asevera al recordar la dependencia de la mayoría de los países latinoamericanos y caribeños de esos poderes. Vienen por nosotros para que no dejemos de ser el patio trasero, e incorporarnos como tal a sus necesidades estratégicas en todos los aspectos (…) Quieren volver a recolonizar al continente latinoamericano».
Interrogada en ese contexto sobre el papel de Colombia y la consecución de la paz con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), Stella recuerda la perniciosa vigencia del estadounidense Plan Colombia, «que nunca fue destinado a salvar a ese pueblo, sino a fortalecer el fundamentalismo guerrerista»; y alerta sobre el peligro de que florezcan allí y en otros sitios lo que ella identifica como «atentados de falsa bandera» para «forzar cualquier cosa que no lleve a la paz».
El aviso se relaciona sobre todo con el proceso negociador entre el Estado colombiano y el ELN, roto por el Gobierno desde el repudiado atentado en Bogotá a una escuela de la Policía que dejó una veintena de muertos, y del cual se responsabilizaron fuerzas de ese movimiento insurgente.
—Usted, que ha estado al tanto de tantos procesos negociadores, ¿qué peligros cree que pudiera entrañar el hecho de que no se cumpla con los Protocolos establecidos al inicio de esa negociación para el caso de su ruptura?
—Es gravísimo. Estuve en el proceso de paz con las FARC-EP en San Vicente del Caguán durante el mandato de Andrés Pastrana, en los inicios de los años 2000. He estado luego siguiendo el proceso negociador que se hizo en La Habana hasta su firma, y cuyos postulados no ha cumplido el Gobierno: todos los días hay un asesinato de líderes sindicales; nunca ha dejado de haberlos porque no se retiró el paramilitarismo de Colombia. Sin embargo, las otrora FARC han cumplido con todo… Y el pueblo colombiano espera la paz definitivamente: ha sido ese el país donde más muertos ha habido en América Latina desde principios del siglo XX y lo que va en el XXI, solo superado por México.
«En el Caguán —recuerda más adelante—, no se pudo llegar a acuerdos; siempre han obstaculizado —dice en alusión al Imperio— todo proceso de paz. Si el que terminó en la firma de los Acuerdos con las FARC no se hubiera hecho en Cuba, tampoco se hubiera llegado hasta donde se llegó.
—¿Qué podría significar que Cuba incumpliera ahora con los Protocolos suscritos al inicio de la negociación con el ELN y, contra lo establecido, accediera a lo que el Gobierno colombiano llama «la entrega» de los negociadores que están en la Isla para esas conversaciones?
—No puede. No se puede. Se eliminaría la única posibilidad de paz que estamos teniendo en las manos ya. Y se está tratando de forzar a Cuba para crear un clima que alimente la guerra de baja intensidad, de cuarta generación —como quiero que se le llame—, que está sobre nosotros, los latinoamericanos. A Cuba la quieren meter en algo que no puede.
Todo está previsto
En ese sentido se manifiesta el también periodista y escritor Ignacio Ramonet, quien recuerda que la diplomacia y las convenciones «tienen reglas muy estrictas».
«Para que un país sea mediador, y sede de unas negociaciones de paz, hace falta establecer un protocolo: este contempla las diferentes posibilidades de los encuentros; el tipo de garantías que se va a dar, y que todas las partes firman y de las cuales son garantes.
«Todo lo que ocurre luego con estas conversaciones está previsto por ese protocolo. No se puede, de repente, acusar a uno de los países que son padrinos, no se puede señalar al país que sirve de sitio para hablar de ser parte en favor de una u otra de las partes.
«La diplomacia tiene unas reglas muy estrictas. Y por consiguiente, ahora, después de un atentado horrible, un crimen que las autoridades cubanas han denunciado de la manera más categórica, no se puede pretender que Cuba entregue al Gobierno colombiano unas personas que están aquí bajo la protección de convenciones diplomáticas establecidas entre todos.»
Recuerda que los protocolos suscritos prevén el transcurso de 15 días antes de la salida de los negociadores de la sede, una vez roto el proceso.
Y apunta: «Las reglas del juego no se pueden violar».