Elliot Abrams (a la izquierda) fue recientemente nombrado como enviado especial para Venezuela. Autor: AP Publicado: 27/01/2019 | 01:37 am
La región se asemeja a una gran pradera en tiempos de sequía. Una chispa pudiera generar un incontrolable incendio que dañaría los intereses nacionales de todos. Así lo expresó el General de Ejército Raúl Castro el Primero de Enero desde Santiago de Cuba, y esta fue la advertencia de la embajadora cubana Anayansi Rodríguez ante el Consejo de Seguridad de la ONU que este sábado 26 debatió, por exigencia de Estados Unidos, la situación en la República Bolivariana de Venezuela, donde Washington ordenó y tiene en desarrollo una intentona de golpe de Estado, aupando a un desconocido Guaidó al que le han dado el título de «interino».
No habría una descripción mejor de lo que pudiera suceder si los cuatreros de la Casa Blanca —Donald Trump, Mike Pence, Mike Pompeo y John Bolton— mantienen su pretensión de «cambio de régimen», descaradamente puesto sobre la mesa con órdenes dadas en mensajes de Twitter, declaraciones a la prensa, discursos en la Organización de Estados Americanos y ahora en el Consejo de Seguridad de la ONU, en los mandatos o presiones a otros Estados —bajo la figura de políticas coordinadas —y en una feroz campaña mediática que le acompaña.
Para justificar el crimen que están cometiendo, llevados por la prepotente posición que asumen de amos hegemónicos —violación de la soberanía de una nación, de sus propias leyes y del Derecho Internacional—, solo les cabe la mentira. Y la ciega ambición que los mueve de fuerte «olor» a petróleo, coltan, oro, y otras riquezas venezolanas, los lleva también a la pretensión de lograr dos víctimas con un solo disparo. Cuba es la otra nación independiente en su mirilla.
El canciller cubano Bruno Rodríguez Parrilla, lo denunciaba en su cuenta en Twitter: «Secretario de Estado de #EEUU acudió al Consejo de Seguridad de @ONU_es a vender golpe de estado contra #Venezuela sobre base de acusaciones infundadas, datos falsos y enmascaramiento del papel de su Gobierno en orquestar ese asalto a la paz regional».
Nuestro presidente Miguel Díaz-Canel, en esa misma red social, hacía un pronóstico certero para las ignominias: «Acusaciones totalmente injerencistas, prepotentes, calumniosas y soberbias que se estrellarán ante la decisión de los pueblos que nunca renunciarán a su independencia y soberanía», tal y como también lo expresó el Canciller: «Rechazo categóricamente acusaciones calumniosas contra #Cuba del Secretario de Estado #EEUU en el Consejo de Seguridad de @ONU_es. Su asalto a la constitucionalidad de #Venezuela, orquestado desde Washington, fracasará a pesar de las mentiras».
«Las amenazas nos ponen en alerta, pero no pueden detenernos», subrayaba el Presidente cubano.
A Washington, que solo quiere como vecinos cercanos o lejanos a Gobiernos serviles, le molesta como siempre la invariable solidaridad y cooperación de Cuba con otros pueblos y Gobiernos, mucho más con la Revolución Bolivariana y chavista, a la que le debemos total lealtad latinoamericana, como lo establece la Proclama de América Latina y el Caribe como Zona de Paz, firmada por los Jefes de Estado y Gobierno, en la 2da. Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, en enero de 2014, una entidad regional que desconoce al imperio y a la cual también quieren quebrar mediante la labor de zapa de Gobiernos adláteres de la fechoría puesta en práctica, como el llamado Grupo de Lima.
La infamia sobrepasó los límites en el discurso de Pompeo en el Consejo de Seguridad de la ONU —ya fracasado en la reunión convocada hace un par de días en la OEA, donde no pudieron alcanzar la mayoría de 22 Estados que le permitiera «legalizar» a su nuevo y desconocido hasta ahora fantoche.
«Ningún régimen ha hecho más para sostener la condición de pesadilla del pueblo venezolano que el régimen en La Habana (…) y los matones de seguridad e inteligencia cubanos», dijo Pompeo para tratar de convencer y lograr el visto bueno para el usurpador que responde a su diseño y financiamiento.
Un nuevo fracaso envolvía a Pompeo a pesar del acompañamiento de Portugal, España, Francia, Alemania y el Reino Unido. No se produjo la deseada condena.
Rusia definió que la convocatoria al ente de la comunidad internacional era «un quebrantamiento del Derecho Internacional» y un intento de «orquestar un golpe de Estado», reiterando así denuncias anteriores de sus más altas autoridades. China también desestimó la pretensión estadounidense cuando dijo que la situación en Venezuela «no constituye una amenaza a la paz y seguridad internacionales».
Quien conoce de sobra la política de fomentar Gobiernos lacayos, incluso de rapaces dictaduras y de criminales operaciones como el Plan Cóndor, por citar solo uno de sus planes genocidas, debiera cerrar la boca para siempre, cuando intenta endilgarle a otros lo que no solo acostumbra a hacer.
Cuba nunca ha aspirado a tener satélites ni colonias —no es un imperio—, ni la soberana, bravía e independiente Venezuela —cuna de la lucha por la libertad de un continente— sabe de sometimiento.
Pero, las falsedades expresadas por Pompeo y Elliot Abrams —recién nombrado enviado para Venezuela— ya estaban puestas en blanco y negro y llenaban el ciberespacio a través de medios de comunicación. Ahí se inserta el editorial del diario The Wall Street Journal.
Sin embargo, podemos hacer un paréntesis necesario antes de entrar en los pronunciamientos del libelo que responde al poder económico mundial. Elliot Abrams merece, aunque sea brevemente, que se le reconozca su trabajo de tanto denuedo para los presidentes Ronald Reagan, George H. W. Bush y George W. Bush (el hijo). Abrams fue condenado por el escándalo Irán-Contra mientras servía a Reagan, la escabrosa y criminal operación de apoyo a la Contra en Nicaragua, apoyó a los militares salvadoreños que ensangrentaron esas naciones centroamericanas con innombrables abusos a los derechos humanos y respaldó los escuadrones de la muerte en Honduras y Guatemala. Abrams fue indultado por George H. W. Bush. Ahora trae de nuevo a la región su «vasta experiencia».
Cuando Pompeo presentó el viernes a este experto en políticas intervencionistas y desde hace mas de 35 años cercano amigo y aliado político del asesor de seguridad nacional John Bolton, dijo: «Elliot Abrams se suma para liderar nuestros esfuerzos sobre Venezuela. Su trabajo crítico se iniciará de inmediato. Mañana viajará conmigo al Consejo de Seguridad de la ONU, donde Estados Unidos convocó a una reunión que estaba pendiente para instar a otras naciones a apoyar la transición democrática de Venezuela».
¿Qué pinta The Wall Street Journal (WSJ)? Pues darle resonancia a la mentira con ropaje de «libertad de prensa» y sentar en el banquillo a Rusia y a Cuba. Asegurar que crece el apoyo internacional al desconocido Juan, cuando esto no es así y lo demuestran las infructuosas acciones de la OEA y en el Consejo de Seguridad de la ONU, pero sobre todo «sugerir» también las órdenes del Washington trumpiano: un levantamiento militar, y para ese intento escriben una novela de inteligencia y contrainteligencia para ingenuos o malintencionados, donde le dan el papel protagónico a Cuba —nada nuevo en el baúl de las invenciones en que nuestros cooperantes y colaboradores de las misiones médicas, deportivas, de la cultura y la enseñanza son presentados como militares y espías.
En qué se diferencia el diario de las falacias y amenazas procedentes del Departamento de Estado cuando escribió: «Las naciones que quieran apostar por Venezuela deberían centrarse tanto en La Habana como en Caracas. Si los países civilizados quieren acabar con la migración en masa de los venezolanos, tienen que convencer al régimen cubano para que se retire. Eso significa llegar a La Habana con una presión diplomática, así como con sanciones tales como restricciones de viaje y cuentas bancarias congeladas».
¿O acaso esto no lo escribió la junta editorial del WSJ y pudiéramos afirmar que fue trabajo sucio de un funcionario de la diplomacia intervencionista estadounidense? No es Cuba, señores «periodistas» quien pretende expandir «más caos en las Américas», ni quien determina cuáles Gobiernos son o no democráticos.
El belicoso editorial se quita todo enmascaramiento cuando dice de manera amenazante y conminatoria: «Los EE. UU. deben dejar claro que si el Sr. Maduro o sus paramilitares actúan contra los estadounidenses, la Administración responsabilizará a Cuba. Ahora que los venezolanos están arriesgando sus vidas por la democracia, las naciones libres les deben apoyo».
La falta de escrúpulos de los cuatreros de la Casa Blanca y del WSJ queda en evidencia. Mike Pompeo se fue de la reunión de la ONU que él mismo convocó. La mentira tiene patas cortas, señores.