Bolsonaro Autor: Ramses Publicado: 05/01/2019 | 10:54 pm
Bolsonaro de verdad se cree que es el Mesías, nombre bíblico que adoptó tras su bautismo evangelista en las aguas de un Jordán que, sin embargo, arrastrarán a muchos brasileños; las turbias que también arremolina sobre naciones vecinas, compulsado por un Donald Trump que se cree el mismísimo Dios.
Tres sucesos acaecidos en Brasil luego de su asunción el pasado día 1ro., bastan para constatar que este Jair «Mesías» Bolsonaro gesta un Armagedón, agazapado tras la falsa y reiterada aseveración de que quiere «desideologizar» al país. En verdad, solo lo empuja hacia otra ideología, una doctrina intransigente y hasta criminal que muchos identifican como fascista.
El hecho aparentemente trivial pero más elocuente, aun para quien no esté interesado en la política, fue la exclamación de su ministra de Mujer, Familia, y también de Derechos Humanos, Damares Alves, quien, en gesto exaltado y tan eufórico que causó escándalo en las redes sociales, proclamó el día de la toma de posesión que en Brasil se ha iniciado una «nueva era»: «El niño viste de azul y la niña viste de rosa».
La aseveración parece inocua, pero lleva toda una carga de ultraconservadurismo que anuncia un siglo de retroceso social con la pérdida de las conquistas de las mujeres, como lo evidencia ya el propio hecho de que ella sea una de las escasas dos féminas que integra el nuevo gabinete, reducido a 22 carteras… siete de ellas ocupadas por militares, como Bolsonaro, y todos blancos.
Más lo que diga esta pastora evangélica no sería problema si no estuviera retratando lo que se ha fijado en la ley. Medios brasileños han dado cuenta de la publicación del Decreto 730/19, según el cual quedaron excluidas del organigrama estatal las dependencias a cargo de la política orientada a la comunidad LGTB; y también estipula que ese sector poblacional no debe figurar como sujeto de protección de los derechos humanos en ninguna otra instancia estatal.
Ellas encerradas en el castillo pues, dice, son «princesas»; ellos a matar dragones porque son «príncipes». ¿Y los demás?
El otro suceso tiene que ver más con lo económico, que es el área donde se ve, a fin de cuentas, cuál será el rumbo que emprenderá ahora el país. Pugnando en materia de despojo con la decisión de traspasar al Estado las demarcaciones de tierra donde los indígenas conservan sus costumbres y la propia Naturaleza, el paso anunciado por el mandatario de realizar «concesiones de ferrocarril, 12 aeropuertos y cuatro terminales portuarias» para obtener 7 000 millones de reales, es considerado por diarios como El País, un adelanto todavía tímido de la forma en que el Presidente va a vender Brasil a las transnacionales, y despojar al Estado de casi todo. Porque también, con seguridad, concederá las tierras al poder transnacional.
Los planes del ya exmandatario Michel Temer contemplaban privatizar 75 infraestructuras, según recordó el propio diario. Debe esperarse entonces que Bolsonaro, conducido por su ministro de Economía, el Chicago boy Paulo Guedes, vaya por más, de acuerdo con el conocido librito ultraliberal de recuperar el crecimiento… deshaciendo al Estado de todo. Privatización y recorte del gasto público, esa es la letra chica de este mandato.
La tercera postura que fija rumbo tiene que ver con el contexto regional, y hace pensar cuánto el voto popular —quién sabe qué por ciento engañado— va a influir en las relaciones regionales, de algún modo prefijadas por un electorado en el que hubo muchos incautos que decidieron en octubre.
Ante el silencio concesivo del nombrado canciller Ernesto Araújo, su par estadounidense, Mike Pompeo, aseveró hace tres días que ambos países conforman un «foro permanente» que actuará contra los Gobiernos bolivarianos, en referencia a Venezuela, Nicaragua y Cuba.
Ello compromete a Brasil en la cruzada proyanqui que ha abrazado de rodillas el titular de la OEA, Luis Almagro y que este le ha endilgado al llamado Grupo de Lima, y deja ver para América Latina un futuro tenso, durante el cual Washington tendrá como aliado al gigante conosureño para pretender mellar nuestra unidad, y que rindan mejores frutos sus esfuerzos intervencionistas.
Otros adelantos
Hay más avances, muy frescos, de lo que la irrupción de Bolsonaro puede traer a la región; como puede verse, por ejemplo, en su reiterada disposición a permitir la presencia de una base militar de Estados Unidos en territorio brasileño.
No sería un regalito para que Washington tenga más a mano las riquezas naturales de esa nación, sobre todo el agua y la biota de la Amazonia, y mucho menos se trata de un hecho aislado.
En una entrevista a la cadena SBT, Bolsonaro ha dicho que «de momento» su aproximación a EE. UU. «es económica» —una flagrante mentira—, pero «también puede ser bélica».
Esta fiebre supuestamente desideologizadora del Presidente mientras se ciñe a la filosofía egoísta, prepotente y hasta dictatorial de la Casa Blanca podría, incluso, estar haciendo delirar a algunos de sus funcionarios. O dejándolos pecar en su hipotética ignorancia, como le ha ocurrido al gobernador de Río de Janeiro, Wilson Witzel, quien ha dicho que los narcotraficantes deben ser considerados y tratados como terroristas, y que estos debían ser trasladados a una cárcel como el campo de concentración ilegal que Estados Unidos tiene en el usurpado territorio cubano de Guantánamo.
«Necesitamos tener nuestro Guantánamo», señaló. Y una se pregunta: «Pero, ¡qué dice?!».
El gobernador fue electo en octubre y otras posiciones reaccionarias suyas han sido mal vistas por instituciones como Amnistía Internacional, que ha calificado su criterio de que «el bandido que tenga un arma en la mano, debe morir», como una «afrenta a la legislación brasileña y a la legislación internacional».
Esa es la claque que «sube» a los primeros planos de la política brasileña con Jair Bolsonaro.
Mientras, están en peligro real las masas desposeídas engañadas con la propalada imagen de que este era un político llegado desde fuera del depredado sistema institucional, y que iban a estar mejor con él.
Ellos, los de las favelas, los homosexuales, los indígenas, las mujeres, los negros, serán los primeros que paguen este inmenso paso atrás que es su llegada a la presidencia. Ellos, y quién sabe cuántos más.
Lapidar al oponente
Precisamente, otra de las medidas anunciadas en estos primeros días de nuevo Gobierno en Brasil ha sido el despido de cientos de empleados públicos «sospechosos» parece, por provenir de los Gobiernos del Partido de los Trabajadores (PT).
La óptica, y la práctica, no pueden ser más avasalladoras. Como si hubiera llegado a Planalto la política de tierra arrasada.
En la misma cuerda de «acabar con la ideología» en el Gobierno, Onyx Lorenzoni, un hombre identificado en internet como político, médico veterinario, empresario, exdiputado y ministro jefe de la Casa Civil nombrado por el mandatario, ha dicho en una reunión del gabinete que se despedirá a quienes ocupen cargos de confianza contratados por sus antecesores. De hecho, ya él dejó sin trabajo a 320. Se trata, ha dicho, de «despetizar» (se refiere al PT) a Brasil.
Ello recuerda las atinadas reflexiones del intelectual boliviano Juan Ramón Quintana, del MAS, quien alertaba hace unos días en La Habana, al comentar sobre la ofensiva —«sin precedentes», dijo— que implementa el imperio en los últimos tiempos en América Latina, con una proyección militar en la cual la fórmula Bolsonaro funge como pieza perfecta.
«Se busca la lapidación de la democracia; la eliminación del oponente», advirtió.
Más amenazas
No son estos los únicos vientos fuertes que soplan desde la investidura presidencial. Como había anunciado en su campaña, Bolsonaro ejecutó ya una recomposición de los ministerios, recortó algunos y dio a otros inmensos poderes, en tanto ha dado toda la potestad al poder ejecutivo sobre los movimientos sociales, que podrían sufrir en lo adelante cualquier represión.
Entre los tres decretos y medidas con fuerza de ley que el mandatario aprobó el primer día de su mandato se encuentra el que cambia la estructura institucional brasileña con la desaparición, de un plumazo suyo, de carteras tan importantes para el ciudadano común como las de Trabajo, Seguridad Pública y Cultura, entre otras, con lo cual sabemos cuánto le interesa en verdad el bienestar de las personas.
Quizá una de las disposiciones más amenazantes sea el artículo 5 de la Medida Provisional (MP 5), el cual otorga a la Secretaría de Gobierno la facultad de «supervisar, coordinar, monitorear y acompañar las actividades y las acciones de los organismos internacionales y de las organizaciones no gubernamentales en el territorio nacional», con lo cual la sociedad civil queda a merced de lo que el poder ejecutivo piense y ordene.
Lejos de purificar, asusta el Jordán de este falso Mesías, que ha abierto una etapa de lamentable retroceso más allá de Brasil.