Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

¿Informantes pagados en la caravana de inmigrantes?

Tropas con órdenes de usar la fuerza e infames trabajos de inteligencia para imponer la xenófoba obsesión de Donald Trump

 

Autor:

Juana Carrasco Martín

Las artimañas llevan hasta el fondo del pozo. Donald Trump no quiere inmigrantes y ha dispuesto de todo para impedir que la caravana de centroamericanos traspase la frontera que ha militarizado. Amenazó incluso con dispararles si una sola piedra era lanzada desde el lado sur… y los acusó de «invasión» para justificar la declaración de «emergencia nacional».

El domingo 25, cuando un grupo intentó pasar, fueron lanzados gases lacrimógenos por las tropas estadounidenses hacia el territorio mexicano. Así van las cosas.

Su animadversión hacia estos hombres y mujeres que van en pos de una supuesta vida mejor, que huyen de la pobreza y de la violencia en sus países —no lo dude, provocada por siglos de explotación y en la cual las transnacionales y las malas prácticas comerciales de los norteños poderosos de la economía están presentes junto a la rapiña estadounidense—, provoca cualquiera acción para detenerlos. Incluso comprar a débiles infiltrar a agentes.

Dos funcionarios del Departamento de Seguridad Nacional (DHS) —que supongo pidieron no ser identificados— revelaron a la cadena NBC News que la administración trumpiana ha estado pagando a informantes encubiertos en esa tropa de necesitados que marcha decidida.

El objetivo es recoger información y, además de la labor de inteligencia entre los marchistas, monitorear los mensajes compartidos por quienes participan en  esa muchedumbre. La aplicación WhatsApp les sirve para ese propósito y otra vez la tecnología más avanzada de la comunicación muestra el lado tenebroso de sus posibilidades.

Las técnicas de inteligencia en el escenario de esta gran marcha las combinan con la recogida en México de información por parte de personal del DHS para conocer — dijo la NBC— el tamaño de la caravana, sus movimientos y  «cualquier amenaza potencial».

The Hill, el portal noticioso de buena parte de lo  que acontece o emana de los centros de poder político de Washington, pidió razones al DHS y, como era de suponer, Katie Waldman, la portavoz de ese Departamento —creado durante la administración de George W. Bush, el hijo, para vigilar, perseguir y reprimir a sus ciudadanos y a los de todo el mundo—, se negó a comentar sobre las «fuentes o métodos» que utilizan para reunir inteligencia sobre los migrantes.

Pero, apuntó The Hill, Waldman dijo que sería «mala praxis de los Estados Unidos ser ignorantes acerca de los migrantes», y precisó: «Tenemos la obligación de asegurarnos de que sabemos que está cruzando nuestras fronteras para protegernos contra las amenazas a la patria y cualquier indicación de lo contrario está mal informada».

Claro como el  agua, solo que está bien turbia y emponzoñada.

Los supuestos resultados de esas pesquisas les sirven para echar leña al fuego de los temores fabricados y de la xenofobia, que garanticen la aprobación de una parte de los estadounidenses a las intolerantes y deshumanizadas políticas migratorias de Trump.

Esas políticas violan incluso las leyes propias, las internacionales y las tradiciones de una nación, precisamente cimentada sobre sucesivas oleadas de migrantes, desde los peregrinos del Mayflower que llegaron precisamente el 21 de noviembre de 1620 a las costas de la región que llamaron Nueva Inglaterra. Eran los puritanos acosados por sus creencias religiosas, que en Europa habían dado lugar a la reforma protestante. Aquel núcleo fundacional de lo que luego sería el actual imperio, también iba entonces tras «la tierra prometida», con el propósito de «crear un piadoso país de justicia y libertad». La historia ha demostrado que Estados Unidos se aleja cada vez más de aquel sueño...

En realidad, el gasto total no será determinado hasta que no se conozca el tamaño y duración del despliegue.

Fabricando la invasión

Noticias de la NBC señalaron que funcionarios del Departamento de Seguridad Nacional dijeron el pasado lunes que su inteligencia les llevó a creer que los migrantes estaban planeando correr hacia la frontera en el puerto de entrada de San Ysidro, cerca de la ciudad de San Diego, por lo que se le solicitó al Control de Aduanas y Fronterizo que cerraran los carriles automovilísticos que llevan a ese paso.

Las acciones de ahora, son la continuación de una línea política fanática, intransigente y racista del presidente. Recordemos que apenas a una semana de entrar en la Casa Blanca anunció la controversial decisión de prohibir la entrada de árabes y musulmanes, tildándolos a todos de «terroristas»; en junio hizo explosión la separación de los niños de sus padres cuando llegaban a la frontera.

Ambas medidas le valieron el enfrentamiento de cortes de justicia en diversas partes del país, por el carácter inconstitucional de sus órdenes.

En septiembre de 2017 levantó buena polvareda la decisión de poner punto final a DACA (Deferred Action for Childhood Arrivals- Acción Diferida para los Llegados en la Infancia), un programa de Barack Obama que protegía de la deportacion a los jóvenes que llegaron a Estados Unidos indocumentados cuando eran menores de edad, especialmente a aquellos con cierto nivel educativo, los llamados dreamers.

En los propósitos anunciados desde su campaña electoral estaba la construcción a todo lo largo de la frontera con México, un muro más extenso, y ha logrado obtener el dinero para esa construcción, pero la legislación que le favorece pudiera ser revertida con una Cámara de Representantes controlada por los demócratas luego de las elecciones de medio tiempo del pasado 6 de noviembre.

El costo de militarizar la frontera

Como si los litigios provocados por estas posiciones migratorias de Trump no fueran pocos, el uso de varios miles de uniformados para asegurar esa frontera sur en los estados de Texas, Arizona y California, ya se estima que costará al presupuesto del Pentágono 210 millones de dólares, si ocupan posiciones hasta el 15 de diciembre, como se anunció preliminarmente.

Según AP, que cita un informe enviado al Congreso, ese total incluye 72 millones para los aproximadamente 5 900 efectivos en servicio activo para apoyar a la protección de aduanas y fronteras, más 138 millones dedicados a los 2 100 guardias nacionales que ejecutan una misión fronteriza paralela desde abril.

La historia de la Associated Press fue confirmada por una declaración del Pentágono, aunque esta no menciona el costo de la Guardia Nacional, y el secretario de Defensa Jim Mattis no ha discutido públicamente ese enorme gasto. Los 72 millones de la «misión» militar dentro de sus propios límites territoriales se desglosan así: 19 millones para el personal, 20 millones en transportación del personal, equipos y habituallamientos, 28 millones de gastos de operación y cinco millones por la concertina de alambres de cuchillas y otras barreras materiales puestas en la frontera.

En realidad, el gasto total no será determinado hasta que no se conozca el tamaño y duración del despliegue.

Aunque algunos críticos de la decisión de Trump consideran que utilizó el tema para obtener mayor apoyo en las urnas para los candidatos republicanos durante las pasadas elecciones del 6 de noviembre, las bravuconadas del mandatario no han cesado, como para demostrar que había algo más que influir en las elecciones con este alarde de «patriotismo».

El jueves 22 de noviembre, Trump  le dio permiso a esas tropas a usar fuerza letal si era necesario en el borde con México y hasta hacer un cierre de esa frontera, mientras que Mattis ya había garantizado exhibir su gran poder a esa fuerza.

También estas amenazantes decisiones del Ejecutivo contra la caravana que ha dicho traen «criminales duros», tuvieron el veto de un juez que bloqueó temporalmente la orden de prohibir las solicitudes de asilo de estos migrantes si entran ilegalmente a Estados Unidos, mientras el permitir el uso de fuerza letal contra ellos fue enfrentado por activistas que dijeron viola la Ley Posse Comitatus de 1878, que establece límites al Gobierno Federal en el uso de militares como fuerzas del orden, aunque según un reporte del Congreso pueden emplearse para «suprimir una insurrección o reforzar la autoridad federal».

Lo mejor es que Trump no ha escuchado ni siquiera a gente en su equipo. Politico Magazine, en un artículo publicado el jueves 22, revelaba el debate producido en la reunion del lunes con su Gabinete, varios asesores de la Casa Blanca y consejeros externos, tanto el jefe de personal John Kelly, como la Secretaria del Departamento de Seguridad Nacional, Kirstjen Nielsen, argumentaron inicialmente contra la orden de Trump a los militares, alegando que iba más allá de sus poderes constitucionales, y fueron enfrentados por el asesor principal de políticas Stephen Miller; Chris Crane, presidente del Consejo Nacional de Inmigración y Control de Aduanas; y Brandon Judd, presidente de la unión de patrulla fronteriza; mientras —al decir de personas informadas sobre el debate, pero no identificadas—, el vicepresidente Mike Pence no tomó una postura sobre el tema.

El martes, agrega Politico, ya Kelly estaba firmando la declaración del Gabinete entregando a los militares la disputada autoridad, y sorprendiendo con ello hasta al mismísimo James Mattis, lo que al decir de la publicación demostraba que la política migratoria de Trump era estructurada por un pequeño grupo de halcones.

Una cosa lleva a la otra en este encadenamiento de sucesos. Por estos días se pone en entredicho la permanencia de Kelly y de Nielsen en sus respectivos cargos ministeriales; es más, Trump le ha dicho a sus íntimos que intenta despedir a la secretaria del DHS a la que considera «débil», y busca cómo…

Ahora bien, las tareas de inteligencia en las filas de la caravana de centroamericanos fue el tema que nos llevó por estos vericuetos de las acciones y pretensiones de la Casa Blanca de Donald Trump y una se pregunta si las tareas de espías y colaboradores entre los marchistas también tendrán eco en territorio mexicano, específicamente con los residentes de Tijuana, a donde ya ha llegado buena parte de los inmigrantes, pues contrario al apoyo recibido por estos durante su paso por la nación latinoamericana, aquí grupos han sido hostiles y repiten, vengonzosamente, las frases imperiales de Trump: «No a la invasión» y «México primero».

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