Una multitud acompañó a Cristina Fernández en el cierre de campaña que tuvo lugar en el estadio Domingo Perón. Falta por ver si esa avalancha se traduce en igual cantidad de votos. Autor: Twitter Publicado: 21/10/2017 | 07:23 pm
Miedos tangibles y otros que no es posible asir, pero planean sobre las personas, preceden a la cita de los argentinos este domingo con las urnas, para elecciones que no decidirán exactamente ni ahora mismo el destino del país, pero dibujarán su futuro mediato.
Entre los temores que se tocan y se sufren están los relacionados con la política económica del presidente Mauricio Macri quien, con su coalición Cambiemos, aspira a obtener en estos comicios legislativos y parciales la mayoría absoluta, que no tiene en la Cámara y en el Senado, y a legitimar su proyecto, cuestionado en la calle por manifestaciones que, sin embargo, todavía no logran unir a las fuerzas populares y sindicales que se le oponen. De la instancia de diputados se renovarán 127 de un total de 257 bancas, en tanto la cámara alta reemplazará a 24 de 72 senadores.
Hay trascendidos según los cuales detrás de esta elección, y sea cual sea el resultado, Macri dictará nuevos aumentos en servicios básicos como el agua y la luz. Esa ha sido la medida reiterada una y otra vez desde que asumió en diciembre de 2015, pues para dictar tales decisiones no precisó de esa mayoría legislativa a la que aspira: o las dictó por decreto, o consiguió el apoyo de parlamentarios opositores.
Pero tampoco este criticado quehacer demostró hace dos meses un rechazo que desde lejos se imaginaría más expedito, habida cuenta de la negativa repercusión que tal desempeño tiene en la gente.
El esperado voto de castigo no fue el que prevaleció en las primarias celebradas el pasado 13 de agosto para elegir a los candidatos que se presentan en los comicios de este domingo.
Los resultados de las llamadas PASO (Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias) —que fue sobre todo un balón de ensayo respecto a lo que ocurrirá ahora— arrojaron para Cambiemos lo que se describió como un triunfo, ante una oposición fragmentada en agrupaciones de centro y de izquierda que conforman un heterogéneo abanico en el que también participa el justicialismo, dueño desde 2015 de la mayoría en ambas cámaras del Congreso y, por tanto, la fuerza política que más tiene que perder este domingo.
Tal atomización, «enriquecida» por el rosario de agrupaciones locales que también participa, pudo ser una de las causas para que Cambiemos obtuviera durante las PASO la mayor cantidad de votos en toda la nación excepto en el llamado gran Buenos Aires donde, por estrecho margen y después de ingentes reclamos de su titular, Cristina Fernández, se verificó el triunfo de la naciente Unidad Ciudadana (UC), una suerte de frente amplio lanzado por la expresidenta con la idea de juntar a todas las fuerzas opuestas al escarnio neoliberal de regreso con Macri.
Sin embargo, aun en ese Buenos Aires donde ella ganó por décimas porcentuales en agosto ante Esteban Bullrich, el peronista y exgobernante FpV (Frente para la Victoria se presentó dividido en dos corrientes con sus respectivos candidatos: Cristina y la UC, y el Frente Justicialista, que postuló a Florencio Randazzo.
No fue poco el rédito que dejó a Fernández esa victoria, pues el llamado Gran Buenos Aires, donde viven extensas masas empobrecidas en las que más mella ha hecho el quehacer de Cambiemos, representa poco más del 30 por ciento del padrón electoral. La exmandataria volverá por el triunfo hoy allí, aunque algunos estudios de opinión y analistas siembran la idea de que perderá.
El resultado sería trascendente, sobre todo, porque no pocos piensan que de los resultados que ella obtenga este domingo dependerá que emerja, con más o menos fuerza, como posible candidata presidencial para el 2019.
Fantasmas no tangibles
Para evitar, precisamente, la consolidación de la bien pensada iniciativa de Fernández —pues la expoliación de los recortes sociales es un denominador común que atañe a muchos sectores y podría ser un gran paraguas que resguarde a millones— la derecha en el Gobierno ha lanzado al vuelo esos fantasmas provistos de sábana blanca que pretenden restarle votos a Unidad Ciudadana.
Los miedos se infunden a cualquier precio.
Y no se trata solo de las causas abiertas contra la exmandataria para cerrarle el paso, si fuese menester metiéndola en la cárcel, y que hicieron presa de ella antes de que la «judicialización de la política» (un término emergido y acuñado por Cristina) fuera moda en América Latina siempre que se quiera quitar del medio a alguien incómodo (y quien no lo crea, puede ver cómo sobrevive Michel Temer en la presidencia de Brasil, a pesar de todo).
A pocos días de las elecciones, la justicia argentina dictó juicio y pena de prisión para el exministro de Planificación de los gobiernos kirchneristas, Julio de Vido, acusado de defraudar al Estado, en tanto era llamado a comparecer el excanciller Héctor Timerman, señalado por «traición a la Patria» en un escándalo fabricado que también involucra a Cristina, y se erige sobre un suceso añejo que toca los sentimientos en Argentina hasta hoy: el atentado de julio de 1994 a la AMIA (la Mutual Israelí-Argentina) que dejó 85 muertos de varias nacionalidades y 300 heridos, y del que se acusó a Irán.
Ahora se imputa a Fernández y a su excanciller por un memorando de entendimiento diseñado con Teherán en 2011, que estipulaba la cooperación iraní mediante el establecimiento de una comisión de la verdad, para investigar los hechos.
La medida nunca entró en vigor pues no fue aprobada por el Parlamento del país persa. Sin embargo, hoy se acusa a Cristina y a Timerman de haber buscado con ese acuerdo la impunidad de los autores.
Y por si fuera poco para sembrar el odio y el pavor en torno a las figuras kirchneristas, extrañas y no bien sustentadas alocuciones de Macri los últimos días anunciaban que «van a terminar presos todos (los que se creen que se puede ser socio del narcotráfico)».
El «¡Uhh!» con que los fantasmas asustan sonó más alto cuando el mandatario advirtió, en uno de los cierres de campaña de su coalición: «Ojo con aquellos que son cómplices de lo que sucedió en la década pasada, que creen que desde la política, el empresariado, el sindicalismo, se puede ser socio del narcotráfico. Van a terminar como los narcos, todos presos, todos presos».
Muertos reales
Otros espectros con sabor a realidad y que duelen han aparecido también a pocos días de esta votación.
Uno es el que se quiere hacer planear sobre los dirigentes sociales y populares para atemorizarlos con el castigo infligido a la líder mapuche Milagro Sala bajo acusaciones judiciales que no acaban de convencer.
Se le había «premiado» con una «casa por cárcel» que la constriñó, sin embargo, a una supuesta vivienda carente de lo elemental para subsistir, y acaba de ser vuelta a llevar a la cárcel hace dos jornadas.
Enferma y sin atención, posiblemente desesperada, Milagro se autoinfligió una herida en un brazo para obligar a la actuación justa de la justicia, y dijo al periodista de Página 12 el viernes en la mañana, desde el penal de Alto Comedero: «Me siento muy impotente, cada día esto se pone peor. ¿Qué quieren ahora, ponerme unas cadenas y hacerme pasear por la plaza?».
El otro fantasma real que sobrevuela Argentina es el del joven Santiago Maldonado, más presente en las conciencias luego de la impactante aparición de un cadáver en el río Chubut que su hermano Sergio reconoció como el suyo.
El suceso está rodeado de interrogantes. La primera será confirmarlo mediante el análisis forense en marcha.
La otra pregunta es si los restos estaban allí desde el 1ro. de agosto, la última vez que se vio a Santiago, precisamente cerca del lugar donde apareció, lugar de la actuación policial contra una protesta mapuche en el Pu Lof Cushamen que él estaba apoyando.
Y la tercera será develar cómo y cuándo murió.
El hallazgo estremeció a la sociedad, solidaria con los familiares y con la propia vida que, de un modo u otro, le fue robada. Pero también ha respondido una nación espeluznada ante la posibilidad del crimen. Hablamos de millones de personas que tienen a flor de piel los desmanes de las dictaduras militares y a los 30 000 jóvenes que esta asesinó.
Por eso, la suspensión de los actos de cierre de campaña fue la única medida posible para los actores electorales, en tanto muchos piensan cómo el acontecimiento influirá en los votantes. Se duda de que el cadáver estuviera desde el principio, pues ya se habían hecho otros rastrillajes sobre el terreno y no apareció.
Resultaría una hecatombe para el oficialismo la posibilidad de que el cuerpo fuera «plantado», haciéndolo flotar en el río después de una muerte extraña.
El futuro político de Argentina apenas se dibuja este domingo ¡y por todas partes afloran los espectros!