Adán Chávez. Autor: Aporrea Publicado: 21/09/2017 | 06:39 pm
La primera vez que lo vi era el embajador de Venezuela en Cuba. Tenía en su despacho una foto de la abuela Rosa Inés, de la que tanto escucharía hablar después en Caracas al propio líder bolivariano, y fue por quien primero conocí pinceladas de la niñez de su hermano Hugo junto a él. Se habían criado a la vera de la abuela, y aquel encuentro fue mi primer acercamiento al ser humano tremendo que desde 1999 cambió los destinos del país.
Luego lo volvería a encontrar, gobernador del estado de Barinas —condición que mantiene hoy—, a poco de las elecciones regionales de noviembre de 2008, que resultarían un aplastante triunfo para las fuerzas chavistas. Su casa era entonces un ir y venir de jóvenes bolivarianos a quienes trataba con cariño y consideración.
Ocho años después, el tiempo y los hechos acaecidos no parecen haber cambiado a Adán Chávez, a quien los bisoños siguen llamando «profe», como he escuchado a algunos cuando se refieren a él.
Acaba de estar de vuelta en Cuba en su calidad de presidente del Centro de Altos Estudios sobre el pensamiento del Presidente eterno de los bolivarianos y, como siempre, se le siente optimista y pletórico de fe en la lucha.
Como es habitual en él accede al diálogo de manera fácil e, incluso, tiene la gentileza de hacer un alto en sus encuentros bilaterales del recién concluido Seminario internacional sobre los desafíos de la Proclama de América Latina y el Caribe como Zona de Paz, para atender a la periodista.
En medio de los avatares que enfrenta la Revolución, sus respuestas podrían resultar sorpresivas; pero Adán Chávez habla con franqueza y convicción.
—¿Cómo calificaría el momento que está viviendo Venezuela hoy?
—Sinceramente, hay que decir que estamos viviendo un buen momento después de la situación que se originó por las elecciones de diciembre pasado, en las que, como sabemos, la derecha venezolana logró una victoria circunstancial en la Asamblea Nacional.
«Inmediatamente nosotros (los bolivarianos) comenzamos a revisar nuestras políticas; a evaluar posibles errores y la reestructuración del PSUV (Partido Socialista Unido de Venezuela), que se sigue realizando. De tal manera que en las últimas concentraciones que hemos realizado ante la arremetida de la derecha —que ha querido desde la Asamblea Nacional dar un golpe de Estado y acabar con la Revolución—, el pueblo ha seguido rectificando. Y con toda sinceridad, se lo digo, estamos viviendo un buen momento en la Revolución Bolivariana.
—¿Dónde cree que están hoy los mayores retos?
—En parte tiene que ver con lo que venía diciendo. Ya hemos adelantado bastante la reestructuración del Partido, la unión de nuestras fuerzas, pero seguimos en el mismo tránsito. No hemos terminado aún de reestructurar nuestra fuerza interna, de consolidar nuestra vanguardia revolucionaria. Seguimos trabajando en ello.
«De la misma manera, en lo que llamamos la gestión de Gobierno estamos afinando todos los planes necesarios, con el apoyo de países hermanos a través de convenios internacionales, para definitivamente poder diversificar nuestra economía, es decir, dejar de depender prácticamente y casi únicamente de la renta petrolera. Estamos implementando ya algunos de estos planes para la producción agrícola, para el desarrollo agroindustrial, la industria en todas sus áreas…»
No soslaya el saldo negativo que la guerra económica instrumentada desde la derecha política y empresarial causa en la ciudadanía.
«En diciembre pasado, en Venezuela no ganó la derecha, ganó la abstención, porque el diez por ciento aproximadamente de una parte del pueblo que siempre había votado por Chávez, ese día, debido a la guerra económica, decidió no ir a votar: pero no es un pueblo de la oposición».
—¿Cómo juega en la estrategia de la denominada Mesa de la Unidad Democrática (MUD), el efecto de la guerra económica y su apuro por el revocatorio?
—Nosotros pensamos que la oposición, realmente, no quiere el referendo revocatorio. Es un disfraz. Es como el cuento del lobo con la piel de oveja. Porque si ellos realmente creyeran en el revocatorio y lo quisieran, hubieran comenzado a hacer las solicitudes desde enero mismo para poder cumplir con todos los lapsos establecidos —porque todo eso está reglamentado— para que ese revocatorio se hubiese realizado este año.
«Están, como decimos en criollo, “empastelando” ellos mismos el proceso. Ya saben que la mayoría del pueblo venezolano no los va a apoyar en ese revocatorio. Una cosa fue lo que sucedió en diciembre pasado, como decíamos, por efecto de la guerra económica. Pero el pueblo ya ha estado rectificando; los confundidos, los que no fueron a votar aquel día, se han dado cuenta de lo que representaría un Gobierno de la derecha fascista venezolana; lo que representaría un golpe de Estado para la Revolución Bolivariana. Lo que significaría que el “hijo de Chávez” (Maduro) salga de la presidencia.
«La mayoría de la gente que no fue a votar, incluso gente que votó por la oposición, se han dado cuenta de lo que significa, de esa arremetida de la derecha intentando acabar con todos los logros de la Revolución. El pueblo en su mayoría no apoya eso, y ellos (los de la oposición) lo saben.
«Por eso digo que el llamado que han estado haciendo al revocatorio es un disfraz. Ellos van a seguir insistiendo en el intento de los hechos violentos y de un golpe de Estado.
«Nosotros hemos ido resolviendo situaciones importantes desde el punto de vista político en la gestión de Gobierno; hemos ido venciendo la guerra económica con todos los planes para diversificar nuestra economía… El Gobierno se sigue fortaleciendo, la fuerza revolucionaria continúa también con mucha fuerza en la calle, de tal manera que no le tememos al revocatorio, no le tememos a ningún proceso electoral ni a ningún golpe de Estado. El pueblo venezolano y nosotros, los que tenemos la responsabilidad de dirigir ese proceso, estamos listos para defender la Revolución en el terreno que sea necesario».
—¿Con la violencia, la oposición pretendería una respuesta gubernamental para llamar a la intervención extranjera?
—Eso es parte del plan. Ellos andan buscando algún enfrentamiento y quisieran hacer caer a alguna de nuestras gentes en provocaciones; quisieran que hubiera aunque sea una persona fallecida en las manifestaciones en las que ellos mismos llaman a la calle: dicen que son “pacíficas”, pero inmediatamente intentan crear lo que llamamos las guarimbas. Andan intentando, dentro de su plan violento, algún enfrentamiento, alguna situación de ese tipo o de cualquier otro que pudiese justificar el llamado a una intervención desde afuera.
…Entonces recordé otra vez a Chávez. A esos él siempre los llamó «pitiyanquis».