BELFAST, Irlanda del Norte, abril 12.— Un atentado contra la sede del servicio de inteligencia británico (MI5), marcó este lunes la transferencia de los poderes de Justicia e Interior a la aún provincia británica de Irlanda del Norte, aunque Londres y Belfast dijeron que no hará descarrilar el proceso de paz.
La explosión del coche-bomba se produjo después de la medianoche, hora de entrada en vigencia de la última etapa del proceso de paz entre católicos independentistas y protestantes probritánicos, tras un acuerdo aprobado en marzo de 2010 por la Asamblea local de poderes compartidos entre ambas comunidades, y que es cuestionado por disidentes nacionalistas.
El denominado «IRA Auténtico», grupo minoritario nacido de una escisión del ya inactivo Ejército Republicano Irlandés (IRA), reivindicó el atentado —que no dejó heridos—, ocurrido en Hollywood, cerca de la capital norirlandesa.
La acción fue condenada por políticos en Irlanda del Norte, así como en Gran Bretaña y la República de Irlanda, los dos países que ayudaron a alcanzar el pacto.
«Lo importante es que la prioridad siga siendo el proceso político», declaró a la BBC el viceprimer ministro norirlandés Martin McGuinness, miembro del partido católico Sinn Fein, que comparte el poder regional con el Partido Unionista Democrático, del primer ministro Peter Robinson.
«La amplia mayoría de la gente en la isla de Irlanda sabe de dónde venimos», agregó McGuinness, en alusión a las tres décadas de violencia, que dejaron unos 3 500 muertos.
La Asamblea regional mantuvo el programa previsto y eligió sin sorpresas a David Ford, miembro del Partido Alianza —que acoge a militantes de ambas comunidades— como nuevo ministro de Justicia. Con el traspaso de estos poderes, Irlanda del Norte se pone al nivel de Escocia, otra de las regiones autónomas del Reino Unido de Gran Bretaña, que regula su policía y la administración de la justicia.
El «IRA Auténtico» es el principal grupo contrario a la paz. En 2009, cuatro de sus miembros fueron culpados por el atentado de Omagh, el más sangriento de la historia del conflicto norirlandés, que cobró 29 vidas en 1998.