En medio de un contexto global de transición histórica, matizada por transformaciones políticas y económicas, impulsada por la Revolución Industrial, la independencia de las 13 Colonias, la Revolución Francesa y la lucha de los pueblos de la América morena, como la llamó Martí, se gestó la independencia dominicana, proclamada el 27 de febrero de 1844, en la Puerta del Conde de Santo Domingo.
A 166 años de esos hechos, la Cátedra Juan Bosch de la Universidad de La Habana organizó este viernes un encuentro donde el embajador dominicano, Juan Manuel Castillo, realizó un breve repaso por las guerras que libró República Dominicana contra los tres grandes imperios de la época: Inglaterra, Francia y España.
Advirtió también que los países del continente no deben conformarse con el nivel de independencia alcanzado porque aún el lastre social domina a los pueblos. «La independencia plena y total tendrá lugar cuando se logre la integración como un solo bloque económico, político y social».
Según Castillo, el presidente dominicano Leonel Fernández es un fiel seguidor de la obra de Juan Bosch. «Ha trazado el camino de la modernización del país, redimensionando nuestro papel en la esfera internacional. Nos ha convertido en una potencia turística, con un flujo de cinco millones de visitantes anuales; y ha seguido el legado del maestro Bosch, defendiendo la soberanía nacional y fortaleciendo la cooperación entre los pueblos».
Consideró injusto y cruel que el pueblo cubano, con indicadores sociales de tanta fortaleza como los de un país del Primer Mundo, continúe bloqueado.
Refiriéndose a la colaboración Sur-Sur, donde Cuba constituye un paradigma, Castillo aseguró que en lo que respecta a la agenda bilateral entre ambos gobiernos, actualmente se trabaja para lograr la firma de un acuerdo comercial, de alcance parcial, que garantice un mayor flujo.
«Estamos a apenas dos horas vía aérea, y cinco vía marítima. Son ventajas que pudieran aprovecharse en beneficio de nuestros pueblos. Para mantener un turismo sustentable abogamos por un acuerdo multidestino con Cuba, partiendo del criterio de que Cuba y República Dominicana representan el principio y el final de la historia colonial en América».