El pueblo boliviano apoya las elecciones de Evo Morales. Autor: ABI Publicado: 21/09/2017 | 04:53 pm
El pueblo ratificó el jueves lo que anuncian desde hace semanas los sondeos y debe confirmarse en las urnas hoy: otro triunfo de Evo Morales y el MAS que permitirá consolidar la refundación en Bolivia.
Una multitudinaria concentración que medios locales calcularon en un millón de personas. acudió desde distintas localidades a su cierre de campaña, en una muestra palpable y colorida de ese 53 por ciento que, según las encuestas, ratificará a Evo en la primera magistratura y a Álvaro García Linera en la vicepresidencia, aunque esos mismos sondeos alerten que el estimado porcentual podría elevarse hasta 60.
Los cálculos son consecuentes si se toma en cuenta que apenas en agosto de 2008, cuando el referendo revocatorio, Evo fue ratificado con el voto abrumador del 67 por ciento del electorado y, en enero de este año, la nueva Constitución —base jurídica de los cambios— se aprobó con el visto bueno del 62 por ciento. Los bolivianos entendieron que la refundación está estampada en ley y asegurada en esa Carta Magna, y ahora parecen convencidos de que Evo y el MAS, sus propiciadores, son también los llamados a ejecutarla.
Pero este reiterado ejercicio del sufragio subraya también la transparencia y el respaldo a un proceso que ha hecho avanzar al país, en solo cuatro años, lo que nunca antes. Más allá de los actos proselitistas, esa es la mejor carta de Evo Morales en este intento por la reelección. Su sostén: la participación del pueblo que lo mandata, y del que volvió a proclamarse servidor durante aquel emotivo y contundente cierre de campaña en El Alto.
Uno de los pasos decisivos fue la nacionalización de los hidrocarburos, adoptada por decreto el primero de mayo de 2006 y primera medida del entonces recién estrenado ejecutivo que despertó, de inmediato, las acciones desestabilizadoras de la oligarquía representada en los prefectos de la llamada Media Luna separatista: una «claque» que ante la debacle de la derecha política se asumió como partido de oposición y está ahora muy venida a menos, pues pronto enseñó su esencia violenta y racista.
Buena parte de los logros que exhibe Bolivia hoy se deben, precisamente, a la recuperación de los recursos naturales y, concretamente, del gas, lo que ubica al país ahora en el derrotero de la industrialización. Los ingresos propiciados por la renegociación de los contratos con las expoliadoras transnacionales permitieron acciones de tanta justicia social como la implementación de la Renta Dignidad —que asegura la pensión vitalicia a la vejez—, y sustentan ese acelerado engrosamiento de las reservas monetarias que incrementaron los fondos de Bolivia de los magros 1 700 millones con que contaba, a 8 000 millones. Observadores apuntan que por primera vez con el MAS se evitó un déficit fiscal que ya era crónico, y constituye tendencia revertida por tres años consecutivos de superávit.
Tales resultados explican el respaldo con que la clase media se va sumando al proyecto del MAS, junto a esas amplias masas desposeídas en las que por primera vez se piensa.
Los éxitos en la economía han ido de la mano con medidas trascendentes como la redistribución de la tierra y medidas que permitieron disminuir la pobreza extrema como la creación de 400 000 nuevos empleos, la elevación casi en un 50 por ciento del salario mínimo, la dotación de agua potable a unas 900 000 personas residentes en lugares apartados, a muchos de los cuales ha llegado también la electricidad… Además, Bolivia se declaró libre de analfabetismo y puso en vigor el programa Yo sí puedo seguir, al que se han integrado más de 52 000 bolivianos adultos luego de concluir la primaria.
El reto está en la asamblea
Claro que ello no se ha logrado sin vencer el saboteo de esa oposición fragmentada cuyo «mejor» exponente en las presidenciales de hoy es Manfred Reyes Villa, ex militar y ex prefecto de Cochabamba revocado por sus mismos paisanos en agosto del año pasado, sobre quien pesa acusación judicial por malos manejos financieros. Se presenta a las urnas acompañado de un reo: el también ex prefecto Leopoldo Fernández, a la espera de juicio por sus responsabilidades en los actos vandálicos contra campesinos e indígenas de su departamento, Pando, sucesos que sobrecogieron al mundo el año pasado. Parece obvio por qué a ese dueto le auguran menos de un 30 por ciento de los sufragios, mientras no llegan al diez las intenciones para el llamado empresario del cemento, Samuel Doria Medina, famoso por su defensa de las privatizaciones y por haber obtenido franquicia para la venta de las hamburguesas Burguer King. Es el tercer mejor puntuado sobre otros cinco candidatos restantes.
Seis departamentos se pronunciarán también este domingo sobre el estatuto autonómico —como lo regula la nueva Constitución, sin los afanes separatistas que animaron a la Media Luna— pero, dándose por segura la reelección de Evo, las mayores expectativas están puestas en la votación por los 166 miembros de la que se llamará Asamblea Legislativa Plurinacional, donde el MAS aspira a conquistar los dos tercios que arrebaten a la derecha ese poder de veto con que, desde el actual Senado, ha entorpecido la gestión para el cambio hasta hoy.
Triunfo que el gobierno exhibe por delante es el hecho inédito de que votarán más de cinco millones de bolivianos, muchos de los cuales ejercerán ese derecho por primera vez y algunos desde el exterior, asentados en ese padrón biométrico constituido en tiempo récord, que quitó a la oposición el último argumento con que, sabedora de su derrota, quiso impedir estas elecciones.