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La xenofobia viene con la crisis, como un cáncer

El académico belga Christian Ghymers ofrece a JR su percepción de la turbulencia económica global y el papel de Europa

Autor:

Luis Luque Álvarez

Christian Ghymers. Foto: Emilio Herrera Con el profesor belga Christian Ghymers, de la Universidad Libre de Bruselas, tengo pendiente una conversación sobre la división de poderes en su país entre valones y flamencos. Esta vez, el tema fue otro, a partir de su participación en el Encuentro Internacional de Economistas, en un panel sobre las lecciones que debe dejar la actual crisis global. Sus opiniones, advierto, pueden contrastar con la realidad que percibimos desde nuestros países, empobrecidos por recetas dictadas desde el Norte.

—Lecciones... ¿Cuáles, profesor?

—Primera cosa: lo mal que nos ha ido con el excesivo dogmatismo hacia lo que aquí se califica como neoliberalismo. Se creyó en la teoría, en la doctrina de que los mercados financieros podían autorregularse y autoestabilizarse, y eso no es verdad. El mundo financiero es fundamentalmente inestable.

«Creo en la regulación, en que el mercado es solo un instrumento. No puede ser una doctrina. Hay leyes del mercado, pero hay que usarlas como se emplea una herramienta. Y luego está la capacidad de la sociedad democrática de elegir qué le conviene más, lo que solo puede hacerse andando a tientas. Nadie conoce la verdad, y no creo en ninguna doctrina económica de antemano.

«O sea: No al dogmatismo. Si optamos por el pragmatismo, encontraremos rápidamente soluciones con buena regulación. Lo que observamos ahora demuestra que nos equivocamos todos, y parte de la responsabilidad viene del dogmatismo neoliberal. Sin duda».

—¿Quién está preparado para afrontar la crisis con menor costo social: Estados Unidos o Europa?

—Hay costos y ventajas en ambos lados. Estados Unidos metió mucho la pata, más que nosotros. Su economía es más flexible, aunque no sé si encuentre salida por algún lado. En el caso nuestro, somos más rígidos, más lentos, pero tenemos una ventaja en la Unión Europea: un sistema de decisión colegiada, es decir, las cosas se hacen de modo más lento, pero cometemos menos errores de fondo. El acuerdo que tiene que haber entre 27 miembros, nos garantiza que no vamos a cometer errores como los de la (pasada) administración Bush.

«Esto es imposible en la UE, que tiene, sin embargo, muchos problemas que resolver, con el envejecimiento demográfico, con la absorción de los Estados del este. Es un costo que hay que soportar, y no es el caso de EE.UU.».

—España aplica un paquete económico, y también Francia, y Alemania, en fin, la UE se blinda. ¿Qué deja para el Sur?

—En la UE tenemos un plan de recuperación económica consensuado por los 27 países. En lo interno en cada país, la competencia entre los políticos, hace que quieran hacerle ver a su electorado que son ellos quienes llevan adelante los planes. En realidad todo eso fue concebido a nivel de la comunidad, pero la implementación tiene que hacerse a nivel nacional. La comunidad solo puede aportar el esquema de coordinación. En ese sentido; lo invito a leer las comunicaciones de la Comisión Europea sobre este plan de recuperación...

—Sí, profesor, pero yo le preguntaba, ¿qué queda para el Sur?

—Existe un consenso de no dejar justamente que el Sur pague la factura. Hay grandes esfuerzos para vencer el proteccionismo, que es la mayor amenaza en este momento. En eso se cayó en los años 30, y nos fue fatal, con la Segunda Guerra Mundial y el fascismo, que nació del proteccionismo.

«A nivel de la UE hay un programa plurianual, de 2007 a 2013, con recursos (de ayuda a países en desarrollo) que no se van a tocar. Ahora, en mi opinión, se podría hacer más por el Sur, convendría abrir más los mercados europeos para ayudar al Sur. Soy un convencido aperturista. Aunque eso va a ser muy difícil, porque la xenofobia viene con la crisis, como un cáncer, pero tenemos armas para luchar contra eso. No veo una mayoría contra el Sur».

—De todos modos, la meta, ya de por sí pequeña, de dedicar el 0,7 por ciento del PIB como ayuda al desarrollo, se alejará aun más...

—Sí, hay un riesgo; (en Europa) tomamos este compromiso, pero también el Sur tiene que ser activo para recordárselo a los implicados. La Comisión Europea también se lo recuerda a los Estados miembros, pero no tiene poder de activar el debate. Por eso es importante el diálogo con América Latina y el Caribe, y por eso considero que la cumbre (UE-ALC) es un instrumento tan valioso.

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