Consecuente con la filosofía de un hombre que ha dedicado su vida a materializar la palabra de Dios, el padre Vidal Atencio considera que la trascendencia del ser no está dada solo por su permanencia en la tierra sino, más bien, por la consecución de lo que ha hecho en ella. Al menos, así lo considera en el caso de líderes como los conductores de la Revolución en Cuba y en Venezuela.
Su tez trigueña y los ojos rasgados acusan la ascendencia indígena que lo enorgullece y con la cual contrasta, de algún modo, el negro atavío sacerdotal que para muchos, es símbolo de la alta jerarquía católica. Pero el Padre Vidal cambia enseguida su aspecto cuando la cámara fotográfica se dispone a disparar el flash, que él detiene con un gesto para ir en busca de la gorra que le regalaron en Cuba, y sobre cuya visera está la imagen del Che.
Posa un momento ante la cámara y continúa...
«Chávez —considera— ha sido un buen alumno: tiene oído de discípulo. Y eso lo ha hecho uno de los hombres más asertivos en el proceso latinoamericano. Su liderazgo depende en gran medida de tener un maestro como el Presidente Fidel Castro. Y nosotros debemos hacer grandes esfuerzos para acompañarlo como pueblo».
En medio del elegante barrio Bella Vista, de Maracaibo, la capital de Zulia, la parroquia del Padre Vidal ha sido una suerte de ave rara dirigida por un sacerdote que defiende «ideas progresistas».
Por eso su conocida iglesia Las Mercedes ha sufrido todo tipo de amenazas y hasta agresiones, en un vecindario donde hay muchos centros comerciales y «gente de recursos».
Otros emigraron. Fue cuando el Padre Vidal se dio cuenta de que «los intolerantes son ellos y no el chavismo, como acusaban. Aquí conocí yo la violencia política; pasaron de la violencia verbal a agredir con piedras, a proferir amenazas».
No las ejecutaron, dice, porque «no se han visto en la necesidad».
Considera que ha manejado todo eso muy bien: «Gracias a Dios siempre he tenido tolerancia para las ideas diferentes... Sin renunciar a lo que somos».
Sin embargo, hubo un cambio en su vida que también repercutió en su comunidad a partir del año 2006, cuando un viaje a Cuba por invitación del Partido Comunista le ofreció la oportunidad de conocer al Comandante Fidel.
«Recuerdo que le di esta Biblia», cuenta, y muestra un ejemplar del libro.
«Se la regalé porque tenía en la carátula el puente sobre el Lago de Maracaibo y la Chinita*. Él me expresó que no sabía por qué yo le entregaba eso, porque él no era creyente. Pero para mí él es un hombre de grandes convicciones, como lo ha demostrado en toda su trayectoria».
Algunos años después, el Padre Vidal recuerda aquellos primeros instantes con Fidel como el inicio de lo que denomina «una amistad muy fugaz» prolongada durante las 12 horas y media que, a lo largo de dos días, estuvieron conversando.
«Fue muy importante porque cuando nosotros llegamos allá, teníamos la esperanza de que el Presidente nos recibiera. ¡Y me dieron la oportunidad!.»
Sin embargo, no era el primer encuentro del sacerdote revolucionario con la Isla.
«Estudié en la Universidad de Zulia, y allí teníamos una Casa de la Amistad con Cuba. Después me tocó ir a La Habana para la visita papal, en 1998. Tuve la suerte de poder ir a todas las provincias desde La Habana hasta Santiago, y en carro, no como el resto, que iban en vuelos y no conoció las carreteras y los poblados. Me impactó muchísimo.
«Algunas cosas siguen siendo para mí una intriga, y otras fueron muy importantes. En aquel momento había todavía período especial, era un momento bien duro y quisimos vivirlo. A partir de ahí hubo un amor especial. Hicimos amigos en las familias... comencé a buscar un poco de esas cosas».
Esa estancia fue parte de la transformación que, asegura el Padre Vidal, se ha dado en su vida desde que abrazó el ejercicio de la fe.
«En el seminario teníamos un proceso de formación que además de ser academicista, era muy clásico. Y nosotros apenas podíamos echar mano a un texto de Teología de la Liberación, que era uno de los temas más importante para mí.
«(...) Pero en esta última década es que hemos hecho un esfuerzo encaminado a retomar la Teología de la Liberación, que había sido condenada en Venezuela y en el mundo. Por suerte quedaban piezas que hay que concatenar. Pero los miedos han sido terribles.
«Así fuimos descubriendo cosas nuevas. Luego voy precisamente a La Habana por invitación del Partido Comunista, y logro ese encuentro con el Presidente».
Para el Padre Vidal Atencio, el diálogo con Fidel resultó «una lección magistral, con el privilegio que era para mí y no la compartí con nadie, excepto con Carlos, la otra persona que estaba allí. Hubo solo una fotografía de ese encuentro. Fue una gran experiencia.
«Se pueden imaginar que yo hablé muy poco, pero se tocaron grandes temas: la Iglesia, con un gran sentido de respeto hacia la figura del Papa por parte del Presidente, que fue fundamental, porque él estaba dialogando con un sacerdote; aunque yo creo que la Iglesia no se construye desde las estructuras del poder sino desde las estructuras de la comunidad, desde la base.
(..,) Cuenta que también fue relevante para él que durante aquel diálogo con Fidel se abordara el tema social, y todavía se expresa con admiración acerca del «gran conocimiento que tiene el Presidente de la historia universal».
«Tengo el privilegio de haber conocido a uno de los hombres más importantes de la historia universal del siglo XX y del XXI».
Algunos años después todavía habla con orgullo y agradecimiento del ofrecimiento que le hiciera el Comandante; lo que él considera «la guinda» colocada por Fidel casi al término de aquella conversación. «Un regalo que me dio para retribuir el mío: 200 operaciones de cataratas que fueron las primeras», asegura.
«Él pedía que yo le dijera un regalo para mí; pero ya él me había dado un regalo muy grande: atenderme. No quería más.
«Sin embargo, insistió tanto que le dije entonces: “Regáleme algo para compartir con mi gente”. Y él me regaló eso (las operaciones); y me autorizó, además, con una prontitud inigualable. Aquí en Venezuela no estábamos acostumbrados a que las promesas se cumplieran tan pronto», afirma.
(...) Los trámites se iniciaron apenas Vidal llegó a Caracas, donde lo recibió el embajador cubano Germán Sánchez Otero.
«Me dijo: “¡!Trabaje!”; y me puso trabajo.
«Tuve una semana para convocar a la gente. Un equipo de médicos, oftalmólogos y trabajadores sociales hicieron el diagnóstico y se realizó una campaña de convocatoria a través de la televisión.
«¡Quedaron muy impactadas las personas! No podían creer que eso fuera verdad; no solo el ir a Cuba, sino que era ¡ya! Ni siquiera venían preparadas para el viaje, eran de otros municipios incluso y, cuando llegaban aquí (la ciudad capital de Zulia), en-contraban que tenían que viajar y les quedaban horas para prepararse. Así enviamos a Cuba al primer grupo de personas procedentes de Maracaibo.
«Cuando regresaron los primeros, lo hacían llorando y diciendo que eso había sido un milagro».
A partir de entonces, se creyó más en las misiones sociales y en la obra de la Revolución.
«Las misiones, sobre todo en el ámbito de lo social, fueron muy bombardeadas por la oligarquía y por la oposición venezolanas, que no pudieron entender sino con los resultados. No hubo nada más convincente que eso».
Así, las opiniones adversas cambiaron dentro de su barrio «escuálido». (...)
«A raíz de la Misión Milagro —que pusimos sin ningún tipo de diferencia al servicio de la comunidad— todo cambió. Y han venido incluso los detractores a beneficiarse de este servicio».
Alimentar el deseo de lucharTiene la sencillez propia del cura de la comunidad, y «recibe» en un modesto local en la parte posterior de su iglesia Las Mercedes, cerca de las discretas oficinas donde, el viernes en la tarde, está preparando su programa televisivo del próximo lunes. Un pequeño espacio de la emisión estará dedicado a los cinco cubanos presos en Estados Unidos bajo la falsa acusación de espías cuando, en verdad, estaban luchando contra el terrorismo. Análisis, su programa en la televisora zuliana Telecolor, aborda temas políticos y de economía. Ha sido, dice, «otro esfuerzo comunicacional», más allá de que hace mediante la Iglesia.
Cuba también está presente en su programa. La estima entre ambos países «va mucho más allá del liderazgo de nuestros presidentes, que es inobjetable.
«En el caso del Comandante Fidel Castro, han sido 50 años de lucha continua; agotadora pero inagotable: todos los días surge algo nuevo, e incluso el mismo Comandante llega a decir un día que después de tantos años de Revolución todavía “tenemos que combatir el burocratismo y la corrupción”. Eso es importante, porque a veces creer que tenemos la gloria hace que nos durmamos allí, en los laureles de esa gloria, y cuando nos damos cuenta hemos sido penetrados; el mal penetra como el agua, lentamente...
«Yo he dicho en relación con el proceso venezolano que la Revolución Francesa demoró 11 años y terminó con la coronación de Napoleón. La Revolución Rusa terminó como ha terminado: distorsión, dispersión de las fuerzas...
«La esperanza nuestra es que la Revolución Cubana logre dar pasos hacia la modernidad con todas las limitaciones que hay, y que se mantenga firme. Creo que el pueblo cubano ha sido testimoniante, y además, protagonista de eso. Y los pueblos del mundo son testigos.
«A nosotros nos ha tocado también una experiencia muy acelerada en los últimos diez años. Pero tenemos retos importantes como proceso revolucionario, tanto los líderes como los pueblos. Unos y otros hemos aprendido mucho y hemos sido también, de algún modo, maestros.
«Me alegra mucho que nosotros estemos asumiendo estos 50 años de la Revolución Cubana, sobre todo, en término de retos. Y que estas cosas puedan ser publicadas: para alimentar el deseo de luchar.»
(Fragmentos de la entrevista realizada para un libro en preparación)
*Virgen de la Chiquinquirá, también llamada «La Chinita», patrona de Zulia.