SHARM EL-SHEIKH, Egipto, junio 24.— Las aguas del Golfo de Aqaba, en el Sinaí egipcio, acogen la reunión cimera de los 53 países miembros de la Unión Africana (UA) con una agenda centrada en las discusiones en torno a una auditoría general realizada a la Comisión de la UA (Secretaría) que debe determinar el rumbo futuro de este foro interafricano, lograr un funcionamiento más eficiente de la organización a partir del escrutinio y racionalización de sus estructuras.
Entre las propuestas más significativas se encuentra la realización de una cumbre anual en vez de dos y la extensión del mandato del presidente de la Asamblea (secretario general), ceñido en estos momentos a solo un año de trabajo.
Pero sin dudas, uno de los temas más polémicos será el que pretende conceder autoridad supranacional al presidente de la Comisión y con él a los ministros africanos que formarían parte de un Consejo Africano de Ministros.
Lo cierto es que detrás de todo este debate sobre funcionamiento y autoridades se cierne la futura formación de los Estados Unidos Africanos, una organización que podría hacer desaparecer las fronteras en el continente y convertir a África en una sola nación, lo que forma parte del pensamiento panafricanista de líderes históricos como el ghanés Kwame Nkrumah, el maliense Modibo Keita o el guineano Sekú Touré.
Sin embargo, en el siglo XXI, las condiciones políticas y económicas del continente plantean un escenario donde conviven regiones de desarrollo dispar y donde los conflictos aún afloran.
La Cumbre sesionará hasta el 3 de julio y tiene prevista también la participación de Serbia, España, Austria, Japón y Cuba.