EL PASO.— El terrorista Luis Posada Carriles no tendrá más remedio que esperar en la cárcel el juicio fijado para el 11 de mayo, pues la jueza estadounidense Kathleen Cardone le negó finalmente este miércoles la libertad bajo fianza al considerar que no había garantías de que el acusado cumpliera con un eventual arresto domiciliario, y tomando en cuenta el riesgo de que intentara evadir la justicia para no ser encarcelado de nuevo.
El dictamen, dado a conocer por EFE, termina con la expectativa creada luego de que, 24 horas antes, la propia jueza dejara en suspenso si accedería a la libertad condicional o no.
En la sesión del martes, la magistrada del Distrito Oeste de Texas en El Paso, escuchó los alegatos de la defensa, que otra vez trató de presentar al acusado como un «anciano inofensivo» a pesar de que la Fiscalía lo ha considerado como un «peligro para la comunidad», razón por la cual Posada permanece entre rejas, acusado de mentir a las autoridades estadounidenses acerca de su entrada ilegal a aquel país, mientras se siguen desconociendo sus delitos de terrorismo, que avalan la pendiente solicitud de extradición presentada por Venezuela.
No obstante, la peligrosidad que representa el ex agente de la CIA fue recordada en la vista del martes por el fiscal federal Paul Ahern, quien señaló además que «el hecho de que EE.UU. no tenga la jurisdicción para juzgarlo por el ataque al avión de Cubana de Aviación en 1976, no quiere decir que sea inocente», según reseñó otro despacho de la agencia española.
Tampoco dieron resultado los ofrecimientos hechos por sus allegados, quienes, para obtener la condicional, llegaron a ofrecer una propiedad comercial en Miami valorada en más de dos millones de dólares y perteneciente, según EFE, a una mujer nombrada Judith García, así como una cifra adicional de varios miles de dólares recaudados en Miami, como muestra de la «popularidad» del criminal.
Igualmente infructuosos fueron los esfuerzos de la defensa por rebatir la peligrosidad de Posada al afirmar que el terrorista —autor intelectual también de otros crímenes, entre ellos los ataques a hoteles cubanos en 1997— «padece de cáncer, del corazón, de diabetes, presión arterial alta y de artritis».
La audiencia se realizó bajo fuertes medidas de seguridad y con la presencia de al menos unos 30 representantes de organizaciones de la derecha anticubana de California y Miami, entre las que se encontraban ex mercenarios de Girón que invadieron a Cuba como miembros de la Brigada 2506, ahora agrupados en la denominada Asociación de Veteranos de Bahía de Cochinos.
El abogado Arturo Hernández llegó incluso a proponer que se aprobara el arresto domiciliario a Posada proveyéndolo de un dispositivo electrónico que lo mantuviese alejado de aeropuertos y estaciones de autobús; o que se le exigiese reportarse diariamente por teléfono a las autoridades penitenciarias, o adoptar cualquier otra medida de seguridad que las cortes considerasen prudente.
Pero la jueza reaccionó airada: «¿Cómo puede convencerme de que una vivienda particular será más segura que una cárcel en Venezuela?», señaló.
Tampoco el fiscal Ahern consideró prudente sacar a Posada de la cárcel y afirmó que no hay garantía de que cumpla con el arresto domiciliario si fue capaz de fugarse de una cárcel de Venezuela. Además, dijo que el haber viajado con pasaportes falsos —uno de los hechos que se le imputa bajo el cargo de que mintió para entrar en EE.UU.— es un claro indicio de que se trata de un hombre con recursos para escapar.
Ni corto ni perezoso, el abogado Hernández no vaciló en recordar que esos pasaportes fueron «facilitados por el gobierno de Estados Unidos, que al menos sabía de su existencia cuando este era informante de la CIA».
Posada enfrenta siete cargos por fraude migratorio y falso testimonio, y no pocos estiman que sus nexos con la CIA y los servicios que ha prestado a distintas administraciones estadounidenses, son las que convierten su caso en una «papa caliente» para las autoridades de ese país.