Foto: Jorge Luis González Excelencias:
Emigrar es un derecho que debe ser respetado. Tener que emigrar, que abandonar la Patria y la familia para garantizarles la alimentación, la salud y la educación a los hijos, es injusto y cruel.
Remesar dinero a las familias es un noble empeño que debe ser facilitado. Que una nación tenga que vivir de las remesas es una humillación.
Que los países ricos adopten medidas cada vez más restrictivas, abusivas y xenófobas sobre los emigrantes, es algo moralmente inaceptable.
El muro en la frontera de México y las cacerías de emigrantes que allí tienen lugar, es una prueba, si es que se requería alguna, del desprecio que sienten los poderosos por todos los que no lo son, aun si esos gobiernos son sus aliados.
Junto a esta emigración hay otra no menos ultrajante. Los médicos, informáticos, maestros, enfermeras y otros profesionales y técnicos, son estimulados a emigrar a los países ricos con todas las facilidades, ofreciéndoles salarios y condiciones que en nuestros países no pueden obtener. Para ellos no hay muros ni devoluciones forzosas, por el contrario, hay planes y programas para captarlos. Alrededor de 240 000 profesionales universitarios latinoamericanos emigraron el pasado año. Formarlos costó no menos de 5 000 millones de dólares. Debieran indemnizarnos y propongo que hagamos esa demanda.
Los emigrados cuyos derechos hoy justamente defendemos son consecuencia del saqueo, la explotación y la desigual distribución de la riqueza.
Nada detendrá la emigración mientras haya subdesarrollo y pobreza, mientras se continúen imponiendo a los países del Sur las actuales políticas económicas neoliberales, mientras no se transforme el actual orden económico internacional.
Hay una verdad que quiero decir sin rodeos. En la mayor parte de los países desarrollados no existe voluntad política, ni interés económico ni humano, para cambiar esta situación. El Norte opulento y derrochador usa y discrimina a los inmigrantes. El Sur es el proveedor de la materia prima del Norte, el almacén de donde sacan recursos de todo tipo, desde el mineral hasta el talento.
Un solo ejemplo para confirmar estas palabras: Los objetivos y metas del Milenio, que constituían solo un modesto paliativo a los problemas actuales de los países subdesarrollados, no se van a cumplir. El mundo desarrollado no ha tenido siquiera la intención de hacer el mínimo esfuerzo financiero que se le pedía y miles de millones de personas continúan viviendo sin acceso a la alimentación, la salud o la educación.
El gasto en armas y en guerras supera ya el millón de millones de dólares; otro millón de millones se gasta en publicidad comercial que en el caso de los medicamentos, por ejemplo, supone que se multiplique hasta por diez veces su precio; la deuda no acaba de ser cancelada y la ayuda oficial al desarrollo es cada vez más condicionada: los asesores del Norte deben vivir lujosamente, las compras hay que hacerlas en los países donantes, y se coopera cada vez menos en salud y educación, y cada vez más en lucha contra el narcotráfico, gobernabilidad y asesoramiento en derechos humanos.
Lejos de trabajar para transformar la actual situación, Estados Unidos certifica «la buena conducta en materia de migración». Buena conducta quiere decir dejar emigrar a los profesionales, restringir la emigración de los que no lo son y aceptar de regreso a los que le resulten indeseables, después de haber pasado un postgrado de delincuencia en las calles y cárceles de los Estados Unidos.
Estados Unidos, que tanto dependió y depende de los inmigrantes para su desarrollo económico, y la Unión Europea, que fue siempre un emisor de emigrantes, son ahora los mayores perseguidores de emigrantes en el mundo, los que aplican las políticas más restrictivas.
El libre intercambio de mercancías que se quiere imponer y el libre flujo de capitales que se exige son una trampa si no están acompañados del libre tránsito de personas.
En esta materia, como en otras, se expresa la hipocresía y la doble moral del mundo en que vivimos.
Mención especial merece el tema migratorio en relación con Cuba.
Un latinoamericano que va a vivir a los Estados Unidos es un emigrante. Si es cubano se dice entonces que es un exiliado político que huye del régimen comunista.
Un latinoamericano tiene que esperar en su país permiso para emigrar a Estados Unidos. Si es emigrante ilegal es devuelto. Si es cubano, una vez en Estados Unidos, en virtud de la Ley de Ajuste, obtiene de inmediato permiso de residencia y de trabajo, y al año, automáticamente, recibe la residencia permanente.
La administración Bush suspendió las conversaciones migratorias, limitó nuevamente las remesas a 300 dólares trimestrales y restringió los viajes a Cuba de cubanos emigrados a solo una vez cada tres años, y todo esto cuando se trate de familiares que sean padres o abuelos, hijos o nietos y hermanos; es decir, para Bush un primo o una tía no es un familiar.
El gobierno de los Estados Unidos brinda refugio y extiende la impunidad en su territorio a elementos terroristas que han asesinado y han secuestrado barcos y aviones para emigrar, restringe la emigración legal y estimula la ilegal para usarla como propaganda contra Cuba, aunque mueran, quién sabe cuántos, en las aguas del Estrecho de la Florida.
Esta política sostenida durante decenios busca promover un día un éxodo masivo que pueda ser utilizado para intensificar la campaña anticubana y que, en última instancia, sirva de pretexto para una agresión militar.
Un plan financiado por el Gobierno de los Estados Unidos pretende captar médicos y otros especialistas de la salud cubanos que prestan importantes servicios en diferentes países, pero choca con la férrea voluntad de una nueva generación de profesionales formados por la Revolución y nuestros programas de solidaridad no se detienen.
La Operación Milagro en apenas dos años ha devuelto la visión a más de 450 000 personas en América Latina y el Caribe y esos servicios han sido todos gratuitos. Hoy ya tenemos posibilidades de operar a un millón de personas cada año.
Aunque con sus solos recursos nuestro país no podría prestar estos servicios, si el imperialismo tiene éxito en su ofensiva contra los recursos económicos de Cuba, se estaría liquidando la capacidad de operar de la vista en el año 2007 a un millón de latinoamericanos y caribeños. Esta cifra no incluye los cubanos operados, que en el presente año ascienden ya a casi 100 000.
Las nuevas concepciones aplicadas en la formación masiva y emergente de médicos de Latinoamérica y de otras partes del mundo, permitirá disponer en muy poco tiempo de más de 10 000 médicos anualmente, no para ejercer la medicina privada, sino para llevar salud y vida a millones de personas.
La cooperación en la esfera de la salud permite hoy a Cuba y cada vez más a Bolivia y Venezuela, garantizar a todos sus hijos sin excepción, una atención médica gratuita y de excelencia.
Dos millones 400 000 latinoamericanos han sido ya alfabetizados en 11 países y miles de especialistas cubanos trabajan como instructores deportivos.
Con Cuba, bloqueada y agredida, pero jamás rendida, los países latinoamericanos podrán contar siempre para luchar por nuestros derechos que, como sabemos bien, no nos serán regalados.
Muchas gracias.