Darby dice que Graner no lo mató. Aunque pueda estimarse que todo se ha dicho sobre Abu Ghraib y su infame historia, ahora GQ (Gentleman’s Quaterly), una revista de Nueva York, anuncia la publicación del relato, en primera persona, de Joe Darby sobre las terribles imágenes de torturas, vejámenes y humillaciones que guardias de esa prisión utilizaron contra sus prisioneros iraquíes.
Hasta ahora, el soldado no había hablado públicamente de aquellos acontecimientos, expuestos por él en enero de 2004 cuando entregó a la División de Investigación Criminal del Ejército de Estados Unidos un CD con las fotografías incriminatorias. La decisión le valió mucho más que la condena de sus colegas de armas, vecinos y hasta familiares, quienes lo tildaron de «traidor», pues temió ser blanco de represalias mortales de otros soldados, sobre todo cuando el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, reveló su nombre en una audiencia ante el Senado. Lo cierto es que Joe Darby, a su regreso de Iraq, tuvo que mudarse de Cumberland, su pueblo en Maryland.
«Yo pude escoger entre lo que sabía era moralmente correcto y mi lealtad hacia otros soldados»…, dice el reservista en la entrevista que saldrá en el número de GQ de septiembre.
En lo revelado ahora por el joven soldado destaca que «nadie en el mando conocía del abuso, porque a nadie del mando le preocupaba». Al hablar de la brigadier general Karpinski, quien estaba al frente de la prisión, asegura que nunca se encontraba allí: «Ella pasaba todo el tiempo en Kuwait o en el Palacio de la Zona Verde. Mantenía su feliz trasero en lugares agradables y seguros. El único momento en que ella venía, era cuando había visitas de dignatarios. Volaba media hora antes de que llegaran, daba un breve informe, dirigía el tour, y volaba de regreso… No tenía idea de qué pasaba… En los cinco meses que yo estuve en Abu Ghraib, solamente la vi dos veces».
Asegura que los abusos comenzaron bien temprano en esa cárcel convertida en símbolo de la ignominia y relata también que ocurrían vuelos secretos de helicópteros para llevar prisioneros.
Sobre uno de esos incidentes afirma: «Una noche, este (helicóptero) Black Hawk aterrizó cerca de las 4:00 a.m., y un par de tipos vinieron con un prisionero y lo llevaron al nivel 1, pusieron sábanas de forma que nadie pudiera ver, y pasaron el resto de la noche allí. Nos dijeron que nos mantuviéramos alejados, y así hicimos. Entonces, un par de horas después, ellos estuvieron de vuelta. Era como si (dijeran) “El prisionero está muerto”. Pidieron hielo para empacarlo, y entonces dijeron: “Ustedes limpien esto. No estuvimos aquí. Tengan un buen día”… Dejaron el cadáver justo allí. Estos tipos vinieron y mataron a uno, y no había nada que pudieras hacer. No había récord de ello. Nunca estuvieron allí. Ellos no existen.»
Joe Darby asegura que aún antes de que llegara su unidad ya ocurrían hechos deleznables en Abu Ghraib y es espeluznante conocer por él que «todos nosotros nos habíamos insensibilizados en diferentes formas».
A dos años de conocerse parte de lo ocurrido en Abu Ghraib, apenas algunos de los soldados de fila han sido levemente sancionados; ningún alto oficial ni personal de mando ha sido llevado a juicio, y los verdaderos malhechores que ordenaron, auspiciaron y amparan esos y otros crímenes de guerra en Iraq ni siquiera han sido acusados por el pueblo estadounidense, al que también han denigrado.