Una sexualidad saludable es una cualidad inherente al bienestar y desarrollo personal, y no hace falta renunciar
R.G. Tengo 67 años y mi esposo 56. Llevamos juntos casi 30 años y esa diferencia nunca fue un problema, pero ahora él tiene presión alta y diabetes, y empieza a decir que ya no es hombre para mí. Yo no pienso dejarlo porque el matrimonio es mucho más que sexo, pero no voy a consentir que se derrumbe con mi lástima. ¿Cómo manejo la situación?
El valor que se asigna a la unión matrimonial es tan diverso y relevante como parejas y personas existen. Pero hay una comunión de opiniones para considerarlo exitoso: la unión de compañeros de vida que crean y comparten proyectos en común, y la tan importante relación como elemento vivo. En una relación funcional cada miembro se ocupa no solo de su propio crecimiento y bienestar, sino además de su pareja y del vínculo. Se necesitan dos personas comprometidas a llevar a buen viaje el barco conyugal, a pesar de las tormentas que se presentarán, sin dudas. En esa unión está el poder, porque si uno cae, el otro lo levanta.
Encontrar ese tipo de relación en la actualidad es menos frecuente. Contra ello atenta la moderna cultura del yoísmo y la ley del mínimo esfuerzo, que priorizan la satisfacción sensorial por sobre otras dimensiones espirituales.
Una relación que atravesó 30 años de viajes y sorteó otras tormentas para tener buenos tiempos, es un tesoro que vale la pena conservar. Cualquier enfermedad es un proceso vital esperable en el ciclo de la vida y del matrimonio. Requiere de reajustes en la dinámica cotidiana. Para regresar al estado de bienestar, no solo cambia la dieta o la actividad física, también la forma de experimentar la sexualidad.
Muchos autores refieren una disminución del deseo sexual con los ciclos naturales de la mediana edad debido a cambios en la producción de hormonas; pero una sexualidad saludable es una cualidad inherente al bienestar y desarrollo personal, y no hace falta renunciar.
Esta enfermedad es una gran oportunidad, un reto para su matrimonio, y si ambos se comprometen saldrán airosos y tal vez más felices. Es momento de experimentar nuevas formas de intimar en calma y disfrutar más el proceso. De equilibrar ternura y pasión. Existen muchas posibilidades de un salto cualitativo. Hay muchas alternativas, y pueden buscar ayuda adaptada a cada particularidad. Una vez más tómense de las manos, reten a la nueva crisis vital y den el salto hacia nuevas dimensiones del placer.