Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

L.R.: Estoy casada con un hombre una década menor que yo. Durante este año y medio, todo ha marchado bien. Lo que me está costando trabajo es iniciar el sexo, y es varias veces al día diariamente. La estimulación es solamente para él, sin reciprocidad, por lo que a veces lo hago sin ningún deseo. Realmente no sé si seré masoquista o es que me gusta mucho, porque llego a tener varios orgasmos y la mayor parte del tiempo lo alcanzamos juntos. Pero me gustaría un poco de caricias y un momento que sea para mí. No lo quiero dejar, pero hay días en los que esta situación se me sale de las manos y no la resisto. Yo tengo 33 años.

Lo estimulas y él responde, esperando tus orgasmos hasta el final común. Sin importar cuántas veces ni tu deseo inicial, logras momentos especiales cotidianamente. Así, se restablece una y otra vez el ciclo sexual, más allá del deseo y el amor. Pero anhelas ser deseada, seducida, amada.

Tal vez crees estar obligada a tanta hiperactividad por la edad, las huellas de la maternidad o la exigencia de él. Esto supone que crees poder perderlo si accedes el acto solo cuando lo deseas.

Sentirse deseada o amada por este hombre requiere dejar que algo falte, falle, no funcione excelente. En ese caso también pones a prueba la idea de que solo estará a tu lado si lo satisfaces constantemente. Él podría o no hacerse cargo de sus razones para buscarte y elegirte. El cambio requiere algo más que demandas o hiperactividad sexual. Pero tú tendrías que valorar si eres capaz de arriesgarte a perderlo o prefieres cambiar el estilo de cómo ha sido hasta ahora la relación.