Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

T.M.: Tengo un grupo de cuatro amigos donde soy la única mujer. Estamos muy unidos en las buenas y en las malas. De esa amistad surgió un noviazgo que terminó por motivos ajenos a nosotros. Seguimos queriéndonos y esperamos volver a unirnos algún día. Para mí, ellos son mis hermanos, con quienes río, converso, juego, etc. El problema es que hay otro interesado en mí que se ha distanciado, aunque aparentemente entendió que soy solo su amiga. Hago como si no pasara nada pero ya no es igual y eso me duele.

Estaría bien si reconocen que es una amistad, donde pueden aparecer otros intereses y con ellos conflictos como este. Hacen como si no pasara, pero él está interesado sin ser correspondido y tú sigues queriendo como pareja al otro amigo. Es mejor si encuentran cómo arreglárselas con esos sentimientos discrepantes con ese ideal de amistad, tan propios de cualquier buen lazo humano. Quizás deban reconocerlos y buscar cómo darle lugar en ese grupo.

Despiertas por segunda ocasión dicha atracción entre ellos y eso contrasta con tu empeño en verlos como un grupo netamente fraternal. Tal vez, sin darte cuenta, favoreces ese interés que tanto te sorprende. En ese sentido, sería recomendable analizar tu manera de acercarte a estos hombres amigos.

Nuestros actos no son tan ajenos a nosotros mismos como puede parecer. Siempre podemos actuar en congruencia con el deseo que nos habita o traicionarlo por evitar otros dolores. Siempre hay motivos propios al lado de los ajenos, con los cuales tejemos nuestras decisiones.

Es hora de analizar lo que te sucede a ti con estos hombres a quienes puedes mantener como amigos o convertir en pareja. Ni la amistad ideal, ni lo ajeno, son suficientes razones para armar tu destino.