D.L.: Hace un año me divorcié. Hace poco empecé una relación. Mi hija estaba tan contenta como yo. Pero, a los diez días me dijo que era seropositivo al VIH, que todo el mundo lo rechaza y que yo era la única que lo había tratado con amor desde que él lo supo. No sabía qué decir. Me faltó valor para dejarlo. Le dije que no había problemas porque en la TV piden ayuda para ellos. Nada es peor que vivir con temor. Ya me está pidiendo tener sexo. Le dije que no acostumbro a entregarme tan rápido, pero cuando pasen los días ¿Qué hago?
Es posible amar a alguien seropositivo y no contagiarse. Pero nadie podrá garantizarlo. Depende mucho de su comportamiento.
Es una decisión que involucra tu futuro. No basta con desear protegerlo. Debes elegir reconociendo los riesgos a los que te expones, y el modo en que enfrentarás las situaciones consecuentes.
Es comprensible que tengas dudas. Él lo sabe aunque no lo digas. Por eso me parece necesario que se las comentes mientras decides continuar a su lado. Ello podría ayudarte, incluso, a conocerlo mejor.
En caso de asumir intimar más, podrías comenzar por las conductas más protectoras y no ir más allá si no te sientes preparada.
El único modo seguro de evitar la infección es el intercambio de caricias eróticas sin llegar a la penetración. El uso apropiado del condón evita el contagio en tanto impide el contacto de mucosas (pene, vagina, ano, boca) con líquidos genitales o sangre de la persona infectada. Deben seguir las recomendaciones que suele traer el envoltorio del preservativo y velar por la fecha de caducidad. La baja carga viral del afectado y la salud de las mucosas de ambos reducen las posibilidades de infectarse en caso de rotura del condón o conductas de alto riesgo no recomendables.
Mariela Rodríguez Méndez, máster en Psicología Clínica y psicoanalista
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