A. R: Estoy casada y a veces tengo discusiones con mi esposo porque he perdido el deseo sexual. No es porque no me guste o porque haya dejado de quererlo. Al contrario, en mí sigue la chispa del amor. He pensado hasta buscar ayuda médica, pero no sé cómo profundizar en el tema. Lo he comentado con una amiga y su respuesta es que lo he dejado de querer.
No deje de acudir al médico, donde le pueden evaluar si existe alguno de los trastornos orgánicos que provocan disminución del deseo sexual. No tendría que profundizar en el tema para consultar a su médico. Él podrá orientarle y, sobre todo, indicar los exámenes y los especialistas que deberá consultar, hasta definir el problema y encontrar alguna solución.
Amor y deseo no siempre van juntos. De hecho, en ocasiones resulta difícil desear a quien se ama y amar a quien se desea. El deseo suele ser transgresor o divergente con algunas representaciones románticas del amor. No son pocas las veces que aparece la inhibición ante el ser amado y se desata la libertad con alguien degradado o considerado menos importante, en términos del ideal amoroso.
Para despertar el deseo habrá que enmarcar lo que falta, ir a la búsqueda de esa otra práctica, fantasía, encanto que tal vez quisiéramos probar. Habría que ir más allá de lo que está y ya no incita igual.
Este, como otros síntomas, es una invitación a preguntarnos qué nos pasa, qué dice este malestar de nosotros mismos, para qué me está sirviendo esto que también me mortifica.