Las desviaciones sexuales del tipo obsesivo-compulsivo deben tratarse a tiempo con un especialista para evitar males mayores
Aquella noche Alberto no lograba controlar sus emociones. Estaba ansioso, angustiado, lleno de ira... Las discusiones con su madre eran cada vez peores. Quizá el estrés, la furia o la necesidad de desahogarse lo llevaron a cometer la locura más dulce y placentera de su vida.
«Al principio nadie me vio. Solo quise relajarme y lo conseguí de esa forma. Desde entonces lo fui realizando con más frecuencia hasta que se convirtió en mi mayor necesidad», cuenta el joven.
A medida que repetía sus «visitas inolvidables» al parque Lennon se daba cuenta de lo mucho que disfruta sorprender a las mujeres mientras se masturba. Sus miradas de espanto y sus reacciones, a veces ofensivas, lo llevaban directamente al Paraíso.
«Jamás había sentido tanto placer. No niego que en ocasiones me invade un poco la culpa; pero esto es algo que simplemente no puedo evitar», asegura.
Aunque existe desde tiempos muy remotos, el exhibicionismo no ha sido entendido de igual forma en todas las épocas. En la Antigüedad se vinculaba a los hombres y mujeres que mostraban sus genitales con total naturalidad, tal vez por diversión o como parte de un juego.
La doctora Elvia de Dios Blanco, especialista en Fisiología y máster en Sexualidad, explica que esa conducta se define en nuestros días como excitación sexual al mostrar los genitales a personas que no lo esperan. Puede darse o no acompañado de masturbación —quienes la practican tienen la libertad de masturbarse después rememorando el momento—, y se considera un trastorno del tipo obsesivo-compulsivo porque los exhibicionistas acuden con regularidad al mismo lugar para realizar sus fantasías.
Un siglo atrás solía asociarse a palabras como aberración, desviación o perversión sexual; pero en 1914, cuando el sicoanalista Wilhelm Stekel introduce el término parafilia, este cobró mayor aceptación por humanizar la situación de quienes padecían de ese tipo de alteraciones, y es el que más se utiliza en la actualidad.
«Las parafilias son fantasías, impulsos o comportamientos sexuales intensos, incontrolables y recurrentes, en los cuales existe una alteración en la selección del objeto sexual o del método para lograr la excitación sexual, de forma preferencial o exclusiva y para un sistema sociocultural determinado», define la experta.
El denominador común de esas conductas, según se ha comprobado, es el déficit de serotonina en el organismo —una sustancia neurotransmisora que cobra singular importancia en la inhibición de la ira, la agresión, el apetito y otros reflejos—. Cuando hay poca, determinados impulsos no pueden ser controlados y tiende a afectar en muchas ocasiones el área de la sexualidad.
De acuerdo con el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-IV-TR), además del exhibicionismo, los principales tipos de parafilia son pedofilia (atracción sexual por niñas o niños), voyeurismo (mirones), froteurismo (roce con otras personas sin consentimiento), fetichismo (placer con objetos no animados), travestismo (usar ropas del otro sexo), y sadismo y masoquismo (asociados al dolor físico).
«Una persona puede tener de tres a cinco parafilias, y en mi experiencia las que más tienden a combinarse con el exhibicionismo son el voyeurismo y el froteurismo», subraya la sexóloga cubana.
A esos hombres les gusta ser observados. Es un error creer que pierden la excitación cuando se les enfrenta o grita, más bien les causa mayor satisfacción. Tampoco son siempre inofensivos. Algunos además han sido violadores.
La doctora Mariela Rodríguez, máster en Sicología Clínica, profesora de la Facultad de Sicología y colaboradora de esta página, considera que hay mayores niveles de parafilias en los hombres porque acostumbran a buscar algo que está fuera de ellos para obtener su satisfacción. Para las mujeres el amor es más importante y el acceso a lo patológico es a través de ese sentimiento.
En la próxima edición estaremos hablando sobre las implicaciones legales que traen los actos exhibicionistas y los tratamientos a los que pueden someterse las personas que lo practican.