Y.L.: Mi vida ha tomado un nuevo rumbo. Ya no me gustan los hombres, soy homosexual. Conocí una mujer que es mi vida y mi complemento. Llevamos tres meses y medio juntas. Ambas somos madres. ¿Cómo podemos enfrentar a nuestros padres? ¿Cómo hacer que nuestros hijos no sean afectados? ¿Cómo enfrentarnos a esta situación?
No hay recetas universales. Todo depende de la singularidad de los implicados. Es importante confiar en la experiencia adquirida en nuestra historia. Seguramente, con padres e hijos ya has vivido situaciones conflictivas y has sabido superarlas. De cada problemática previa resta un saber (a veces inconsciente) susceptible de volverse a aplicar.
Es preciso ir despacio cuando se informa aquello que la otra persona pudiera no querer aceptar. Habrá que ir explorando la disposición, dejar planteado algo del asunto y dar lugar a las diferentes maneras de reaccionar. Luego se irán encontrando las formas de vivir tu nuevo rumbo, teniendo en cuenta los límites y posibilidades de tus seres queridos.
Los estudios psicológicos aplicados a hijos de homosexuales arrojan niveles de salud similares a los de aquellos cuyos padres son heterosexuales. Por otra parte, tampoco «heredan», ni «reproducen» la orientación sexual de sus progenitores.
El rechazo a la homosexualidad ha sido tan propagado históricamente, que hoy muchos arrastran prejuicios. Son arduos los esfuerzos para potenciar la aceptación y tolerancia de las diferencias a nivel social, pero la segregación perdura sin ser ya tan intensa, ni generalizada. Habrá que disponerse a enfrentarla con respeto, talento y creatividad.
Mariela Rodríguez Méndez, Máster en Psicología Clínica