¿Puede el amor sobrevivir a la distancia? La respuesta final, la valedera para ti, solo la descubres cuando te enfrentas a una historia de esas
¿Puede el amor sobrevivir a la distancia? ¿Puede nacer siquiera antes del contacto físico, alimentado por las comunicaciones telefónicas, las postales o mensajes electrónicos? ¿Es creíble un noviazgo en Facebook u otras redes sociales? ¿Tiene sentido establecer acuerdos de fidelidad emocional y a la vez tener sexo con otras personas?
Según su experiencia, prejuicios y voluntad, buena parte del público responderá que sí a estas preguntas. Otro grupo expresará reservas con las ideas menos convencionales, y un pequeño porciento será rotundo en su negación.
Sobre el tema hay miles de comentarios en la web avalados por encuestas sociológicas, criterios de terapeutas y hasta experimentos neurofisiológicos en humanos y otras especies.
La respuesta final, la valedera para ti, solo la descubres cuando te enfrentas a una historia de esas, y ni siquiera depende totalmente de tu deseo porque de buenas intenciones suele empedrarse el camino hacia el infierno.
Para la psicóloga chilena Pilar Sordo, la salud de un amor a distancia depende mucho de la madurez de quienes lo potencian. Al respecto escribe en su blog: «Mientras más jóvenes sean los involucrados, más dificultades tienen para poder vivir la distancia, ya que se requiere tener la capacidad de cultivar y aprender a estar con el otro sin estar físicamente con él o con ella».
Más allá de lo que ocurra al margen de la relación (de forma pública o encubierta), el propio diálogo entre amantes puede ser fuente de malentendidos y rupturas. En el teléfono y el chat falla la comunicación extralingüística, que incluye no solo gestos y expresiones del rostro, sino también otras señales claves para «leer» a la pareja, porque las emociones sí se huelen y palpan.
El consejo de la experta es dejar los temas importantes para cuando se pueda hablar personalmente. «El chat puede ser un arma de doble filo en la solución de los conflictos, ya que se interpretan los tonos del mensaje y eso puede inducir a errores en la comunicación».
El amor no es solo un sentimiento, también es una decisión que debe mantenerse en presencia o en ausencia del otro, alimentada con voluntad y madurez, afirma la doctora Sordo, quien insiste en la importancia de mantener proyectos propios, para que «no necesiten desesperadamente estar con el otro».
Así cada vez que están juntos tienen algo nuevo que aportar a la relación, historias que compartir. «Las parejas que tienen éxito en este tipo de relación son las que saben valorar y aprovechar esos tiempos y además son capaces de continuar con sus proyectos a la distancia», opina la experta.
La visión cultural del género aporta matices relevantes al concepto de fidelidad a distancia. Se dice que las mujeres no sienten deseo sexual a no ser por la persona que aman y, por tanto, no se espera que «traicionen» ese vínculo, mientras que el hombre es más dado a complacer apetencias del cuerpo con cualquiera que le guste medianamente, porque su deseo es más inespecífico y no necesita anclar su satisfacción a sentimientos.
Esta teoría la comparte el español Francisco Cabello, terapeuta sexual de gran experiencia que ha visitado Cuba en varias oportunidades, pero aclara que detrás de esos patrones hay sin dudas un condicionamiento cultural que responde al interés del patriarcado dominante.
En las últimas décadas esa relación biunívoca entre sexo y amor se ha ido rompiendo también para muchas mujeres, a medida que su desarrollo social les permite enfrentar proyectos de vida en soltería sin renunciar al placer o la maternidad.
En cuanto a la edad, mucha gente joven cree que se puede mantener la unión virtual con el propósito de consolidar la relación más tarde, pero sin renunciar a ciertas libertades en el plano erótico, dejándoles claro a las personas elegidas que hay un sitio reservado para otro ser.
En la adultez se espera un poco más de lealtad en el plano erótico, o al menos de discreción, pues el criterio ajeno importa más y hay pautas sociales que impactan más allá de la vida privada.
Palabras como prestigio y consecuencias cobran relevancia cuando van asociadas a la razón del alejamiento, pues no es lo mismo estar entre gente extraña por un par de días o semanas que compartir dos años con colegas que a veces lo son también de tu pareja, según cuentan a Sexo Sentido varias personas en esta situación.
Otro matiz lo impone el qué ocurrió primero: la distancia o el amor presencial. Con el primero es más fácil sentirse libre de compartir cama con otras personas, pero al revés hay más remilgos, especialmente si no se ha pactado nada al respecto.
Aunque no se asuma, puede ser peligroso enamorarse por correo o Internet, sobre todo en la adolescencia, porque las frustraciones no se viven con igual intensidad o evolución. Por eso Sordo recomienda que la familia regule ese tipo de relaciones.
Y aún hay otro rasero curioso: en el imaginario popular es menos reprochable que se «relaje» la persona que parte y, en cambio, se ve muy mal que lo haga quien queda a cargo del hogar y asume más carga en su rutina, especialmente si es mujer. ¿Será que el síndrome de Penélope sigue rigiendo nuestras vidas tantos siglos después?