Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Por una pedagogía de la ternura

El proceso de formación de una ciudadanía que sepa comportarse, dialogar, negociar y respetar, es tarea de primer orden en los tiempos que corren para consolidar una cultura de paz

Autor:

Ania Terrero

Lo que a las buenas te ganas, nadie te quite a las malas

(proverbio popular)

«El camino hacia una correcta educación de la sexualidad y la prevención de la violencia es la pedagogía de la ternura y el respeto», aseguró la Doctora Miriam Rodríguez Ojeda, vicedirectora de la Cátedra de Género, Pedagogía y Educación Sexual de la Universidad de Ciencias Pedagógicas (UCP) Enrique José Varona.

JR conversó con la experta en el espacio bimestral que propicia la Sociedad Cubana Multidisciplinaria para el Estudio de la Sexualidad (Socumes) en la Casa Cultural del ALBA, el cual se asomó en enero al reto de la universidad pedagógica en la prevención de la inequidad de género mediante el fomento de habilidades comunicativas en temas tan complejos como la sexualidad y la no violencia.

El tema había sido abordado antes por la Doctora Alicia González, promotora de la Pedagogía de la Sexualidad en Cuba, durante el I Congreso Iberocubano de Género, Educación, Salud y Desarrollo Humano: «Nos propusimos fortalecer la formación del profesorado y el estudiantado de nuestras universidades desde una perspectiva de género, a fin de superar el sexismo y la violencia, que limitan el pleno desarrollo personal y profesional».

Según Yoanka Rodney, miembro del ejecutivo de la Socumes y jefa de la disciplina Formación Pedagógica General en la UCP Varona, tales investigaciones se iniciaron desde el 2001 en algunos centros educativos, y ya a partir del 2010 se incrementó la labor directa de formación de docentes en tal sentido.

«Hoy nuestra comunidad educativa tiene más conciencia de lo que es una situación de violencia, pero no sabe cómo prevenirla ni a quién acudir, y en eso trabajamos», argumentó Yoanka.

Violencia ¿pedagógica?

Cuenta la Doctora Miriam Rodríguez que cierta vez estaba en una escuela y observó a un grupo de niños y niñas sentados con su auxiliar pedagógica. Una de ellas se quejó llorando porque un varón la había molestado, y enseguida al pequeño lo regañaron y lo mandaron para la dirección.

«Eso me llamó la atención, y le pregunté qué había pasado. Él dijo que ella tenía los ojos muy bonitos y le gustaba, por tanto fue censurado porque el encanto no era recíproco, pero la auxiliar no indagó en las causas de la situación».

Según reflexiona la experta, a hechos como este se suman otros métodos inadecuados, como las libretas de anotar indisciplinas y las copias, que muchas veces generan diferencias sexistas y actos violentos infantiles.

Considera que es necesario visibilizar esa problemática para buscar soluciones, porque a partir de esos actos de castigo, maltrato o censura —de cierta forma legitimados por la historia—, la convivencia escolar se vuelve estresante.

Su colega Yoanka insistió: «Debemos erradicar del imaginario docente criterios como el de “educar con mano dura” y “la letra con sangre entra”. La violencia es un fenómeno multifactorial y complejo, pero es prevenible si se unen la escuela, la familia y otras instituciones, en aras de una cultura de paz y respeto».

La Doctora Rodríguez apuntó que es necesario extender esa visión más allá del contexto escolar, hacia todas las redes sociales en las que menores y adolescentes se desarrollan, porque la violencia de      género se legitima a través de otros productos culturales, como las canciones divulgadas por los medios de difusión, y en el aula deben poder demostrarse los peligros de ese tipo de música, sin prohibir, censurar ni culpar, solo buscando soluciones y conciencia de paz.

En busca de un sueño

A partir del Programa de educación de la sexualidad con enfoque de género y derechos sexuales, recogido en la resolución ministerial 139 de 2011, esos conocimientos se fortalecieron en la carrera Psicología pedagogía, la cual propició a sus estudiantes la búsqueda de información y apoyo para analizar comportamientos de riesgo en la vida sexual, además de fomentar habilidades psicosociales que ayuden a prevenir la violencia de género y el abuso sexual.

Esos objetivos hoy se materializan en asignaturas básicas como Higiene de la actividad pedagógica, Prevención en el contexto educativo y Prevención de la violencia; pero también en investigaciones dedicadas al estudio del acoso y de la convivencia escolar, así como en proyectos coordinados con otras instituciones y organismos internacionales.

Las otras especialidades pedagógicas están empezando a incluir esas líneas en su currículum, a partir de este curso, explicó Yoanka. Claro que hablar de esos temas con las generaciones más jóvenes puede ser complicado: a veces se generan burlas o rechazos que, si no se manejan bien, pueden interferir en el proceso comunicativo.

Por eso se impone seguir el paradigma de la ternura y el respeto que promulga la reconocida pedagoga Laura Turner, aseguró la Doctora Miriam. Tales conceptos se plasman como política en todos los programas, pero hay que ponerlos más en práctica, y compartir mejor los métodos de quienes en la dinámica diaria tienen éxito a partir de esos principios sociales democráticos, argumentó la experta.

Sin importar su edad, el personal de una escuela debe ser capaz de enfrentarse a estos temas polémicos de forma agradable, segura, armónica, justa, y no desde una posición de poder sexista y discriminatoria. La meta final puede parecer ambiciosa, pero formar a una ciudadanía que sepa comportarse, dialogar, negociar y respetar, es tarea de primer orden en los tiempos que corren.

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