Hace falta mucho conocimiento y tranquilidad de espíritu para enfrentar el reto de vivir como seres sexuados sin que el sufrimiento nos desborde
Por instantes ser feliz / alguien tiene que pagar / en un círculo sin fin.
Buena Fe
Cuando se habla de amor casi siempre se piensa en el lado hermoso de la vida, sus momentos de goce y felicidad, pero es saludable recordar que todo proceso vital entraña pérdidas, y toda pérdida lleva su cuota de dolor.
Para algunas personas la elaboración de ese duelo es un paso natural, rápido y enriquecedor. Otras llevan «la procesión por dentro», como dicen las abuelas, y pasan mucho tiempo sumidas en el sufrimiento hasta convertirlo en algo patológico, según explicaba el profesor Alejandro Salas, psicólogo y tanatólogo* de Jalisco, México, en el reciente congreso cubano Sexología 2012.
Algo así puede ocurrir tras la ruptura de una pareja, el distanciamiento de los hijos, los cambios naturales en nuestro cuerpo, y también asociado a experiencias muy desagradables como las agresiones sexuales, las ITS, una disfunción reiterada, un diagnóstico de infertilidad, una cirugía radical o la muerte de nuestros seres queridos.
Hace falta mucho conocimiento y tranquilidad de espíritu para enfrentar el reto de vivir como seres sexuados sin que el sufrimiento nos desborde, y sobre todo sin perder de vista que muchas veces no podemos evitar las causas, pero al menos podemos elegir qué hacer con nuestras emociones.
El origen del duelo puede estar a la vista y no ser identificado por los demás. Hasta para la misma persona a veces resulta inexplicable la angustia que provoca, causada por fenómenos esperados —y a veces sufridos— con antelación.
La pubertad es uno de esos momentos, dice Salas: El cuerpo deja atrás los rasgos de la niñez (de los que no siempre da gusto desprenderse) y avanza hacia lo desconocido: ¿Cómo serán mis pechos, mi cintura, mi pelo…? ¿Cuánto crecerán mi pene, mis hombros, mi estatura…?
La incertidumbre duele y la «competencia» con los pares genera estrés. Las expectativas de belleza impuestas desde los medios audiovisuales aumentan la ansiedad a niveles difíciles de explicar, y para colmo muy pocas familias contribuyen a mejorar esa situación. ¡Más bien la agravan con bromas, curiosidades y comparaciones innecesarias!
Para lograr que cada adolescente pase esa etapa sin cometer locuras irremediables es preciso cultivar su espiritualidad desde la primera infancia y ayudarles a crecer fuertes, no solo de cuerpo e intelecto, sino también en sus emociones.
Tales consejos también son válidos para enfrentar el duelo en que nos sumen algunos cambios tan naturales como los que conlleva el embarazo, la mediana edad o la ancianidad, y otros que sorprenden y asustan, como la pérdida de una parte del cuerpo por enfermedad o accidente.
En cualquier caso es lógico vivir cierto duelo, pero en un tiempo prudencial debemos salir del mismo y reafirmar nuestra dignidad con la ayuda de quienes nos aman, comprendiendo que nuestro «todo» siempre será más completo y hermoso que la suma imperfecta de sus partes.
Otro motivo de duelo sexual es elegir parejas «disparejas» según el esquema tradicional imperante. En tales casos la angustia no proviene de la diferencia, sino del temor de violentar estereotipos muy interiorizados. Curiosa paradoja: sufrimos como sujetos culturales por lo que en el plano individual nos hace vibrar de felicidad.
Tal es el duelo de las personas que deciden relacionarse eróticamente con otras de su mismo sexo, las parejas birraciales, aquellas con una marcada diferencia de edad, las que no comparten ideología, religión o clase social, y quienes viven en lugares lejanos (incluso dentro del mismo país), sobre todo si uno es rural y el otro citadino.
Los tiempos del duelo cambian según la personalidad del sufriente, pero se le considera patológico cuando tarda demasiado y compulsa a tomar decisiones extremas como romper lazos con otras personas, abandonar proyectos o atentar contra la propia vida.
Se necesita mucha comprensión y ayuda externa para salir de esa crisálida y aceptar lo inevitable de la mejor manera posible, para lo cual el primer paso es aceptar que el dolor es parte constitutiva del amar.
En toda relación es importante aprender a dejar ir las cosas en el momento preciso y crear espacio a lo que viene detrás. Después de una decepción se abren dos caminos, el del odio y el del amor, y por muy grande que haya sido nuestra pérdida, lo que nunca perdemos es la capacidad humana de elegir cuál de los dos tomaremos.
*Tanatología se deriva del nombre griego thanatos: muerte, y logos, estudio. Se refiere a la investigación científica de los fenómenos referentes a la muerte.