Las personas proactivas se mueven por valores cuidadosamente meditados y suelen tomar sus decisiones sin supeditarse a condicionamientos externos
«El secreto de ser paciente está en la certidumbre del resultado». Wayne Dyer
A lo largo de los años los seres humanos se han buscado entre sí para formar pareja. Muchos concuerdan en que tiempos atrás el protagonismo en estas decisiones correspondía solamente al llamado sexo fuerte.
Con el paso del tiempo, y luego de mucho batallar, la mujer finalmente ganó un lugar respetado en este terreno, lo cual trajo consigo, entre otras cosas, que hoy hombres y mujeres se disputen por igual el arte de quién enamora a quién.
Aunque tomar las riendas del asunto es algo habitual en nuestros días, aún quedan personas que prefieren permanecer sentadas para que el amor toque justo en sus narices: bien porque confían en sus bondades o por estar resignados a sus penas, o simplemente esperando un milagro.
Otras, en cambio, toman la iniciativa y hacen que las cosas sucedan a su modo. Cuántas veces hemos dejado pasar la oportunidad de hablarle a alguien que nos interesa y de repente ¡zas! otro llega y se lleva lo que hemos soñado.
Y después ¿de quién es la culpa? ¿De la inseguridad? ¿Del miedo...? En todo caso, de nuestra falta de proactividad.
Las personas que suelen tomar sus decisiones y no se supeditan a agentes o condicionamientos externos, esas que en ocasiones son clasificadas a la ligera como simples oportunistas, son aquellas que en hora buena han desarrollado el hábito de la proactividad.
Para alguien poco proactivo o totalmente reactivo resulta difícil comprender el don de esas personas decididas y avivadas que van directo a su objetivo sin pizca de temor. De esto se trata la proactividad: no es simple oportunismo o insensibilidad, sino una herramienta que nos permite no solo tomar la iniciativa sino además asumir la responsabilidad de hacer que las cosas sucedan y decidir en cada momento lo que queremos y cómo lo vamos a concebir.
Según el doctor Steven Covey, profesor de la Brigham Young University, la esencia de una persona proactiva radica en la capacidad de subordinar sus impulsos a los valores humanos, mientras que las personas reactivas son aquellas afectadas constantemente por las circunstancias, las condiciones y el ambiente social.
Un hombre o una mujer reactiva solo estará a gusto si el entorno que le rodea es apropiado para su forma de ver las cosas. Estos individuos en ocasiones centran sus esfuerzos en su círculo de preocupación, en los defectos de otros, en los problemas del medio y en circunstancias sobre las que no tienen ningún control. Consternados en su letargo, no tienen la libertad de elegir sus propias acciones.
Sin embargo, las personas proactivas se mueven por valores cuidadosamente meditados y selectivos: pueden pasar muchos sucesos a su alrededor, pero ellas se mantienen dueñas de su reacción ante esos estímulos. Centran sus esfuerzos en el círculo de influencia, se dedican a aquellos asuntos con respecto a los cuales pueden hacer algo productivo, y les sacan provecho. Como su energía es positiva, amplían su círculo de dominio.
¿Proactividad igual a intranquilidad?
Pudiéramos pensar que una persona hiperactiva está asociada del todo con la proactividad, pero no debemos confundir el término intranquilo con enérgico. Ser proactivo no significa actuar de prisa, de forma caótica o desorganizada, ni dejándose llevar por los impulsos del momento. Las personas que tienen el hábito de la proactividad no tienen que ser agresivas, arrogantes o insensibles, como defienden algunos. Todo lo contrario: se mueven a través de la transparencia, saben lo que necesitan y actúan en consecuencia con lo que quieren lograr.
Claro que, en la mayoría de los casos, la proactividad es un elemento importante a la hora de buscar pareja, pero debemos pensar que existen otros factores de peso como la humildad, la sencillez, la inteligencia y el buen gusto, que son elementos mucho más apreciados que la propia virtud de ser decididos.
Una vez conocí en un evento a un muchacho bastante proactivo, acostumbrado a conseguir, con su gran ímpetu, todo lo que se proponía. Allí había una muchacha de esas que algunos suelen llamar «raras» por su buen gusto y su inteligencia poco común.
El joven quiso acercársele y se llevó un gran fiasco: no sabía mucho de poesía ni de improvisaciones. Tampoco pudo hablar nada cuando la joven le comentó sobre los trabajos expuestos allí. Se concentró tanto en conquistarla que se olvidó de agradarla.
Esto nos enseña que ser proactivos es una cosa y buscar pareja a través de la proactividad es otra. Debemos crearnos el hábito de saber agradar y cultivar la sabiduría, pues alguien bien preparado, con una gota de sensibilidad y quizá hasta poco activo pudiera ganarnos la pelea cuando de proactividad sin valores adicionales se trata.
Si bien hemos visto que las personas que toman el protagonismo suelen ir un paso adelante, a veces descuidan eso que algunos reactivos suelen tener: paciencia, inteligencia dormida y un tilín de ternura.
Pregunte sin pena
Y.A.: Tenía una relación de cinco años con mi novio y hace más de ocho meses nos separamos, pero todavía lo quiero y me gusta. Ya tengo otra relación y no me va mal. Pero antes de tener ninguna, nos vimos a menudo. Él me decía que no podíamos volver porque así estábamos mejor, que su moral estaba por encima de todo, aunque sé que me quiere y le gusto. Quisiera que me aconsejaran.
Has iniciado ya una nueva relación y esto introduce un cambio en aquellos encuentros irregulares. De algún modo ya comenzaste a romper este juego de complicidad sin compromiso. No son pocas las veces que damos los primeros pasos sin ser conscientes de nuestra determinación, pero ya estamos decidiendo.
Posiblemente te quiere y le gustas, pero ha resuelto mantener la informalidad contigo. Él se siente mejor así. Ahora tienes novio y todavía puede reconquistarte porque aún estás enamorada. Si no hace nada al respecto, está confirmando su postura.
En esta situación te resta esperar indefinidamente por estos encuentros fortuitos o emprender en verdad esa nueva relación. Lo que está en la base de una u otra elección es tu convicción de prolongar o terminar este vínculo que te da satisfacción, pero no promete ir más allá.
A veces es tan fuerte nuestro deseo que analizamos parcialmente el discurso de los otros. El mismo está compuesto por lo que se dice y lo que se hace. Los silencios y la inactividad son también modos de expresarse.
Nada dices de la causa de la ruptura. Pero la historia pudiera ayudarte a comprender tu posición y la de este ex, que para ti sigue siendo tu novio. Quizá así puedas entender cómo para él es mejor no serlo y el lugar de su moral enaltecida.
Suele ser difícil cortar las cadenas de un amor que nos ha hecho feliz. Incluso de manera informal con tal de no perderlo. No obstante, el fin llega siempre que no actuemos contra las causas.
Mariela Rodríguez Méndez, Máster en Psicología Clínica, consejera en ITS y VIH/sida, psicoanalista
Sabías que...
SI una mujer durante su ovulación tiene relaciones con hombres diferentes en un plazo de 72 horas puede quedar fecundada de ambos.
Se le llama superfecundación heteropaterna. Las probabilidades son de uno en un millón, pero se han reportado al menos dos casos en los últimos 20 años: uno en España y otro reciente en Estados Unidos, confirmado por pruebas de ADN y por una gran diferencia entre los bebés resultantes.
Embarazos gemelares con dos óvulos fecundados son más comunes (70 por ciento) que los de un solo óvulo divido en dos (30 por ciento). Estos últimos generan mellizos idénticos porque tienen el mismo material genético, pero en el primer caso pueden ser hasta de sexo diferente (hembra y varón).
Si a cada óvulo viable en las trompas de Falopio llegan espermatozoides de hombres distintos pueden ser fecundados y convivir en el útero los próximos nueve meses sin más dificultad que dos óvulos fecundados por el mismo hombre.
Lo difícil será la convivencia familiar después del nacimiento... (Mileyda Menéndez)