Los mensajes por correo con diversos temas, que muchos reenvían sin detenerse a pensar en sus consecuencias, muchas veces terminan encadenándolos a ellos mismos
Todo indica que las vacaciones, el mayor tiempo libre y las Olimpiadas, se han combinado para que en los últimos días tenga lugar un resurgimiento de las cartas-cadena, muchas de estas en forma de hoax o bulos, con noticias falsas o promesas que nunca serán cumplidas.
El fenómeno es casi tan viejo como la palabra escrita, pues desde los tiempos modernos las cadenas comenzaron a expresarse en forma de cartas impresas que pedían ser reenviadas.
Sin embargo, con la rapidez de las comunicaciones que ha impuesto la informática es cada vez más preocupante el tema, pues además ha servido para que muchos se enriquezcan utilizando las cartas-cadena con diversos fines, en ocasiones hasta delictivos.
Muchos, atrapados por lo que creen será su día de suerte, temerosos de no cumplir con una amenaza, o haciéndoles caso a noticias falsas, se apresuran a dar clic en «reenviar» sin detenerse a pensar en el daño que hacen a otros e incluso a sí mismos.
Uno de los tipos de cartas o mensajes-cadena más difundidos son los llamados bulos o hoax, según su nombre en inglés, los cuales intentan hacer que un grupo de personas crean que algo falso es real.
Según los expertos, si bien los correos fraudulentos tiene normalmente una o varias víctimas específicas, y un objetivo delictivo o de lucro ilícito, los hoax son más masivos, y aunque pueden resultar muy dañinos, muchas veces tienen como objetivo echar a correr una «bola» informativa… al menos en apariencia.
Análisis realizados por empresas especializadas en seguridad informática como Symantec, Norton o Karspersky, han descubierto que muchos hoax sirven para recopilar grandes cantidades de correos electrónicos, bajo el supuesto de su reenvío constante, con los cuales después se conforman bases de datos que son vendidas a empresas que se dedican a la publicidad on line.
Como generalmente el destinatario de una cadena se convierte a su vez en remitente, sin ocultar las direcciones a las que envía el mensaje, al final siempre la fuente original terminará recibiéndolo de nuevo, pero «engordado» con cientos y hasta miles de direcciones nuevas, que después comercializa al mejor postor.
Este es apenas uno de los objetivos, ya que en otras ocasiones buscan engañar al destinatario para que revele su contraseña o acepte un archivo de malware, con el cual acceder de forma remota a su máquina.
En otras ocasiones los mensajes-cadena son también usados con fines políticos o para crear estados de opinión contrarios o favorables a un tema, específicamente en los últimos tiempos, en que su abuso se ha extendido a los foros en Internet y las redes sociales.
Muchas veces las cartas-cadena tienen como temática central las alertas falsas sobre virus informáticos, informaciones denigrantes o mentirosas sobre personas, instituciones o empresas, mensajes de temática religiosa, así como cadenas de solidaridad con causas en su mayoría inexistentes, supuestos regalos de grandes compañías o métodos para hacerse millonarios e incluso, una de las más comunes, mensajes de la suerte.
Según la Enciclopedia Virtual Wikipedia, un estudio realizado por la Asociación de Internautas, con 3 129 usuarios de la red de redes, reveló que el 70 por ciento de ellos no sabía distinguir entre una noticia verdadera, un rumor o un bulo, con lo cual es evidente que la mesa está servida para los creadores de este tipo de mensajes.
En su mayoría, no obstante, son fácilmente identificables, pues casi todos son anónimos, no citan fuentes específicas y no están firmados para evitar repercusiones legales.
También carecen de una fecha exacta de publicación para evitar su caducidad, y siempre tienen un gancho para atraer la atención, ya sea basado en amenazas de todo tipo, promesas de cumplir deseos o ganar dinero, o apelando a sentimientos solidarios.
Otras características comunes son su lenguaje neutro, sin referencia a una territorialidad específica, así como la siempre presente petición de reenvío en todos los casos, ya sea a un número de personas determinado, a algunos en específico o a toda la libreta de contactos.
Existen proveedores de correo electrónico que prohíben a los usuarios el envío de mensajes en cadena en sus condiciones de uso.
Los primeros hoax masivos de que se tienen noticia fueron difundidos en diciembre de 1994. Se trataba de una supuesta alerta sobre un virus llamado Good Times. Fue tan fuerte, que todavía hoy de vez en vez aparece en las bandejas de correo electrónico, enviado por alguien que cree estar haciéndonos un grandísimo favor.
Este tema de las supuestas alarmas ha sido casi constante en los hoax, cada uno con un lenguaje más amedrentador que el otro, y casi siempre haciendo alusión a falsos avisos de empresas como Microsoft, IBM e incluso creadores de antivirus como Norton o Kaspersky. Por ello muchos proveedores de Internet y específicamente de servicios de correo electrónico han intentado adoptar medidas para limitar esta nociva práctica, que además de hacer perder tiempo a las personas, crearle perjuicios a entidades o particulares, o servir de vehículo para cometer delitos, también congestiona innecesariamente los servidores.
Para las empresas son también un problema administrativo, debido al ancho de banda y espacio de almacenamiento que pueden consumir, especialmente en aquellas con pocas velocidades de conectividad o servidores de correo muy pequeños.
Eso, sin contar la pérdida de tiempo de los trabajadores leyendo y reenviando, y la saturación que en ocasiones provoca en la bandeja de correos. A su vez, como uno de los objetivos de las cadenas es precisamente recopilar direcciones para luego mandar correos comerciales no deseados, su reenvío se convierte en una espiral creciente de e-mails spam que congestionan y entorpecen los servicios informáticos.
Diversos países se han propuesto sancionar con fuerza esta práctica. En Estados Unidos, por ejemplo, es ilegal enviar cartas en cadena que impliquen un esquema piramidal u otro tipo de aliciente financiero, lo que aparece recogido en el Título 18, Código de los Estados Unidos, Sección 1302, del Postal Lottery Statute.
Otras naciones europeas, como Francia, España o el Reino Unido, también tienen proscrita esta modalidad de engaño, y en muchas de ellas se ha castigado con fuertes penas a quienes incurrieron en esa acción, específicamente las que lo hicieron con fines delictivos o para luego utilizar las direcciones en el envío masivo de correos comerciales no deseados.
Pero todavía queda mucho camino por andar en ese sentido, entre otras causas porque en ocasiones las cadenas se enmascaran de disímiles formas, incluso como presentaciones gráficas o power point con temas solidarios, de amistad o buenos deseos, que no obstante muchas veces son pesados y enlentecen la conectividad.
En Cuba, especialmente en aquellos lugares de baja velocidad de conexión, las cartas-cadena pueden ser un verdadero dolor de cabeza, por lo cual regularlas es muy necesario, y debe ser tarea de las administraciones e informáticos, pero también de los usuarios individuales.
Prohibir o limitar los mensajes en cadena debe ser una de las medidas de seguridad informática que es importante hacer cumplir, por el daño que causan y el que pueden provocar, pero también para frenar un fenómeno que termina dañando al mismo usuario.
A pesar de ello, es la cultura en el tema la que puede resolver o al menos limitar la expansión de un fenómeno tan dañino y a la vez molesto. Solo se trata de evitar dar un clic innecesario en «reenviar», y de esta forma atrevernos a romper las cadenas.