Una vez más la tecnología ha demostrado el papel primordial que desempeña en caso de desastres naturales para salvar vidas, y la importancia de tenerla presta antes de la ocurrencia de un fenómeno de gran magnitud
Desde el pasado sábado los días en nuestro planeta Tierra son más cortos, como consecuencia del poderoso terremoto que en la madrugada del 27 de febrero estremeció a Chile.
Este acortamiento de los días, no obstante, será imperceptible para los humanos, pues solo se trata de aproximadamente 1,26 microsegundos, algo ínfimo si tenemos en cuenta que un microsegundo es equivalente a una millonésima de segundo.
El estrechamiento de nuestro preciado día ya ocurrió anteriormente cuando el terremoto de Sumatra en el 2004, y es efecto del movimiento del eje de la Tierra en 2,7 milliarsegundos, o sea, unos 8 centímetros.
El eje del planeta azul no es el mismo que imaginariamente va de Norte a Sur de polo a polo, sino el real sobre el cual rota en sí misma la Tierra, pues ambas líneas están separadas entre sí por unos diez metros. Es la posición de ese eje lo que determina el tiempo que gira el asteroide sobre sí mismo mientras le va dando la vuelta al Sol, y por ende la duración de los días.
Los cálculos realizados por el Laboratorio de Propulsión de la Agencia Aeroespacial de Estados Unidos (NASA, por sus siglas en inglés) indican que la diferencia provocada por el terremoto en Chile es mayor que la ocasionada por el de Sumatra, pese a que este tuvo mayor intensidad, pues alcanzó 9,1 grados en la escala de Richter.
La explicación es que mientras Sumatra, en Indonesia, se encuentra más cerca de la línea del Ecuador, el epicentro del sismo chileno se ubica al sur y por ende los temblores que sacudieron el planeta impactaron más a su eje.
Mucho se ha especulado sobre este millonésimo acortamiento del día y las consecuencias que pudiera tener, entre otros aspectos, en el clima, uno de los más sensibles a las más ínfimas variaciones de la circulación terrestre.
Más allá de la oleada de solidaridad con el país latinoamericano, estas informaciones sobre las otras consecuencias del terremoto, captadas gracias a la sofisticada potencia que hoy tienen los equipos informáticos encargados de pesquisar los sacudiones de la Tierra, también han generado una serie de especulaciones catastrofistas.
No faltan las páginas, blogs y hasta chats dedicados exclusivamente a difundir el mensaje de la película 2012, otro alarde de efectos especiales tecnológicos, que basándose en una profecía maya predice que ese año el clima se volverá loco y será, si no el fin, al menos un cambio drástico de la civilización tal como la conocemos ahora.
Los científicos, en cambio, más dados a analizar datos que vaticinios agónicos, se apresuran desde hace unos años en instrumentar métodos y tecnologías cada vez más eficientes para predecir futuros y actuales cataclismos.
Redundar en la utilidad que han demostrado las nuevas tecnologías, ante la ocurrencia de catástrofes de la magnitud de las que han afectado en los últimos años a diversos confines del planeta, pudiera parecer cansón.
Sin embargo, nunca está de más recalcar que, precisamente gracias a las tecnologías que algunos consideran malas para la Humanidad, ha sido posible salvar innumerables vidas humanas, ya sea bajo los escombros de un terremoto en Sumatra, China, Haití o Chile, o ante el azote de un tsunami o los fuertes vientos de un huracán.
En Chile, desde hace unos días, ha vuelto a quedar demostrado que teléfonos celulares e Internet, e incluso hijas de estas como las redes sociales, son ya una herramienta insoslayable a tener en cuenta cuando ocurre una debacle.
Si bien casi todo el hemisferio occidental dormía cuando la madrugada del sábado pasado tembló Chile, muchos internautas se adelantaron a los canales de noticias televisivos y hasta a la propia radio, al difundir en vivo los primeros segundos de la desgracia que estremeció a ese pueblo.
Cientos de usuarios de la red social Twitter, un sistema de intercambio de mensajes de 140 caracteres o menos, que se pueden enviar desde un teléfono celular, las computadoras y los mensajes de texto, desempeñaron un papel vital para informar sobre lo que pasaba y hasta para tranquilizar a quienes temían por la suerte de sus seres más queridos.
Fotografías de los efectos del sismo, mensajes pidiendo ayuda de los que estaban atrapados, lamentos de personas, palabras de solidaridad y aliento, todo circuló gracias a a Internet en diversas páginas de redes sociales.
No faltaron hechos realmente extraordinarios, como el de un usuario anónimo que a través de un teléfono celular iPhone transmitió en vivo videos desde el centro de Santiago de Chile mientras el suelo bajo sus pies se removía, o el de la periodista Mónica Rincón, conductora de la televisión nacional de ese país, que resistió en el set las siete réplicas posteriores al sismo, y mientras todo se estremecía a su alrededor ella, con toda ecuanimidad, llamaba a la calma.
Fue tal el impacto de esta joven periodista, que más de 16 000 personas del portal web Ustream siguieron atónitos la muestra de coraje de la joven y sus colegas que garantizaban la transmisión, y hasta el canal de noticias CNN insertó la señal de TVN en su cobertura del hecho.
Desde los primeros minutos posteriores al suceso, comenzaron a nacer páginas webs y sitios en las redes sociales para encontrar a víctimas, como lo demuestran las decenas de miles de mensajes bajo el hashtag (etiqueta) #terremotochile o #chile que se han sucedido en Twitter, o los que han poblado Facebook, YouTube y otras redes sociales.
Solo en Twitter, una cuenta creada para buscar familiares o amigos que estén afectados por la tragedia bajo el nombre @ayudachile, tenía el lunes, dos días después, más de 8 600 usuarios registrados.
Otras herramientas accesorias como Twitcaps y de Twicsy permiten ver cientos de fotos captadas en diferentes puntos del país. Incluso se han abierto sitios por parte de la UNICEF y otras organizaciones de Naciones Unidas para que muchas personas puedan donar dinero a las víctimas.
Algunos «grandes» de Internet se han apresurado, como ya ocurrió en Haití, a poner on line herramientas para buscar a personas desaparecidas, como lo hizo desde el domingo Google.
Este servicio pregunta a los usuarios por su localización y a continuación da la oportunidad de elegir dos opciones: tanto buscar personas, como proporcionar información sobre el estado de otros afectados. Ha sido tal su éxito, que a las diez de la mañana del lunes ya tenía más de 35 600 entradas.
Quizá la más curiosa de todas estas herramientas sea la desarrollada por la U.S. Geological Survey, de Estados Unidos, en colaboración con Twitter, para intentar detectar por los mensajes de las personas dónde ha ocurrido un terremoto en el mundo.
El proyecto Twitter Earthquake Detection es un sistema que registra los mensajes que aparezcan en Twitter referidos a sismos, y los microlocaliza según su lugar de procedencia.
Es, sin dudas, un esfuerzo más en aras de tratar de minimizar un fenómeno natural que el hombre se declara impotente para prever todavía, por más equipamiento que haya desarrollado.
Y es que, más allá de vaticinios agoreros como los que citábamos al principio, a diferencia de otros sucesos como huracanes, sequías, inundaciones, heladas o cambios del clima, los terremotos se resisten a ser predichos o anunciados con certeza por más tecnología que se les aplique.
Sí han enseñado, en cambio, la utilidad que tienen teléfonos celulares y las redes informáticas para minimizar su impacto y salvar vidas, un mensaje que no debe ser desoído por nadie y que es muy útil para todos los países.