Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

¿La costumbre más fuerte que el amor?

La vigesimoctava temporada habla de la longevidad viva de Los Simpson

Autor:

Juventud Rebelde

¿Será que después de 27 temporadas —la cadena Fox comenzó a emitir la vigésimoctava este 1ro. de octubre— es inevitable que para Los Simpson funcione aquello de que la costumbre puede más que el amor? Porque lo que no se puede esconder es que por años se ganó el derecho a que millones de seguidores la ubicaran en el sitial reservado para los clásicos —la revista Time, por ejemplo, llegó a calificarla como la mejor serie del siglo XX—, mientras que desde su estreno en diciembre de 1989, y por un largo período, no hubo reconocimiento que se le resistiera: 25 premios Emmy, 24 premios Annie, un Peabody... Sin embargo, aunque se ha anunciado que habrá una entrega 29, cada vez son más quienes consideran que se nota la involución, que los espectaculares «muñequitos» creados por Matt Groening ya no hacen tanta gracia.

Pero, ¿qué ha ocurrido con The Simpsons para que la mayoría de los televidentes considere que ha ido perdiendo su rumbo? No pocos señalan que quizá a sus realizadores se les ha ido la mano con la cantidad de temporadas (cada una tiene un promedio de 22 capítulos). Piensan que, después de casi tres décadas al aire, qué más se podrá contar de una misma familia, que pueda mantener el interés. Y sin embargo, un «alguito» le queda, afirman todavía sus defensores,  que la siguen esperando como el primer lejano día, al igual que la cadena televisiva que la emite, que no cree en nostalgias cuando se trata de negocio. 

Claro, no estamos hablando de cualquier familia común norteamericana, sino de la que encabezan Homero y Marge, y completan Bart, con su eterna mala conducta; Lisa, la genio de la ciudad; y Maggie, siempre embelesada con su chupete, tal vez la más querida y exitosa en la historia de la televisión. Los cinco constituyen verdaderas estrellas, pese a los serios problemas que los guionistas los han hecho enfrentar a lo largo de los años, o justamente por ellos.

Fue así como The Simpsons se convirtió en un fenómeno de audiencia y social, cuando estos animados que se dispusieron a probar «fortuna» en 1987 como cortos de pocos minutos dentro de The Tracey Ullman Show, comenzaron a meterse sin miramientos con el Gobierno, la Iglesia, las adicciones (alcoholismo, juego, drogas, la comida, etc.), la discriminación a extranjeros, la homofobia, la corrupción (policía y política), el fanatismo, la posesión de armas de fuego; la educación, no solo la escolar sino también la que se debe dar de las puertas de las casas hacia adentro...

Ello explica que desde que se dieron a conocer, la gente se percatara de que Los Simpson poco tenían que ver con la llamada familia tradicional norteamericana. Fue una novedad que sorprendió al mundo, cuando descubrió a esta gente a la que no le faltan los malos modales y que a veces disfruta insultándose. Cierto que Homero podía ser un poco tonto y que Bart no fuera demasiado inteligente y tuviera problemas de conducta, pero en el fondo los animaba un buen corazón. Y eso los hacía encantadores. Sin embargo, todos los personajes se han ido desdibujando con el tiempo, algo que definitivamente le sienta fatal a una comedia coral como esta.

Le ha pasado a Homero, el jefe de seguridad de la planta nuclear de Springfield (cualquiera diría que por su menguada capacidad ese «nombramiento» es una clara burla al sistema), el hombre medio simplón, algo infantil y torpe que se esforzaba por ser un buen padre y a quien le escuchábamos frases como: «Den las gracias a su madre, ahora que es una persona mejor nos hace ver lo horribles que somos», quien se ha ido tornando en un ser agresivo y perdido en medio de un ambiente donde abunda la violencia sin sentido.

Los fans de estos muñes dirigidos sobre todo al público adulto, intentando buscar una explicación a la falta de gancho que algunos le achacan en la actualidad, han decidido echarle la culpa, incluso, al hecho de que la animación se realiza en Corea del Sur, tal vez desconociendo que siempre ha sido así desde que se transmitiera el primero de los capítulos, Sin blanca navidad, en el cual una extraña familia amarilla, que no tenía dinero para comprarse sus regalos para las celebraciones, acaba sumando a un miembro más, el perro.

Mas la generalidad piensa que esta producción ha ido perdiendo fuerza en lo que era su principal arma de triunfo: los guiones. Lo demuestran incluso algunos de los títulos que se les han otorgado a episodios más cercanos: Bart se enamora de una vaca llamada Lou, Selma se casa con el abuelo, Lisa se vuelve una adicta al tabaco para poder ser bailarina... Todo parece indicar que el equipo de escritores se ha ido agotando y, por tanto, ha dejado escapar las musas.

Se nota también en el efectivísimo humor que se echa de menos: se extraña  esa sátira ácida sobre la sociedad que nos regalaban emisión por emisión, para cederle el paso a una sucesión de gags que buscan la sonrisa fácil dentro de un argumento que, a pesar de mantener una evidente carga intelectual, ya no amarra a las butacas como lo hacía antes.

No obstante, para la Fox sigue siendo rentable, lo cual significa que posiblemente en el 2019 Los Simpson celebren su trigésimo aniversario. Habrá que ver quiénes se apuntarán para seguir sus andanzas por esta vida, lo mismo por amor que por pura costumbre. Seguro que no escasearán aquellos que decidirán alejarse de la longeva serie de una vez, pero hasta ellos sabrán reconocerle que le han sobrado también los méritos a este producto audiovisual que todavía hoy incita a su estudio, desde múltiples disciplinas.

El creador

Matthew Abraham Groening.

En verdad no fue la serie The Simpsons el primer éxito del artista gráfico Matthew Abraham Groening, su creador, sino Life in Hell. Cuentan que James L. Brooks, productor de la naciente cadena de televisión Fox, lo convocó para que ideara una serie de cortometrajes animados para un programa semanal de entretenimiento que sería presentado por la actriz y comediante Tracy Ullman. Ahí estuvo la génesis de esta producción que, según ha dicho el también autor de Futurama, se basó en su propia familia, «no por lo disfuncional, sino por la unidad de sus miembros a pesar de todo».

Bien famoso

A Los Simpson se les conoce como los Picapiedra de los años 90. Tan fuerte ha sido su presencia en la sociedad, que uno de ellos, Bart, llegó a incluirse entre los personajes más influyentes del siglo XX. Para crearlo su «progenitor» se inspiró en las siluetas de Mickey Mouse y de Batman, de donde surgió el característico peinado puntiagudo que lo distingue.

Comparte esta noticia

Enviar por E-mail

  • Los comentarios deben basarse en el respeto a los criterios.
  • No se admitirán ofensas, frases vulgares, ni palabras obscenas.
  • Nos reservamos el derecho de no publicar los que incumplan con las normas de este sitio.