The Big Bang Theory (TBBT) constituye una excepción en el mundo de las sitcom, pues la producción rompió con la tradicional fórmula de reflejar a personas atractivas para centrarse en personajes nada comunes...y salió airosa
Que una serie sobre la vida de brillantes científicos, apasionados incurables de la física, las matemáticas y los cómics, y su amiga no tan inteligente, resultara una exitosa propuesta, era algo dudoso y hasta improbable.
Así lo creyeron no solo los espectadores, sino también sus creadores. Pero las leyes de las sitcom tuvieron en The Big Bang Theory (TBBT) una excepción, pues la producción rompió con la tradicional fórmula de reflejar a personas atractivas, muy apegadas a los cánones de belleza imperantes, para centrarse en personajes nada comunes, y salir airosos.
Detrás de la idea estaba un hombre que la crítica especializada ha catalogado como el monarca de la farsa o el Rey Midas de las comedias de situación: Chuck Lorre. Si su nombre le suena no es casualidad, porque el guionista, director y productor de televisión estadounidense ha sido la mente maestra detrás de títulos como Roseanne, Grace Under Fire, Cybill, Two and a Half Men y Mike y Molly, por solo mencionar algunos —los tres primeros tal vez sean poco conocidos en nuestro país, pero son series aplaudidas en Norteamérica, mientras que los dos últimos no necesitan presentación.
Precisamente, esa iniciativa de salirse de los siempre bien recibidos convencionalismos, Lorre la tomó de Mike y Molly, en la que decidió mostrar como protagonista a una pareja de obesos, mientras para TBBT se inclinó por un grupo de científicos, geeks, nerds, frikis, empollones, cerebritos, o sea, chicos genios…, ese tipo de persona que por lo general termina siendo víctima del bullying (acoso) o de las burlas de sus compañeros de estudio. Ellos tienen en su contraparte a la típica rubia tonta, construida, con algún que otro retoque, a partir del estilo Marilyn Monroe.
Cuenta Lorre, en un especial que se transmitió en la quinta temporada, que todo surgió en una conversación que sostuvo con el cocreador, Bill Prady (Muppets, Married With Children, Dream On, Star Trek: Voyager y las Chicas Gilmore), en la cual este le contaba las experiencias vividas con sus compañeros cuando trabajaba como programador. Le decía lo brillantes que eran, al tiempo que se comportaban como totales incompetentes en muchos aspectos de la vida social.
«Aquello nos pareció interesante a la vez que gracioso —narró Chuck— y sirvió como punto de partida para concebir estos seres extraordinarios, que se veían precisados de luchar en la tarea cotidiana de vivir».
El 24 de septiembre de 2007 la cadena CBS emitió el capítulo piloto, que comienza cuando Sheldon (Jim Parsons) y Leonard (Johnny Galecki), dos físicos que trabajan en Caltech, el renombrado Instituto Tecnológico de California, conocen a la sensual Penny (Kaley Cuoco), aspirante a actriz, que acaba de mudarse al apartamento vecino. Este último queda prendado de ella y, de esa manera, la dinámica del grupo que completan Howard (Simon Helberg) y Raj (Kunal Nayyar) cambia por completo.
En el curso de la serie se muestra la dificultad de los protagonistas masculinos para relacionarse con gente fuera de su entorno, principalmente del sexo femenino, dando lugar a situaciones hilarantes.
Además de exponer esa cofradía un tanto excéntrica de las matemáticas, ingeniería y astrofísica, TBBT convierte en un punto a su favor el uso de teorías y principios físicos auténticos, simplificados en forma de gags, para ser entendidos rápidamente por la audiencia promedio, haciendo que la frase «humor inteligente» alcanzara una dimensión más cercana. Sería injusto no decir que algunos episodios rebasaron el mero entretenimiento y resultaron muy educativos.
La verdad es que las entregas iniciales de la producción lograron superar cualquier expectativa, teniendo como carta de triunfo la diferencia y las bien empleadas dosis de absurdo, llevadas a su mejor expresión por Jim Parsons, cuyo desempeño le ha valido premios como los Emmy o los Globo de Oro.
Tampoco se puede pasar por alto que ilustrar ese modo de vida de los millennials (generación que está determinada por sus estrechos vínculos con internet, telefonía móvil y redes sociales) atrajo la mirada de no pocos: unos porque se vieron reflejados y otros por curiosidad.
Sin embargo, con el paso del tiempo para muchos fans TBBT fue perdiendo su esencia y ese toque que en un momento la hizo especial. Y aunque Chuck Lorre afirmaba categóricamente que el valor de los personajes y del show en sí consistía en no ceder a las presiones sociales para cambiar su estilo de vida o comportamiento de estos, al parecer en un momento determinado sintió la necesidad de modificar ciertos aspectos y transformar la serie en una comedia de parejas, con la incorporación de Amy (Mayim Bialik) y Bernadette (Melissa Rauch). Se justificó después alegando que los personajes «debían evolucionar». En mi opinión, echó por tierra el bien conservado misterio de lo extraordinario.
Coincido con algunos críticos en que luego de la sexta temporada, la propuesta se ha acomodado en una rutina desabrida, que ha dejado atrás su capacidad para arrancar carcajadas. No obstante, aunque todo indica que la teoría dejó de funcionar en la práctica, lo cierto es que en ocasiones nos lleva a disfrutar con fórmulas que nos hacían llorar en los libros de matemáticas.
TBBT tuvo aspectos únicos en cada entrega. Los capítulos, que comenzaban con el tema History of Everything (Barenaked Ladies), terminaban de manera inusual: con una nota de producción que dura apenas un segundo en pantalla.
Chuck Lorre acostumbra a ponerlas en sus producciones. Las llama Vanity Cards (tarjetas de vanidad) y constituyen un guiño cómplice, casi siempre en tono humorístico o sarcástico, sobre temas disímiles. Muchas de esas «postales» han sido censuradas porque el creador dispara sin pelos en la lengua contra los ejecutivos de las cadenas, quienes a veces lo obligan a cambiar algunas cosas de sus trabajos.
Y si de tener exclusivas se trata, el show ha tenido el privilegio de contar con la participación nada menos que del mismísimo físico teórico Stephen Hawking, así como personalidades de la talla del actor Leonard Nimoy (Spock en Star Trek), el escritor Stan Lee y el astronauta Buzz Aldrin, entre muchos otros.
David Saltzberg
—TBBT cuenta con un doctor en Física y profesor de Astronomía en la universidad de UCLA, California, como asesor científico. Su nombre es David Saltzberg y es quien se ocupa de introducir las «cosas de ciencia» en los huecos que los guionistas dejan en los diálogos y de llenar los pizarrones de complejas fórmulas.
—El programa no solo ha visibilizado a un sector del que poco se habla, sino que también los apoya. La Fundación de Chuck Lorre junto con los actores, productores y trabajadores en general del programa, ha establecido la beca The Big Bang Theory, dando ayuda económica a estudiantes de las áreas de ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas de la Universidad de California.
—Con un comunicado publicado en su página web oficial, la CBS informó que TBBT había ingresado al libro de los Récord Guinness con el capítulo The Opening Night Excitation, en el que Amy y Sheldon tenían su primera relación íntima, por haber sido, con un promedio de 24 millones de espectadores, el programa más sintonizado de la TV en la categoría live+7. Ese apartado incluye a quienes vieron el episodio durante su transmisión en vivo, pero también a los que lo disfrutaron hasta siete días después, una costumbre cada vez más arraigada entre los espectadores de televisión digital.
—Los nombres de Sheldon Cooper y Leonard Hofstadter son un homenaje al famoso actor, director, guionista y productor Sheldon Leonard. Y sus apellidos aluden a los premios nobel de Física Robert Hofstadter y Leon Cooper.
—Jim Parsons reconoció memorizar los diálogos de Sheldon por no entender el significado. Además, el protagonista no ha visto ninguna de las películas de Star Trek, que han marcado la vida de su alter ego.