Hombres y mujeres experimentan los ataques de migraña de forma diferente.
Las hormonas juegan un papel importante en el desarrollo de las migrañas, debido a que ellas y el medio ambiente, entre otros factores, influyen en la adaptabilidad del cerebro ante estos sucesos migrañosos.
Las hormonas estrógeno y progesterona regulan muchas funciones biológicas a través de distintos mecanismos, por ejemplo, inciden en el tamaño de los vasos sanguíneos, que pueden predisponer a las personas a ataques de migraña.
Durante la infancia no hay diferencias entre unas y otros, pero cuando las niñas llegan a la pubertad y esas hormonas alcanzan valores muy superiores a los de sus coetáneos varones, las posibilidades de tener migrañas aumentan. En el transcurso de la vida es común que sean frecuentes e intensas durante los días previos a la menstruación o mientras dura.
Las migrañas de las embarazadas pueden empeorar después del parto, asegura la comunidad científica. Estos ataques también pueden aumentar durante la perimenopausia, la fase de transición hacia la menopausia, período durante el cual los niveles hormonales fluctúan.
En el caso de los hombres, suelen alcanzar su punto máximo alrededor de los 50 años, cuando su nivel de testosterona comienza a bajar. Sin embargo, urge investigar más al respecto para determinar los fármacos que, tanto a ellas como a ellos, les alivie este pesar.
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