Casi un tercio de la diversidad de los tiburones se encuentra en alguna categoría de peligro de extinción y, por tanto, resulta de interés para la conservación. Estos animales reportan muchos beneficios y es imprescindible estimular medidas y acciones que los protejan mediante un manejo adecuado
Se registran alrededor de 594 especies de tiburones en el mundo y en nuestro país se describen, en estudios recientes, aproximadamente 43 de estas, que pueden ser residentes permanentes o temporales en nuestras aguas. A la comunidad científica le preocupa que casi un tercio de la diversidad de estas poblaciones se encuentra en alguna categoría de peligro, y por tanto resultan de interés para la conservación.
Así reflexiona el Máster en Ciencias Alexei Ruiz-Abierno, jefe del proyecto institucional Ecología y conservación de tiburones en aguas cubanas, del Centro de Investigaciones Marinas de la Universidad de La Habana (CIM-UH), en conversación con este diario.
No existen especies de tiburones cubanas, propiamente dichas, pues la mayor parte de estas especies se comparten con las aguas de otros países, y ello hace difícil su conservación y manejo, lo que atenta contra el estado de sus poblaciones, agrega Ruiz-Abierno y especifica que ello se sustenta por numerosos estudios de marcación de diferentes especies, tanto fuera de Cuba como en la Isla, que muestran los patrones de movimiento o de conectividad de estos organismos altamente migratorios.
«Las especies de tiburones que frecuentan nuestras aguas no están exentas del impacto de la pesca, pérdida y degradación de sus hábitats, cambio climático o la contaminación, elementos esenciales que inciden en su conservación».
Galano de ley (Negaprion brevirostris).
Hablar de tiburones provoca en las personas un miedo irrefrenable y un sentimiento de desprecio o de poca relevancia, sobre todo por las referencias que poseen desde aquella película dirigida por Steven Spielberg, Tiburón. Sin embargo, refiere Ruiz-Abierno, son valiosos desde el punto de vista evolutivo, ecológico y también tienen importancia socioeconómica en la industria pesquera y turística, que generan empleo e ingresos.
«Por ejemplo, el santuario de tiburones en Bahamas, creado desde que se prohibió totalmente en 1993 la pesca de tiburones y rayas, solo puede usarse para el turismo, el cual reporta unos 113.8 millones de dólares anuales.
«En nuestro país, las investigaciones sobre los tiburones comenzaron por Felipe Poey, quien inició estudios descriptivos de especies de tiburones y rayas alrededor del año 1800. Posteriormente Darío Guitar desarrolló importantes investigaciones y a partir del año 2000 se abordaron aspectos relacionados con la pesquería y su impacto en estas poblaciones, pero se ha requerido profundizar más, lo cual ha sido posible gracias a la colaboración internacional.
«Todos los estudios, tanto biológicos como pesqueros, responden a las tareas del Plan de Acción Nacional de Conservación y Manejo de Condrictios de la República de Cuba (PAN-Tiburones, 2015), elaborado con la anuencia de numerosas instituciones del país en un compromiso con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, con el propósito de contribuir a la conservación, gestión y uso sustentable de los tiburones».
Ruiz-Abierno precisa que una de las investigaciones está dirigida a estudiar los hábitats esenciales o críticos de estas especies, es decir, los usados para la alimentación, la reproducción o la crianza. «En Cuba, los hábitats esenciales de los tiburones están en gran parte indocumentados.
«Desarrollamos entonces por primera vez en el país un estudio sobre áreas de crianza en la zona marina protegida del Parque Nacional Ciénaga de Zapata, a partir del cual logramos definir la especie que paría y se criaba en esta zona: el Negaprion brevirostris, conocido en Cuba por galano de ley o tiburón limón, traducido del inglés Lemon shark, como se le conoce en otras regiones.
«Es muy significativo este estudio porque los tiburones en general tienen filopatria, o sea, el apego de las hembras (grávidas) al lugar donde nacieron, para parir. Aunque no fue posible discernir el número total de tiburones presentes en esa área ni la cantidad de hembras que parieron, al menos en el período en que estuvimos logramos definir cuatro cohortes de esta especie, o sea, grupos de individuos que nacieron el mismo año».
—¿Cuáles son los factores que ponen en peligro la conservación de las especies de tiburones en el país?
—Varios son los elementos que se deben tomar en cuenta. Los tiburones presentan una madurez sexual tardía, y por tanto bajas tasas de reproducción. Por lo general, sus ciclos reproductivos y de gestación son muy extensos, con largos períodos de descanso entre estos.
«A ello se le añade que no se comportan igual a los peces óseos o de escamas, como se le conocen en nuestro país, ejemplo atunes, agujas, pargos y chernas, los cuales liberan al ambiente marino millones de huevos que, aunque no sobreviven todos, una gran parte se desarrollan hasta alcanzar la adultez.
«Teniendo en cuenta esto, y valorando además el impacto del cambio climático, el factor esencial son las capturas de manera intencionada o incidental sin un manejo adecuado, lo cual sucede en otras latitudes también. Esa explotación no regulada y no declarada en muchos casos por parte de los pescadores, puede influir negativamente en la abundancia, distribución y composición de especies vulnerables, como los tiburones.
«Por ello el Plan de Acción Nacional de Tiburones (PAN-Tiburones) incluye acciones para llenar los vacíos de conocimiento que presenta el grupo en nuestro país, tomando como punto de partida la identificación de la especie de los individuos capturados, así como mejorar la recopilación continua de datos de captura, biológicos y socioeconómicos de las pesquerías (estatales y deportivas o artesanales) en todo el país, por parte de las agencias gubernamentales cubanas y las instituciones académicas y ambientales.
«Esto formará la base para evaluaciones realistas y el diseño de medidas de gestión apropiadas bajo la nueva Ley de Pesca de Cuba 129/2019, que establece que las autorizaciones de pesca se emitirán sobre la base de evaluaciones de las poblaciones.
«Además es importante regular y modificar las artes de pesca utilizadas, así como la metodología. Numerosos estudios muestran que para las pesquerías de palangre, se pueden implementar restricciones sobre la longitud de la línea principal, el uso de alambre en los reinales, el número, tamaño y tipo de anzuelo y la profundidad de la pesca.
«Nuestro estudio realizado en Cojímar mostró que en este tipo de pesquería con palangre pelágico más de la mitad de las especies de tiburones tienen especial significación para la conservación y hay un porciento muy alto de individuos inmaduros. Es por ello que educamos e incentivamos el uso de anzuelos circulares, a diferencia de los anzuelos J más tradicionales utilizados por los pescadores, ya que puede mitigar la mortalidad por pesca de las especies protegidas y favorecer su liberación».
El especialista destaca que el estrés fisiológico y el trauma físico impuesto durante la captura y el manejo pueden comprometer la supervivencia posterior a la liberación de los tiburones descartados y capturados incidentalmente, con el uso de los anzuelos tradicionales J.
«Por ejemplo, un cambio de anzuelos J a anzuelos circulares en la pesquería de Cojímar podría mejorar potencialmente los esfuerzos de conservación de tiburones en Cuba al favorecer la liberación de individuos juveniles y hembras preñadas, además de reducir las tasas de captura incidental y la mortalidad posterior a la liberación. Sin embargo, esta medida no es exclusiva para la pesquería de Cojímar, sino que puede extenderse a otras en el país».
«El estudio realizado sobre la pesquería de tiburones en el noroeste de Cuba fue el primer estudio sistemático del país que documentó la diversidad de especies, los rangos de tamaño y la estacionalidad de las capturas en pesquerías privadas y estatales. La diversidad de especies reportada en esa pesquería incluía algunas que son sensibles a la explotación, como el dientuso prieto (Isurus paucus) y el galano (Carcharhinus longimanus)».
—¿Cómo avanzar más en la conservación de las especies de tiburones?
—La conservación exitosa de las poblaciones de tiburones requiere un conocimiento detallado de su biología, sus hábitats esenciales, sus rutas migratorias y sus interacciones con las pesquerías.
«Los datos de muchas especies de tiburones son insuficientes y se pescan en niveles superiores a los recomendados. Estos factores combinados pueden oscurecer las trayectorias de la población y el verdadero grado en que las especies de tiburones están amenazadas.
«Siempre debe tenerse en cuenta que para lograr un buen manejo de este recurso es esencial la integración de varias medidas y acciones para lograr el balance y efecto significativo (real) en la conservación y manejo de las especies y no pretender un cambio con una sola medida. Es por ello que considero importante identificar las medidas necesarias para gestionar las pesquerías de tiburones y rayas para la sostenibilidad en Cuba y aumentar los planes bilaterales y multilaterales entre naciones vecinas para evaluar y manejar las poblaciones de especies compartidas que se mueven entre sus aguas».
El Máster en Ciencias Alexei Ruiz-Abierno aboga por la integración de varias acciones y medidas para lograr el balance en la conservación y manejo de las especies de tiburones que frecuentan las aguas cubanas. Foto: Cortesía del entrevistado.
Se dice tiburón, y se piensa de inmediato en el peligro al que nos exponemos si estamos cerca de esos animales. Poseen ya el sello de peligrosos, mortíferos, de mala suerte… No obstante, si analizamos las muertes provocadas anualmente por diferentes animales, el tiburón no está ni entre los diez primeros. Ocasionan más muertes los mosquitos, las serpientes, los hipopótamos y los cocodrilos.
Por otra parte, cuando se registran ataques de tiburones a humanos, muchos fueron provocados por estos últimos, al intentar tocarlos, pescar cerca o darles de comer.
Estados Unidos es el país que más ataques, incluso no provocados por tiburón, registra cada año. En un período específico se cierran algunas playas, no solo por el peligro para los bañistas sino, y sobre todo, para los surfistas o practicantes de otros deportes acuáticos de tabla, quienes son las víctimas, en su mayoría.
El primer ataque de tiburón en aguas cubanas del que se tiene conocimiento data de enero de 1749, en la Bahía de La Habana, cuando un marinero inglés nadaba en la zona. Las consecuencias no fueron fatales, afortunadamente.
Las especies más letales son el tiburón blanco, al que en Cuba se le llama jaquetón de ley; el tigre, conocido por acá como alecrín; y el toro o cabeza de batea. En los mares que rodean a nuestro país no son tan comunes; por eso realmente resultan muy raros los ataques de tiburones que pueden producirse en estos.
Educar a las personas, en especial a las que viven cerca de zonas costeras, es vital para evitar interacciones con los tiburones de manera errónea. No podemos descuidarnos y debemos tener en cuenta no bañarnos o surfear en el amanecer o el anochecer, que son los horarios de alimentación por excelencia de estos animales; mantener la calma, no usar joyas o ropas brillantes, evitar estar con alguna herida sangrante o con menstruación en el agua, así como no nadar en zonas cercanas a las acciones de pesca o a las desembocaduras de los ríos.