Nuestro país apoya la designación de 2022 como Año Internacional de las Ciencias Básicas para el Desarrollo Sostenible, punto de partida para lograr los objetivos de la Agenda 2030
Cuba, en su condición de país miembro del Comité Internacional creado en las Naciones Unidas para celebrar la designación de 2022 como Año Internacional de las Ciencias Básicas para el Desarrollo Sostenible, acogió la denominación con agrado y aseveró que es necesario más que nunca el multilateralismo para la promoción de la ciencia en función del desarrollo.
Frank Téllez, tercer secretario de la Misión Permanente de Cuba en Nueva York, abundó durante su intervención en la cita global sobre relevantes avances de nuestro país en varios sectores como el de la biotecnología y la genética, que han permitido la creación de tres vacunas y dos candidatos vacunales contra la COVID-19.
«Esos resultados se deben al desarrollo en el ámbito de las Ciencias Básicas, y este año que comienza es decisivo para fomentar el auge de estas disciplinas para el desarrollo sostenible, con énfasis en la formación de las nuevas generaciones de científicos y ciudadanos conscientes».
El producto más directo de la ciencia es la generación de nuevos conocimientos, que deben ser utilizados para solucionar de manera inmediata disímiles problemas prácticos. Son entonces las Ciencias Básicas el punto de partida para lograr los objetivos de la Agenda 2030, dijo.
Requerimos un respaldo más sólido y unánime desde los organismos multilaterales, en tiempos en que la pandemia de la COVID-19 ha presentado un reto de salud, económico y social mundial sin precedentes, y ha puesto en evidencia una vez más las brechas de desigualdad existentes en el mundo, agregó.
Es 2022, según lo ha ratificado la Unesco en sus medios digitales, un momento clave para movilizar y convencer de ello a los líderes económicos y políticos, así como al público en general. Es la única manera en la que grandes proyectos científicos que se pretende impulsar a nivel mundial en este año puedan florecer.
Ese es el caso del reinicio de las operaciones del Gran Colisionador de Hadrones en el Centro Europeo de Investigaciones Nucleares; el lanzamiento de la misión Juice al espacio por la Agencia Espacial Europea; el funcionamiento de los cuatro detectores de ondas gravitacionales del planeta, los aterrizajes en la Luna de misiones de India, Japón y Rusia…
Otro año en el que delegados de todo el mundo se volverán a reunir en la ciudad egipcia de Sharm El-Sheikh, en noviembre, para la COP27, una nueva cumbre climática de las Naciones Unidas, que tiene como propósito que los países miembros asuman compromisos coherentes con el objetivo del acuerdo de París de 2015 de limitar el calentamiento global a bastante menos de dos grados Celsius por encima de las temperaturas preindustriales.
En el caso de Cuba se trata de jornadas de quehacer científico que apenas comienzan para seguir gestando productos por el bien colectivo y vigilando la posible aparición de nuevas variantes del virus SARS-CoV-2, así como los efectos a largo plazo en los convalecientes.
Una nueva etapa para que investigaciones en áreas de la geología, la astronomía, la biología, la meteorología, la botánica, la química, la física, la geografía y la matemática, entre otras, señalen a la Mayor de las Antillas en el mapa científico global.
Para ello los investigadores Hugo Celso Pérez Rojas, Aurora Pérez Martínez, Diana Alvear Terrero y Gretel Quintero Agüero afirman* que Cuba necesita insertarse en el «tren» del desarrollo tecnológico con una masa crítica de científicos que sustenten todas las áreas, entre estas las de las ciencias básicas.
La Isla puede aprovechar mucho mejor su propia ciencia y capital humano, y ello daría lugar a más ciencia y a concebir productos y servicios más refinados, y catalizaría el alcance de niveles de desarrollo económico más elevados, apuntan.
*Publicado en Las ciencias básicas en Cuba en el siglo XXI. Revista Temas: 93-94