Para cumplir con los compromisos globales, Cuba desarrolla el plan nacional de eliminación de las sustancias agotadoras del medio ambiente con perspectivas hasta 2030, lo que constituye un reto para el sector industrial y productivo
¿Cómo se agota la capa de ozono? ¿Cuáles consecuencias acarrea ello? ¿Qué podemos hacer para contribuir a que no suceda cada vez más? No es primera vez que se habla del tema, pero según datos registrados recientemente por organismos internacionales como el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma), la Organización Meteorológica Mundial y la Organización Mundial de la Salud, es creciente la preocupación de los expertos en la materia en relación con la aplicación rigurosa de las legislaciones establecidas para evitar que el fenómeno se agrave.
El agotamiento de la capa de ozono provoca un aumento de los niveles de radiación ultravioleta en la superficie terrestre, y ello es perjudicial para la salud humana, pues se incrementarían los casos de determinados tipos de cáncer de piel, las cataratas y los trastornos inmunitarios, entre otros padecimientos.
Precisan los especialistas que la duración de la vida destructiva de una sustancia que agota la capa de ozono (SAO) puede extenderse entre los cien y 400 años, dependiendo del tipo. Una molécula de SAO, cuyo potencial de agotamiento del ozono se identifica como PAO, puede destruir a cientos de miles de moléculas de ozono.
Por ello surgió en 1987 el Protocolo de Montreal, con el objetivo de reducir y eliminar el uso de SAO en sectores como el de la refrigeración, la protección contra incendios, la fabricación de espumas aislantes, procesos industriales que usan disolventes y en el cultivo de ciertos productos agrícolas.
Cuba, que en 1992 ratificó el Protocolo de Montreal y que revalidó en 2019 la última Enmienda relativa a este, Kigali —relacionada con la reducción gradual de los hidrofluorocarbonos—, desarrolla el plan nacional de eliminación de esas sustancias con perspectivas hasta 2030, lo que constituye un reto para el sector industrial y productivo.
Exigencia, eficiencia y racionalidad distinguen a este proceso, que constituye una alternativa necesaria para nuestro país, cuyo interés es cumplir con los compromisos medioambientales a escala global en función de proteger la capa de ozono, y también de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, las que aceleran el calentamiento global y el cambio climático.
La reconversión energética alarga la vida útil del equipo y mejora sus indicadores, con el consiguiente impacto positivo ambiental y desde el punto de vista económico.Fotos:Pablo Massip.
La reconversión de los equipos de refrigeración comercial, en tanto alternativa o solución tecnológica que permite la sustitución de los gases de alto potencial destructivo por otros alternativos que no dañen al medio ambiente, constituye una de las prioridades de la Oficina Técnica de Ozono de Cuba (OTOZ), aseveró su director, Nelson Espinosa.
«Esta acción alarga la vida útil del equipo y mejora sus indicadores, con el consiguiente impacto positivo desde el punto de vista económico para el país», acotó.
Espinosa señaló que la refrigeración es un sector que se desarrolla constantemente en el mundo. Cuba, país con clima tropical, enfoca sus investigaciones y acciones a ello, para garantizar mayor eficiencia energética y menos perjuicios a nivel medioambiental, lo que al final asegura una satisfacción significativa en la población.
Es este un desafío que exige la búsqueda de gases refrigerantes amigables con el entorno natural, además de la introducción y aplicación de nuevas tecnologías, con la necesaria capacitación del personal involucrado, señaló.
Armando Gómez, especialista de la OTOZ en nuestro país, comentó que bajo el proyecto de eliminación total de HcFc (hidrocluorofluorocarbonos), expertos de esta entidad realizaron en los inicios de este siglo un recorrido por el país con el objetivo de diagnosticar y visitar diferentes instalaciones de la refrigeración comercial que presentaran CFC (clorofluorocarbonos), e identificaron a más de 500 con un gran potencial para ser reconvertidas.
«Se comenzó a reconvertir con unidades condensadoras de gases refigerantes (R22 y R404A) como sustituto inmediato a los CFC. Se mantuvo la voluntad de hacer aquellas que pudieran realizarse a R290, aunque con muy pequeñas cantidades. Se realizaron entonces las llamadas reconversiones simples, que incluían cambio de refrigerante, filtro deshidratador y otros accesorios.
«Reconvertimos cámaras que contenían R12 de mantenimiento, de R12 a R134a y algunas a R290a, y de congelación de R12 a R409A, R401A. Estas reconversiones a hidrocarburo R290a y Lb12, una mezcla de hidrocarburo, se realizó en mayor cantidad en el oriente del país, específicamente en Santiago de Cuba», señaló.
Gómez precisó que después de Kigali se gestó el compromiso de la reducción gradual de los hidrofluorocarbono (HFC), los cuales no dañan la capa de ozono, pero provocan calentamiento atmosférico.
«El R404A que se usaba en el proceso de reconversión posee una tendencia a desaparecer, por lo que la Oficina de Ozono propuso una política de uso de los refrigerantes naturales y transitoriamente de algunos hidroflurocarbonos de bajo y medio potencial de calentamiento atmosférico».
—La tendencia mundial es a incrementar el uso de los refrigerantes naturales…
—Bien definido ha quedado el uso de los refrigerantes naturales como el hidrocarburo, aunque existen tendencias al uso en nuevas instalaciones del dióxido de carbono y el amoniaco.
«Se maneja la posibilidad de realizar reconversiones a alternativas de mezclas de HFC con bajo potencial de calentamiento atmosférico (PCA), como son los refrigerantes R448A, R449A, R452A y los HFO (hidrofluoroolefina) 1234yf, 1234ze y 1234zd».
El especialista precisó que esta ha sido, y continúa siendo, una gran tarea técnica y demostrativa, reconocida a nivel internacional, y que múltiples beneficios le ha traído al país.
Las heladerías Coppelia de La Habana, Camagüey y Cienfuegos han sido beneficiadas con la reconversión energética en sus equipos de refrigeración. Foto: Roberto Suárez.
Espinosa recordó como parte de los proyectos de la OTOZ en Cuba el proceso de recambio vivido en el país durante la Revolución Energética, cuando se sustituyeron más de dos millones de refrigeradores domésticos y más de 200 000 equipos de aire acondicionado en apenas tres años. «El país no solo eliminó el consumo de CFC en la refrigeración doméstica, sino que propició un ahorro significativo de energía, cuyo impacto ambiental ha sido notable», afirmó.
Mencionó además los resultados satisfactorios en la erradicación total de los CFC en la refrigeración de los sectores doméstico e industrial, en la producción de aerosoles, así como la del bromuro de metilo, utilizado antes como plaguicida en la fumigación de cultivos como tabaco, café, tomate y pimiento, entre otros.
El país eliminó totalmente el uso del metilcloroformo, acotó, «y no existen extintores de incendios conteniendo alones ni se emplea el tetracloruro de carbono en los laboratorios». Otra experiencia positiva en Cuba ha sido la implementación del proyecto demostrativo de sustitución de chillers (enfriadores de agua) para el manejo integrado en el subsector de máquinas centrífugas de agua, apuntó.
Destacó otros resultados, como la fabricación de espumas con polioles premezclados con 141b, la eliminación del consumo de R-22 en la fabricación de equipos de refrigeración y la supresión de la importación y exportación de equipamiento, productos y tecnologías que usen o contengan HCFC.
Es importante además, subrayó, revisar y perfeccionar la legislación vigente en lo concerniente a la protección de la capa de ozono, así como implementar el proceso de control de los compuestos para el comercio de medios y productos que los contengan.
Recalcó que es fundamental fortalecer la vigilancia en frontera para impedir la importación de cargas no autorizadas con HCFC. También explicó que las SAO se destruyen luego de ser correctamente recopiladas en la fábrica de cemento de Siguaney, en Sancti Spíritus, lo que les garantiza un destino ambientalmente seguro y no agresivo.
«Trabajamos para lograr un mayor impacto en el sector de los servicios, lo cual debe ir en ascenso en la segunda fase del programa nacional de eliminación de HCFC, prevista entre 2020 y 2030, con el objetivo de reducir en 67,5 por ciento el uso de esas SAO para enero de 2025 y erradicarlas totalmente en 2030».
El ingeniero Reynaldo Alemán Zaldívar, también especialista de la OTOZ, se refirió al proyecto demostrativo de recolección, recuperación, almacenamiento, transporte y regeneración de SAO, generado por una estrategia de la Oficina junto al Fondo Multilateral del Protocolo de Montreal y el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo.
«La preparación del personal y ganar en credibilidad en lo relativo a lo necesario y beneficioso de este proyecto de eliminación de las SAO han sido los retos principales en su desarrollo. Afortunadamente tenemos instalaciones reconvertidas que han demostrado su eficiencia energética, como la refinería Hermanos Díaz, en Santiago de Cuba; el Teatro Nacional y el combinado El Miño.
«También tenemos instalaciones del Ministerio de Salud Pública, como los hospitales Agosthino Neto, en Guantánamo; Comandante Pinares, en Artemisa; Orlando Pantoja Tamayo, en Santiago de Cuba; y Martín Chang Puga, en Camagüey; así como centros del Comercio Interior como las heladerías Coppelia de La Habana, Camagüey y Cienfuegos.
«El mayor beneficiado es el pueblo, pudiéramos pensar, y el país desde el punto de vista económico, pero el interés de Cuba por contribuir a salvaguardar el planeta, en beneficio de las nuevas generaciones, es la esencia de todo».
Clorofluorocarbonos
Por su estabilidad y por no ser tóxicos, corrosivos o inflamables, se usaron en refrigeradores y acondicionadores de aire, como propelente de aerosoles, disolventes, espumas y otras aplicaciones. Su Potencial de Agotamiento de Ozono (PAO) es 1.
Hidroclorofluorocarbonos
Son el principal remplazo de los CFC. Debido a su menor PAO, de 0,005 a 0,520, han desarrollado un papel de transición desde los CFC a los HFC, de PAO 0. No obstante, se elimina su uso y en la actualidad solo se permite el uso de HCFC regenerados para el mantenimiento de equipos de refrigeración y acondicionadores de aire.
Halones
Por las propiedades que posee el bromo como inhibidor de la combustión, su escasa toxicidad, y por no dañar los bienes protegidos, se usaron en sistemas contra incendios. Sus PAO son elevados. Los halones se usan solamente en una serie de aplicaciones críticas, aviación y usos militares, principalmente.
Tetracloruro de carbono y metilcloroformo
Se utilizaron como disolventes, si bien su uso está prohibido en la actualidad. Su PAO es de 1,1 y 0,1, respectivamente.
Hidrobromofluorocarbonos y bromoclorometano
Se prohibió el uso de los hidrobromofluorocarbonos de forma preventiva. Su PAO oscila entre 0.3 y 7.5. Lo mismo ocurrió con el bromoclorometano, que fue prohibido para evitar un aumento de su uso como disolvente y en técnica contra incendios. Su PAO es de 0,12.
Bromuro de metilo
Su uso en cultivos se ha eliminado de forma gradual. Su PAO es de 0,6.
Existe otra serie de sustancias que no están recogidas en el Protocolo de Montreal, y que también afectan a la capa de ozono, que podrían ser incluidas y reguladas en un futuro.
Los hidrocarburos son incoloros, casi inodoros y tienen potencial de agotamiento del ozono de cero (PAO = 0), además de potencial de calentamiento global directo despreciable (PCA = 3). Son inflamables y medidas adecuadas de seguridad deben ser aplicadas durante el manejo, fabricación, mantenimiento, asistencia técnica y disposición final del equipamiento.
Se utilizan principalmente en:
-Carga pequeña y sistema con menos fugas (refrigeradores, congeladores, acondicionadores de aire compacto…).
-Chillers con sistemas de seguridad.
-Sistemas en cascada.
-Circuitos secundarios (refrigeración en supermercados).
Los principales hidrocarburos utilizados son el propano, el isobutano y el propileno.