Hacer germinar cafetos de calidad en las montañas del Escambray tiene mucho de empeño, pero también de ciencia
A la entrada del Sendero centinelas del río Melodioso del Parque Guanayara, ubicado en el mismo corazón del Escambray cienfueguero, un cafetal joven da la bienvenida al visitante. Entre su follaje apenas se divisan los primeros brotes, pero quienes conocen del aromático grano ya vaticinan una buena cosecha.
Lo ratifica la rápida recuperación que han tenido los cafetos luego del arrollador paso del huracán Irma por el macizo montañoso, gracias a los avances de la ciencia y la técnica aplicados a cada planta desde sus primeros días de nacidas.
Que hoy el cultivo muestre esa saludable imagen responde también al empeño del joven colectivo de la Granja Estatal Cuatro Vientos, del Ejército Juvenil del Trabajo (EJT), la primera en la zona en introducir el injerto en el desarrollo del cultivo hace dos años, procedimiento que la distingue entre las tres de su tipo en la provincia.
Para sus soldados, oficiales y trabajadores civiles, lograr posturas de mayor calidad y resistencia a las plagas y eventos que puedan presentarse durante su desarrollo, constituye una tarea de primer orden, en tierras fértiles a las que no tienen acceso los grandes productores de café por lo intrincado del terreno.
Al lado de los soldados que desbrozan el terreno, preparan la tierra o cosechan el preciado fruto fortalecido desde sus primeros días en el vivero de la Granja, siempre está, de verde olivo, el mayor Osbrey Velazco Fonseca, quien asegura que de la mano de la ciencia todo es posible. En su condición de jefe de la Granja, habla del impacto de la tarea que realizan en aras de fortalecer la producción cafetalera en la región y de la meta de lograr mayor representatividad del rublo en el mercado nacional e incluso internacional.
Sin desatender a estos reporteros, Velazco Fonseca vuelve su mirada una y otra vez sobre los retoños que hace apenas unos meses, cuando Irma se ensañó con esta porción de la geografía cubana, parecían insalvables. Pero precisamente, advierte, ese es el objetivo del injerto, fortalecer cada postura al incrementar su anclaje y prepararlas para resistir este tipo de eventos o el azote de las plagas y nematodos, presentes en algunos de estos suelos montañosos.
Las 5 000 posturas logradas con esta técnica en 2017, que forman parte de las cerca de 2 309 hectáreas atendidas por la Granja, y las 20 000 posturas que injertaron en lo que va de año y que ya se encuentran en la fase de fortalecimiento, dan fe de los enormes beneficios y de la necesidad de seguir fomentando su implementación en la zona. Pero, cuándo y cómo se concreta la alianza entre el saber científico-técnico y las manos de jóvenes productores.
Sobre las características que destacan el injerto e incentivan su uso en estos intrincados parajes de la geografía central cubana, En Red conversó con el primer teniente Duniesky Mosquera López, jefe de Producción de la jefatura del EJT en el Escambray, para quien esta técnica constituye una actividad esencial dentro del proceso de desarrollo del café.
«En algunas áreas tenemos suelos con grado uno de nematodos donde no podíamos sembrar las variedades de café Arábico —que es la que el país exporta por la calidad de su grano—, porque el nematodo la ataca y causa su muerte», explicó.
En la búsqueda de soluciones efectivas que, según Mosquera López, les permitieran cultivar el aromático grano en el macizo montañoso, el EJT se acercó a los especialistas de la Estación Experimental Agroforestal Jibacoa (EEAJ), en Manicaragua, Villa Clara, quienes, entre otras soluciones emplean a diario varias tecnologías y les mostraron los beneficios de injertar una variedad productiva del grano en una planta resistente a este tipo de nematodos.
«Desde entonces, con la constante supervisión y capacitación de los especialistas de la EEAJ, lo que se hace en Cuatro Vientos es injertar una yema de arábico sobre un patrón robusta (la raíz) de una planta de esta variedad, que es mucho más potente y resistente», aseguró.
Sin embargo, por sencilla que parezca, esta es una labor que requiere de la paciencia y experticia de quienes se dedican a ella. De ahí la preferencia por que sean mujeres las encargadas de esta importante etapa del proceso productivo, añadió Mosquera López.
En Cuatro Vientos esta responsabilidad la asumen diez jóvenes trabajadoras civiles, vecinas en su mayoría de la cercana Comunidad Charco Azul Plan Semilla. Alrededor de una alargada mesa de madera al centro de un ranchón, ellas pasan gran parte de sus días —durante aproximadamente seis meses al año— escogiendo, cortando y uniendo las pequeñas plántulas que poco tiempo después adquirirán la calidad y resistencia requeridas para ser plantadas por toda la región.
No sobrepasan los 32 años —edad de la más experimentada—, pero han aprendido, con la práctica sistemática, a unir como pocos los finos tallos. Entre ellas destaca Noreibis Gutiérrez Veitía, quien con solo 26 abriles es fundadora de la aplicación de esta técnica en la Granja. Para ella, como para el primer teniente Mosquera López, todo comienza y termina dentro del vivero.
Y es que el primer paso para lograr un injerto de calidad, acotaron ambos, es preparar en tiempo los semilleros de ambas variedades a injertar: primero el robusta y a los 15 días el arábico, porque a la hora de injertar el primero debe estar en fase de mariposa (hojas pequeñas abriéndose) y el segundo en fase de fosforito (capullo sin abrir).
Solo cuando las plantas pregerminadas alcanzan esta etapa, precisó Mosquera López, las pacientes manos de Noreibis y sus compañeras comienzan la más minuciosa, delicada y precisa de las labores: cortar y unir los finísimos tallos de las dos variedades.
Después, agregó, las siembran en unas bandejas rellenas con arena cernida a la que se le hace un tratamiento con formol para desinfectarlas —se conocen como bandejas de endurecimiento—, porque durante esta etapa el injerto no necesita alimentación, sino fortalecer la técnica. Allí permanecen por aproximadamente un mes, con el cuidado de que los humedezcan tres veces al día.
Una vez concluida esta etapa, las posturas se trasplantan a las bolsas de nailon donde culminan su etapa de desarrollo en un sustrato rico en nutrientes, en espera a su final traslado a los terrenos intramontanos previamente preparados para su cultivo.
«Como resultado tenemos entonces una planta injertada, conocida como café injerto de la variedad X (en dependencia de la variedad de arábico que se haya utilizado como yema), con una raíz de mayor potencia y resistencia que se puede sembrar en suelos con este nivel de afectación, y que a la hora de comercializarla se hace como café Arábico», concluyó Mosquera López.
Aun cuando en la Granja Estatal Cuatro Vientos y en un número considerable de las instalaciones del EJT dedicadas a las atenciones culturales del café en el Escambray, todavía se utilicen las tradicionales bolsas de nailon como envase de las posturas durante su última etapa de desarrollo por su bajo costo de producción, la ciencia evidencia que no es la más ecológica efectiva ni duradera.
Así lo afirmó a este suplemento el máster en ciencias Merardo Ferrer Viva, investigador de la Estación Experimental Agroforestal Jibacoa (EEAJ), quien desde hace varios años se dedica a aplicar los adelantos científicos al desarrollo de la producción cafetalera, con principal interés en la que potencian las bisoñas fuerzas del EJT en la región.
No sorprende entonces que en los últimos años y como parte de la colaboración entre la Estación, el mando del Ejército y la EEAJ, se produjeron alrededor de 300 000 posturas de café que tuvieron como destino fundamental las áreas de desarrollo del EJT, y que utilizaron una novedosa tecnología importada de Brasil y con tres años de aplicación a gran escala en el territorio: la de tubete.
Consistente en un envase de menor tamaño y mayor durabilidad —diez años o más atendiendo al cuidado que reciba, según la bibliografía— el tubete se utiliza desde hace algunos años en la caficultura a nivel internacional con probados resultados.
El estar confeccionado de plástico, apunta el especialista, permite utilizar un mismo soporte para producir posturas en varios ciclos de vivero, o sea, su reutilización; con lo que además de abaratar los costos por concepto de adquisición, también tributa al cuidado y conservación del medio ambiente: lejos de quedarse en el terreno, como muchas veces sucede con las bolsas de nailon, los tubetes son envases no contaminantes que se reciclan para las futuras campañas.
Otro factor de suma importancia a tener en cuenta a la hora de ponderar su uso es que, a decir del especialista, disminuye la cantidad de sustrato o de nutrientes que debe contener cada envase para el desarrollo de la postura. Mientras cada bolsa de nailon requiere 1,5 kilogramos de suelo, un tubete apenas necesita 180 gramos.
En ese sentido, la propia Empresa estudió durante un buen tiempo la mejor variedad de sustrato a utilizar en este nuevo envase, hasta producir una tecnología que, complementada con un buen proceso de fertilización exalta los beneficios del tubete. Así lo pudieron observar y avalar, a decir de Ferrer Viva, especialistas del Ministerio de la Agricultura y de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR).
Y es que el factor del peso por unidad, que influye considerablemente en el tiempo de preparación de cada envase, también impacta en el traslado de las posturas desde el vivero hasta el campo. Contrario a lo que sucede con las bolsas de nailon de mayor tamaño y peso que el novedoso envase plástico, cada bandeja donde se ubican los tubetes tiene capacidad para 54 posturas, y en un mismo transporte pueden llevarse varias de ellas.
Por último, pero no menos importante, Ferrer Viva destacó que este sistema de producción de posturas tiene en su composición física unas ranuras interiores que permiten el vital direccionamiento de las raíces.
«Si el sustrato contenido en la bolsa está duro o tiene alguna deficiencia que impida el desarrollo vertical de la raíz, ocurre por lo general una flexión de la misma conocida como cuello de ganso, típico de esta forma de envase, que impide que la planta produzca más allá de tres a cinco años. La tecnología de tubete, por el contrario, potencia desde su misma estructura el direccionamiento de la raíz hasta el fondo del soporte», precisó.
Un detalle muy importante a tener en cuenta y que no escapó en ningún momento a los especialistas de la EEAJ es el costo de la importación de este tipo de tecnología desde Brasil: las posturas salen más caras. Sin embargo, Ferrer Viva destacó que los beneficios a largo plazo de su uso compensan el gasto inicial: la bolsa, que se adquiere a un menor precio y en el mercado nacional, no es reciclable, lleva más sustrato e implica un mayor gasto de combustible por concepto de traslado hacia el campo.
«La valoración en el tiempo demuestra que el tubete es más económico. Además, por sus beneficios, el país ya estudia la posibilidad de producir el envase de manera artesanal», concluyó Ferrer Viva.
Injertos y tubetes, por separado o juntos, como sugieren los expertos para lograr cada vez mayores rendimientos y el anhelado sueño del EJT de ganarse un lugar destacado en el mercado del rublo, evidencian la necesaria aplicación de la ciencia a la actividad cafetalera, sin embargo, este es un proceso mucho más abarcador en el que la capacitación constante de todo el personal implicado resulta clave.
La Estación Agroforestal y sus especialistas son conscientes de esta realidad y desde su propia sede o durante visitas constantes a cada uno de los campamentos del EJT y empresas dedicadas a esta labor, se encargan de esta importante tarea. El joven colectivo del campamento del EJT en Cordovanal, en el villaclareño municipio de Manicaragua, es uno de los que puede constatar el acompañamiento.
Hasta allí llegan todos los años jóvenes de toda la provincia a cumplir su Servicio Militar Activo en las atenciones culturales al café. En muchos casos, son muchachos que obtuvieron una carrera universitaria y solo permanecen en la unidad 14 meses, lo que requiere de la presencia constante de los especialistas de la EEAJ para capacitarlos, refirió el teniente coronel Luis Enrique Andrades O´Farril, jefe del campamento.
Y no solo a los que están directamente implicados en la producción. Para el investigador Merardo Ferrer Viva, también son capacitados los oficiales encargados de velar por la calidad de todo el proceso y todo el que de una forma u otra acompañe a los soldados durante sus faenas, porque la ciencia por sí sola no hace producir la tierra sin la certera intervención del hombre.
Allí, en las intrincadas elevaciones del macizo montañoso de Guamuhaya, es el hombre quien aplica oportunamente la ciencia para producir el gustado néctar de los dioses.
Los cortes precisos permiten la unión ideal entre los finísimos tallos de las dos variedades de café a injertar.
Un mes después de colocarse en la bandeja de endurecimiento, la germinación de los injertos anuncia el éxito del proceso.
Fotos: Abel Rojas Barallobre
Ambas tecnologías tienen probada efectividad y la primera se encuentra masificada en la producción cafetalera a nivel nacional, pero los estudios demuestran la superioridad del tubete durante la etapa previa al cultivo