Siete fueron los mejores títulos publicados por editoriales cubanas el pasado año, que un prestigioso jurado acaba de distinguir con el Premio de la Crítica Literaria 2013
Sexo de cine. Visitaciones y goces de un peregrino (Ediciones ICAIC, 2012), del narrador y ensayista Alberto Garrandés; el título elegido es muy exacto, porque el autor concreta en un solo cuerpo (el suyo) más de una función: la máquina que hurga, la que observa y asocia, la que incluso se funde en el doble acto del placer y goce (se extasía en lo observado y se disfruta al imaginarse protagonista o actor secundario), la máquina analítica que procesa y se instaura como origen de un vector a partir del cual habría que (re)pensar y (re)visitar no solo las películas analizadas sino también la (com)penetración de los cuerpos. Su lectura es la invitación a una aventura donde no solo se recorre una ruta, porque a la par el lector va elaborando el mapa de un vasto territorio: el Imperio de los Sentidos. (Ahmel Echevarría)
El Premio de Novela Alejo Carpentier del año 2012, La catedral de los negros, del escritor Marcial Gala, publicada por Letras Cubanas, tiene el mérito de lograr en el lector, ya desde el principio de su primera página, una curiosa expectación ante el desenlace, que se intuye trágico. Estructurada a manera de confesiones, la novela se deja leer con gran facilidad, atrapando hábilmente al público que asiste, a manera de un juicio, al desfile de testigos, oficiales, vecinos, víctimas potenciales y causantes de una gran tragedia, anunciada desde el inicio.
Cruenta, feroz, desgarradora es la visión de Cienfuegos que nos ofrece este autor, cuya catedral no pasará inadvertida, aunque más tarde se confundan las historias, y alguien llegue a creer que un día fue el templo principal de una ciudad de seres felices y que por sus pasillos corrieron los hijos de los feligreses. (Laidi Fernández de Juan)
Para Nelson Simón (1965), Finas hebras, su último libro de poesía, es gozoso inventario de la tierra amada, el rescate de un tiempo feliz, en que equilibra la tradición y la originalidad, combate espiritual entre el Simón que ha sido y es, fusión entre lo sensorial y anecdótico, autorretrato a partir de una galería familiar sujeta a un tiempo lejano y hermoso: «¿Por dónde se fue/ mi infancia,/ a gotas o a borbotones?/ ¿Por dónde las ilusiones?». El ubi sunt, el beatus ille y las poéticas de José Martí, Eliseo Diego, Fina García Marruz y el Cucalambé permean la visión campesina, la del niño que hace de su Pinar del Río eje vital al que impregna lo vivido incluso en otras geografías. (Esteban Llorach Ramos)
Escrito con la precisión y elocuencia de un clásico, en Fresa y chocolate alcanza su «definición mejor» un mundo narrativo de importancia singular en la cultura cubana de las últimas décadas. El universo construido durante años por Senel Paz alrededor del personaje de David, expresa con gran autenticidad y altura literaria los conflictos y las contradicciones de toda una época. Por su eficacia, su impacto y su diversidad, ese universo solo puede ser comparado entre nosotros al que Padura construye alrededor del personaje de Mario Conde. Este guión literario, que sirvió de base para la exitosa película de igual nombre con la cual mantiene algunas diferencias, permanece como un magnífico ejemplo de una prosa viva, seductora y resistente. (Alberto Edel Morales)
Durante mucho tiempo estuvo pendiente la tarea de estudiar la huella de la religiosidad en la poesía cubana, tópico que para algunos podría resultar innecesario por su presencia evidente, pero que se imponía analizar para señalar, al menos de un modo general, sus peculiaridades y sus diversas maneras de manifestarse. Con el fin de llenar aunque fuese en parte ese vacío, el ensayista y profesor universitario Leonardo Sarría llevó adelante esta investigación, que ha visto la luz bajo el título de La palabra y la llama. Poesía cubana de tema religioso en la Colonia. Como queda indicado, el autor se limitó al período comprendido desde los inicios de las letras cubanas hasta los años finales del siglo XIX. A lo largo de ese recorrido se detuvo en poemas de autores como José Jacinto Milanés, Plácido, Gertrudis Gómez de Avellaneda, Luisa Pérez de Zambrana, Julián del Casal y José Martí ofreció acertados comentarios sobre ellos y, por último, añadió sus conclusiones, en las cuales señaló la impronta predominante del catolicismo, pero también dirigió su mirada a otras formas de religiosidad que se hicieron presentes. Queda entonces este ensayo de Sarría como un aporte valioso que implica, además, una exhortación a continuar las investigaciones sobre el tema. (Jorge Domingo Cuadriello)
Los hermanos Camejo y Pepe Carril eran ya leyenda cuando en los años 80 estudiábamos teatro en el Instituto Superior de Arte (ISA). La historia de sus títeres legendarios para niños y adultos, borrados de la historia del teatro cubano, pese a su excelencia, nos llegaba a retazos, como fragmentos de comentarios dispersos e inquietantes. No hubo nunca una historia oficial, ni siquiera un relato académico de lo que realmente pasó con el Guiñol Nacional de Cuba. Al terminar de leer Mito, verdad y retablo. El guiñol de los hermanos Camejo y Pepe Carril, de Rubén Darío y Norge Espinoza (Ediciones Unión, 2012), tuve la certeza de que finalmente ese vacío cultural, político e histórico había dejado de ser.
El libro reconstruye la vida minuciosa del Guiñol Nacional de Cuba y de sus creadores. Paso a paso, asistimos, a través de su ágil escritura, a la evolución creciente de un lenguaje teatral único entre nosotros. Configura con precisión el repertorio olvidado, fragmentado del grupo y lo recoloca en el canon del mejor teatro de esta isla. Asistimos, fascinados y conmocionados, al resurgimiento de una obra que nunca se debió perder ni olvidar.
Hacia la segunda parte el libro cuenta cómo se destruyó todo. Antes de terminar, los autores nos reservan un giro extraordinario, traen de vuelta, de Nueva York, donde vivió, a Carucha Camejo, y la hacen subir a un escenario en Matanzas donde es homenajeada por ellos. Descubres entonces que no estás ante un libro más, su escritura es recuento de una acción profunda y coherente que supera la investigación al uso para intentar instaurar una herencia, una genealogía para el teatro actual en Cuba. Libro imprescindible para la teatrología y para la cultura cubana. (Carlos Celdrán)
Pocas veces se nos regala la oportunidad de leer un poemario tan impecable como Otro retorno al país natal, de Laura Ruiz Montes, donde cada verso, cada palabra se encuentra en armonía y originan en el lector una conexión inmediata tanto mental con su lenguaje, pulcro y certero, como emocional con los temas, de trascendencia universal.
Es justo ese equilibrio entre la brillantez intelectual e intensa pasión contenida, logrado y mantenido con maestría de poema en poema, el que hace que estos más que conmovedores nos resulten estremecedores.
Laura vuelve a demostrar su capacidad de apartarse —de crecerse— ante lo más doloroso, lo más terrible solo lo suficiente para poder hablar de ello, para hacer con ello literatura: un mínimo de frialdad, otro tanto de ironía y un enorme talento ligado a su innegable oficio: …belleza y veneno/ veneno y belleza./ Inseparables. (Ana Lidia Vega Serova)