La realidad es inexplicable y
fantástica a veces, como un sueño.
Celima Bernal
Dos historias increíbles es la nueva y feliz propuesta que Celima Bernal le regala a nuestros pequeños lectores: primerizos descifradores de futuros misterios. Un colorido diseño combinado con bellas ilustraciones, acordes al público al que va dirigido, acompaña a esta sugerencia literaria que nos llega bajo el sello de la Casa Editora Abril.
Provocados por esas sutiles encrucijadas, que existen siempre entre lo real y lo imaginado, y que se nos ofrecen desde el pórtico al primer cuento, nos hallaremos traspasando las estrechas fronteras que siempre se colocan frente a inexplicables acontecimientos.
Por ese mismo sendero pintoresco que atravesaremos sin darnos cuenta, encontraremos no pocas aventuras que se irán revelando apenas comencemos con la primera invitación: Vance y sus castillos de arena. El curioso niño Vance, protagonista de esta historia, descubrirá maravillado el porqué de los enigmáticos sucesos que tienen lugar en las fortalezas construidas por él afanosamente: aparecen siempre en ruinas al día siguiente. Por supuesto que la sabia lección está presente bajo cada línea, por lo que este relato es una excelente oportunidad para aprender acerca de la importancia de valores como la discreción y la generosidad, a la vez que se disfruta de la lectura.
Otro de los aciertos de este libro es el hecho de mantener lo impredecible como el hilo conductor que une a esta historia con la siguiente: Como un sueño. Así, la intención y el propósito comunicativo se deduce del contraste que se evidencia entre lo esperado y lo que realmente sucede, mecanismo que consigue atrapar de inmediato la atención del lector. Este segundo cuento, a la vez que propicia una cita con lo inverosímil, no desestima ocurrentes pinceladas de humor, las cuales se desprenden naturalmente del gracioso diálogo entre los personajes.
Digno de hacer resaltar es el constante juego con disímiles referencias literarias y artísticas. Con clásicos como Cervantes, Shakespeare, Tolstoi y Proust se abren asombrosas puertas que, motivadas por estas primeras indagaciones, conducirán, seguramente, a futuras promesas de lectura. No son solo esas las alusiones a referentes culturales que se aprecian en el texto, también se hallan entre las murmuraciones de los personajes urgentes llamadas para conocer acerca de protagonistas históricos, tales como Napoleón o María Antonieta, mientras que esculturas como el Apoxiómenos de Lisipo se encuentran adornando el espacio donde transcurren los acontecimientos de esta nueva narración.
De esta forma se va perfilando el universo de este relato que, como el anterior, se va tejiendo con un lenguaje directo, pero no por ello excesivamente sencillo ni rayano en facilismos lingüísticos. Estableciendo un diálogo eficaz y un discurso bien organizado, sin más pretensiones que la sana diversión, y sin olvidar el necesario aprendizaje a que debe conducir toda obra inteligente, esta propuesta no pierde jamás la frescura y la amenidad. Son precisamente ese dinamismo y esa franqueza los responsables de que se establezca una disfrutable complicidad entre el narrador y el lector, hecho en el que radica, indudablemente, uno de los mayores encantos de este libro.
Estas dos historias se nos descubren como celosas defensoras de un mundo otro. En él, un probable equívoco de la naturaleza puede persuadirnos de que siempre existirá un espacio de encuentro y reconciliación entre la ficción y la realidad, dos nociones que aquí se fusionan armónicamente. Con Dos historias increíbles asistimos nuevamente a la consolidación alcanzada por Celima Bernal como escritora de literatura infantil, voz imprescindible dentro del panorama actual cubano.
Estudiante de la Facultad de Artes y Letras de la Universidad de La Habana