Nuevos hallazgos fósiles podrían redimensionar la visión científica sobre la evolución anatómica y apariencia de los dinosaurios
En un día rutinario de trabajo en el corazón de la Patagonia, a poco más de mil kilómetros al sur de la Buenos Aires, un campesino de la localidad La Flecha se topó en el mes de febrero (según algunas fuentes) con una extraña protuberancia en el suelo. No tardó en percatarse de que era un hueso de enormes dimensiones, y de inmediato comunicó el hallazgo a las autoridades.
Al poco tiempo arribaron al área científicos del Museo de Paleontología Egidio Feruglio de Trelew, dirigido por los doctores José Luis Carballido y Diego Pol, quienes determinaron que se trataba posiblemente de «la criatura más grande que ha caminado sobre la Tierra».
También llegó al lugar un equipo de filmación de la Unidad de Historia Natural de la BBC para capturar la verdadera dimensión del descubrimiento.
El impresionante fémur permitió a los paleontólogos descifrar tanto el peso como las dimensiones del dinosaurio. En total fueron desenterrados 150 huesos de siete especímenes, los cuales —al decir de los científicos— se encontraban en una condición extraordinaria.
Con 20 metros de altura —de pie con el cuello extendido—, por 40 de extensión —de la cabeza a la punta de la cola—, el animal era tan alto como un edificio de siete pisos, y tan largo como un jet comercial.
Su peso de 77 toneladas equivale a 14 elefantes africanos en edad adulta, y —según refiere BBC Mundo— supera en siete toneladas al anterior ejemplar encontrado poseedor del récord del más pesado, el Argentinosaurus.
«Dado el tamaño de estos huesos, que superan a cualquiera de los animales gigantes conocidos previamente, el nuevo dinosaurio es el animal más grande conocido que caminó sobre la Tierra», afirmaron a la BBC el equipo de paleontólogos argentinos.
Los científicos creen que el hallazgo es una nueva especie del género de los titanosaurios, herbívoros de colosales dimensiones que vivieron durante el Cretácico Tardío, entre cien y 65 millones de años en el pasado.
Este ejemplar en particular—según estimó el equipo, en base a la edad de las rocas en las que se encontraron sus huesos— vivió en la Patagonia hace unos 95 millones de años.
El título de «dinosaurio más grande del mundo», que ahora se le adjudica a la nueva especie, siempre ha estado en disputa. El más fuerte candidato hasta ahora era el Argentinosaurus, un espécimen de la familia de los saurópodos que también fue descubierto en la Patagonia.
Sin embargo, la apreciación del peso y tamaño de estos animales prehistóricos resulta poco precisa debido a que los métodos para calcularlos están basados en esqueletos incompletos.
En el caso del Argentinosaurus, por ejemplo, sus medidas se estimaron por unos pocos huesos. Pero ahora, los paleontólogos poseen más de cien, por lo que pueden basar mejor sus cálculos.
En ese sentido, Paul Barrett, experto en dinosaurios del Museo de Historia Natural de Londres, confirmó que el ejemplar encontrado es «un bicho realmente grande».
No obstante —razona Barret— ya se han hallado en el pasado grandes huesos de muslos de saurópodo.
«Sin saber más sobre este reciente descubrimiento, es difícil estar seguro. Un problema en el momento de evaluar el peso tanto del Argentinosaurus como de este nuevo descubrimiento es que los dos están basados en muestras muy fragmentadas. Aún no se conoce un esqueleto completo, lo que hace que las proporciones del animal y su forma general sean solo conjeturas.
«Por otra parte —comentó el experto— existen varios métodos diferentes para calcular el peso de los dinosaurios (algunos basados en el volumen general, otros en varias mediciones de los huesos) y estos métodos no siempre están de acuerdo entre sí, lo que crea cierta incertidumbre.
«Sin embargo —añadió— es interesante escuchar que se ha descubierto otro enorme saurópodo, pero necesitaríamos mucho más material de estos animales de gran tamaño para determinar lo grande que realmente eran».
A pesar de sus enormes dimensiones, el dinosaurio aún no cuenta con un nombre. Va a ser bautizado «en base a su magnificencia y en honor a la región y a los propietarios de las granjas que nos alertaron sobre el descubrimiento», dijeron los investigadores José Luis Carballido y Diego Pol, del Museo de Paleontología Egidio Feruglio, a cargo de las excavaciones.
Un cruce entre avestruz y lagarto. Eso pareciera que es el Anzu Wyliei, más conocido como «el pollo del infierno», una especie de dinosaurio que vivió hace 66 millones de años, y que ahora fue identificada a partir de unos trozos de esqueletos hallados en Dakota del Norte y Dakota del Sur, Estados Unidos.
Los expertos aseguran que es el espécimen de mayor tamaño encontrado en América del Norte de un dinosaurio con características de ave.
Su nombre, Anzu, proviene de la mitología mesopotámica, y significa «pájaro-demonio».
El Anzu era del tamaño de un automóvil pequeño, tenía una cresta en su cráneo, un hocico afilado, enormes garras y sus extremidades superiores se encontraban cubiertas de plumas.
Hans Sues, del departamento de Paleobiología en el Museo Nacional de Historia Natural Smithsoniano, Washington, le dijo a la BBC tener indicios de que podía haber existido una criatura como esta desde antes del descubrimiento.
«Pero con el hallazgo de estos huesos logramos juntar el 80 por ciento de su esqueleto. Así podemos conocer al detalle la estructura ósea de este animal y sacar conclusiones sobre su biología», expresó Sues.
«Anzu es una criatura extraña dentro de los estándares de dinosaurios. Su cráneo es extraordinariamente alargado y tiene una cresta fina con un hocico y pico con bordes afilados. La comisura de su mandíbula tiene también una movilidad especial que podía ser utilizada para cortar vegetación y carne», detalló el especialista.
El dinosaurio pertenece al grupo Oviraptorosauria. Pero hasta ahora se creía que solo vivieron en regiones del actual continente asiático. Por ese motivo los huesos encontrados en Dakota del Norte y Dakota del Sur suponen la primera evidencia de peso que demuestra la presencia de los oviraptorosauros en América del Norte.
Pariente del reconocido Tiranosaurio Rex, el Qianzhousaurus sinesis fue un feroz carnívoro prehistórico de nueve metros de largo que vivió también en el Cretácico Tardío, hace unos 67 millones de años.
Según detalla la revista Nature Communications, el esqueleto del animal fue descubierto recientemente en China, durante la construcción de una carretera, e identificado y analizado por científicos de la Universidad de Edimburgo, en Escocia.
Steve Brusatte, uno de los investigadores que estudiaron sus restos, describió al carnívoro. «Tenía la mueca llena de dientes como la del T Rex, pero su hocico era más largo y delgado, con una fila de cuernos por encima. Puede parecer un poco cómico, pero debe haber sido tan mortífero como cualquier otro tiranosaurio, y quizá incluso más rápido y sigiloso», expresó.
«Pensamos que le hacía falta un apodo, y su largo hocico nos recordaba la nariz de Pinocho», manifestó el experto.
Al decir del científico, los dientes finos del Pinocho carnívoro sugieren que se alimentaba de animales más pequeños como lagartos y otros dinosaurios, preferiblemente con plumas.
Su hocico —describe Brusatte— era un 35 por ciento más largo si se compara con otros animales de su tamaño en la época.
«La imagen icónica de un tiranosaurio es la del T Rex, el más grande y malo de todos los dinosaurios. Pero este nuevo dinosaurio tenía un esqueleto más ligero. Quizá poseía una mordida más veloz y cazaba de otra manera. Es diferente a lo que pensamos como un tiranosaurio».