Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Conexión irrompible

Autor:

Lisandra Gómez Guerra

«Se cargan. Celulares. Lámparas. Tablet. Radio. Laptop… Se brinda un pedacito de luz». Y más que los trazos dispersos en un cartel colgado de una ventana, cada palabra brota como un bendito oasis en medio de las muchas angustias que estruja a todo el país por estos días.

Vuelve la solidaridad a salvarnos. Junto al accionar sin reparos del Partido, el Estado y el Gobierno cubanos, en cada esquina germina una expresión altruista de quien decide compartir lo poco que tiene con quienes más lo necesitan.

Están quienes desde el mismo día del apagón general han abierto sus casas porque residen en los circuitos protegidos, donde enfermos y acompañantes no han sentido las huellas de las fallas del Sistema Electroenergético Nacional, para guardar alimentos, enfriar un poco de agua, conocer las últimas noticias por la radio y televisión o, sencillamente, prestar el teléfono fijo para saber de familiares y amigos.

Se han sumado quienes con los llamados convertidores —equipos que no necesitan de combustible para generar un poco de energía— y apoyados en regletas, tomas y extensiones improvisadas devuelven a la vida a cuanta tecnología lo necesite. Sucede similar en centros de trabajo que por su objeto social no han detenido la marcha. Se han convertido en verdaderas casas comunales.

Y más que esos servicios que pudieran parecer no prescindibles, unos cuantos nuevos actores económicos han tocado las puertas de centros del sector de la salud y hogares de menores de edad sin amparo familiar. Sin costo alguno han entregado alimentos y otros productos, a fin de aliviar las no pocas tensiones.

Similar ha sucedido con entidades estatales. Con más de una alternativa han logrado elaborar alimentos diversos. Se expenden a precios inferiores y se acercan a las zonas, donde ha sido imposible sostener el servicio eléctrico por largos períodos de tiempo.

Han estado de pie hombres y mujeres casi sin pegar ojos durante horas para intentar dejar estos días oscuros en el pasado. Que se conviertan en otro fragmento de historia de una nación que sabe bien el significado del vocablo resistencia.

Han sido iniciativas nacidas, en su mayoría, de la espontaneidad, de esa condición innata de esta tierra de reinventarse, incluso en las condiciones más complejas. Tanto así, que bastó conocer que el fenómeno meteorológico Oscar se empeñó en noquear a parte de la región oriental de Cuba y ya se ha diseñado un grupo de acciones para disipar un tanto sus huellas negativas.

Abrazos y condolencias virtuales, organización de brigadas de linieros, grupos de jóvenes dispuestos a salir hasta las zonas más afectadas para levantar las casas devastadas, recogida de donativos de comida y cuánto producto sea de utilidad mueven el diarismo del otro pedazo de esta Isla que aun, prácticamente en penumbras, no pone rodillas en suelo y sale a ayudar, contribuir, para que sean cada vez menos los desamparados.

Una máxima que no entiende de falta de energía eléctrica, de limitación de productos necesarios para sobrevivir, de la fuerza de fenómenos meteorológicos… En eso no hay desconexión posible. Es, sin dudas, la conexión a la que nunca se podrá renunciar, aunque cueste encontrar la luz entre tanta oscuridad.

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