Cuando solo restan horas para el comienzo del curso escolar, la cobertura docente (histórico talón de Aquiles del sector educacional espirituano) mantiene desvelados a directivos, colectivos de las instituciones y familias.
Los números hablan por sí solos. Hay unas 1 730 necesidades de maestros que hoy solo pueden ser cubiertas por alternativas. Y aunque no es nada nuevo sí ubica a la provincia en una situación tensa, como se le calificó en el reciente chequeo de los preparativos para el curso lectivo, encabezado por la ministra de Educación, Naima Ariatne Trujillo Barreto.
Y no se exageró: que la cobertura docente se encuentre al 74,26 por ciento le saca el aliento hasta a los menos conocedores del tema. Mucho más cuando en la ruta cuantitativa se conoce que hoy, después de ubicar a egresados de las escuelas pedagógicas y la universidad, hay un déficit de 98 docentes en asignaturas como Matemática, Física y Español.
Los municipios más afectados son La Sierpe, Cabaiguán, Jatibonico y Sancti Spíritus, así como la Enseñanza Técnico-Profesional, la de mayor ausencia de profesores. Mas, el resto de los territorios no escapan de las presiones, porque una sola falta implica la búsqueda inmediata de un sustituto que asuma la impartición de los contenidos.
Por supuesto que la compleja situación de la cobertura docente no puede llevar a improvisación y chapucería. Las estrategias para revertir la falta de maestros en las aulas espirituanas precisan de control y rigurosidad en la selección del personal que asuma el reto, a fin de garantizar la calidad del proceso docente educativo.
Al respecto, la propia Ministra aclaró que la provincia cuenta con flexibilidades que benefician a los mejores profesionales. Por ejemplo, es posible efectuar pagos excepcionales por sobrecarga (con el presupuesto inejecutado por concepto de salario) a aquellos profesores que asuman más horas de clase de lo previsto.
De igual modo, sugirió buscar alternativas con profesores que ya no laboran en el sector y, tras un detallado análisis de cada alumno, acudir a los más preparados de los años finales en las escuelas pedagógicas, sin afectar sus procesos formativos.
También se abogó en el encuentro por incentivar a los educandos de la Universidad de Sancti Spíritus José Martí y sumar nuevos integrantes al contingente universitario Educando por amor, que coordina la Federación Estudiantil Universitaria. Existen muy buenas experiencias en ese sentido en el territorio, sobre todo en la enseñanza secundaria.
Cada una de esas modalidades para paliar la ausencia real de educadores tiene que ser prioridad en las instituciones educativas en cuanto a su preparación metodológica y el resto de las tareas que deberán protagonizar. Sobre todo en quienes llegan a las aulas por contratos por hora, ya que la aspiración del país no es solo impartir conocimientos, sino la formación integral del estudiantado, y se precisa de su acompañamiento en otros espacios; pero alternar la docencia con otras responsabilidades les impide a dichos profesionales, muchas veces, formar parte de esos complejos procesos.
La significativa ausencia de maestros —aunque se logre completar las vacantes con las diversas alternativas— genera que no se puedan suplir, durante la evolución del curso escolar, las ausencias repentinas que puedan aparecer, como licencias de maternidad o certificados médicos. Cuando ocurren situaciones como esas, es casi una quimera no perturbar el proceso de enseñanza durante varios días, porque no se contará con el personal necesario.
Si de mirar con luz larga se trata, el sector educacional espirituano visualiza otras sombras: pocas matrículas y escasos egresos de las especialidades pedagógicas, tanto en escuelas especializadas como en la educación superior, así como el éxodo de profesionales hacia otros escenarios laborales con menos exigencias y mejores pagos.
Que en Sancti Spíritus los maestros no alcancen delata a todas luces factores lacerantes del gremio, como incumplimiento por parte de los consejos de dirección en algunas instituciones de las flexibilidades aprobadas para el horario de los profesores y su preparación personal, y poco reconocimiento social y escaso respaldo de las familias de los estudiantes, verdaderos desafíos de la rama educacional que precisan ser revertidos para retener a quienes hoy aún apuestan por las tizas y el pizarrón, y seducir a quienes serán responsables de parte de la formación integral de otras generaciones.