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La bancarización: compleja, pero necesaria

Autor:

Edel Alejandro Sarduy Ponce

Durante los últimos meses se ha implementado en el país una iniciativa en busca de compatibilizar con el contexto global imperante, así como facilitar muchos trámites para la población: la bancarización. Pero, ¿cómo se asimila realmente este proceso? ¿Cuál es su definición y objetivos? ¿Qué métodos deben emplearse para su aplicación efectiva hacia el futuro?

Los trámites en el banco siempre han resultado bastante molestos. No obstante, uno en particular, la extracción de efectivo, muestra un matiz de incordia superior desde hace varias semanas, debido a la demora del proceso, la no disponibilidad de dinero o las averías en los cajeros automáticos.

Precisamente ahí es donde los términos comercio electrónico, plataformas digitales de pago y eliminación de  trámites en persona comienzan a adquirir una connotación mayor.

La llegada de Mibulevar.com, EnZona y Transfermóvil, por solo mencionar algunas aplicaciones de impacto en el modo de gestión de la sociedad cubana actual, han revolucionado las formas de concebir el comercio y el pago de diversas necesidades de manera virtual. Si bien su asimilación ha sido bastante positiva, aún queda un largo camino por recorrer en ese aspecto.

Han sido muchas las iniciativas y acciones para aumentar el empleo de dichas variantes: información en los medios de prensa, espacios promocionales en la televisión, hasta ferias tecnológicas en lugares céntricos con vista a vincular directamente a las personas con dicho proceso.

Sin embargo, aún existen interrogantes acerca del proceso y lo más llamativo: la gran cantidad de personas que todavía no optan por esa vía. ¿Por qué sucede esto?

No es una novedad la situación económica que atraviesa el país, y por tanto el problema asociado a infraestructura es una afectación innegable. Por otra parte, cabe destacar que aunque los dispositivos móviles se han convertido en una herramienta de nuestro día a día, existen personas sin la posibilidad de poseer uno, o en caso de tenerlo, no es apto para desenvolverse en el ámbito digital de forma eficiente. Además, hay que tener en cuenta el hecho de la existencia de muchos negocios o instituciones estatales aún sin la oferta de pago electrónico o mediante código QR.

No obstante, considero como obstáculo también el asociado a las brechas, no solo digitales, sino etarias y regionales al interior del país. La falta de una cultura, tanto de las personas como de algunas instituciones sobre el tema, imposibilitan su adecuada recepción. Informar es efectivo, sin embargo, ¿cuántos usuarios no conocen del tema, de la existencia de las plataformas, e incluso las poseen, pero no las emplean a
fondo, pues no se interesan por indagar en este asunto?

Las causas pueden ser variadas, pero es necesaria una cultura general en la sociedad, de que es posible el trámite digital, el pago electrónico, sus ventajas, el conocimiento del tema. Igualmente, urge fomentar la iniciativa propia del pueblo de buscar por su cuenta información para aprender a utilizar las pasarelas electrónicas y, en especial, para incorporar determinadas costumbres a la vida cotidiana.

Una comunicación constante es positiva, pero es oportuno focalizar el contenido en instrucciones más específicas, más técnicas: no informar de su existencia, sino demostrar cómo es posible usarlas. Ahí radica buena parte del éxito.

Sería bueno potenciar acciones específicas, como cursos de capacitación, para provincias y municipios apartados, y personas de la tercera edad o con alguna dificultad para acceder al servicio.

Como aseguran algunos lectores de este diario, el esfuerzo realizado hasta ahora ha sido positivo, y avanzar en la bancarización es correcto. Solo es necesario focalizar el contenido, crear costumbre… El proceso es complejo, con resultados visibles de manera paulatina, pero no imposible, y además es imprescindible con vistas a construir, paso a paso, un Gobierno electrónico más efectivo.

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