Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Tan cerca y tan lejos

Autor:

Lázaro Fariñas

Hace unos días publiqué un comentario en las páginas de Facebook y lo terminaba diciendo: «Siempre me voy en esta época para la costa del Golfo de la Florida, me alegro de que ahora me vaya para Varadero para hacerle honor a aquel eslogan de los 50: “Conozca a Cuba primero y al extranjero después”». Bueno, pues me fui una semana para Varadero y ya estoy de nuevo en la ciudad del odio, en el Miami revuelto y brutal.

Me fui con mi esposa al aeropuerto de Miami, nos montamos en el avión y cuando este despegó, solo hicieron falta 38 minutos y estábamos aterrizando en el aeropuerto Juan Gualberto Gómez de Varadero. Increíblemente, es el mismo tiempo que me paso para llegar al hospital donde tengo todos los médicos que me atienden aquí en Miami. Creo que la nave sube a los 20 000 pies, y está poco rato a esa altura, cuando ya empieza a bajar.

La verdad es que no salí ni una sola vez del hotel donde me hospedaba. El ambiente de este, al igual que la belleza de la playa, no dejaban deseos de buscar nada en otro lugar. La atención de los empleados cubanos de la instalación fue magnífica, la picardía y la cordialidad cubana estaban presentes en cada uno de ellos. En mi vida he viajado bastante, quizá hasta demasiado y sé lo que afirmo sobre esa picardía y cordialidad que me encontré en el hotel de Varadero.

Hablé hasta por los codos, ya que hice amistad con un heterogéneo grupo de turistas que se hospedaban allí. Hablé con rusos, argentinos, madrileños, canadienses, vascos y hasta con unos malayos que viven en Canadá y, por supuesto, con muchos cubanos que vacacionaban. Había centenares de cubanos, lo mismo de Pinar del Río que de La Habana o Villa Clara. Durante todas las noches que pasé allí el hotel tuvo una ocupación de alrededor de mil  huéspedes, lejos de los que se quedaban en el 2019, pero cifra no inapreciable. El turismo aumenta poco a poco, pero aumenta.

Al conversar con los turistas internacionales me di cuenta del nivel de desinformación que tenían en relación con la realidad de los cubanos.

A una familia de seis argentinos de Rosario les tuve que dar una rápida lección de historia sobre Cuba en tan solo 15 minutos que fue el tiempo que les pedí para explicarme al pedirme ellos que les detallara sobre Cuba ya que ellos venían con la idea de que se iban a encontrar soldados con armas largas patrullando las calles de La Habana y a los ciudadanos pidiendo limosnas para poder comer. Creo que logré alcanzar mi poder de síntesis para hacer el recuento. Ego aparte, después me adoraban los compatriotas del Che.

Una pareja de vascos, al preguntarle yo cómo veían a Cuba, me dijeron que destruida y que no había adelantado nada en los últimos 60 años. La verdad que ahí perdí un poco la tabla y les dije en un tono fuerte que no tenían ni la menor idea de lo que en Cuba ha ocurrido y que lo más probable era que ni tenían idea sobre la criminal política de Estados Unidos en contra del pueblo cubano, y mucho menos sobre el nivel de escolaridad de los ciudadanos, de la labor de los médicos cubanos dentro y fuera del país, ni el nivel de la ciencia en Cuba y cómo esos científicos habían creado varias vacunas contra la COVID-19.

Las conversaciones con diferentes matrimonios de jóvenes rusos fueron sumamente interesantes y las tuvimos que llevar en inglés, lengua esta que ellos dominaban lo suficiente como para establecer un diálogo. Con todos los que hablé estaban impresionados con la playa de Varadero. En fin, casi me convertí en un funcionario de relaciones públicas de Cuba.

Todo eso me llevó a pensar hasta dónde ha calado la propaganda contra Cuba, la cantidad de personas que hay en occidente que tienen envenenado el cerebro por los medios internacionales, los internautas de la morralla miamera y los distintos Gobiernos de EE. UU. que por decenas de años han gastado millones de dólares para satanizar a Cuba.

Me llevó a pensar cuánto bienestar llegaría a Cuba si Estados Unidos terminara de una vez y por todas esa política de ahogamiento contra un país pequeño que nunca les ha hecho daño, que está a solo minutos de sus costas y que en las últimas seis décadas ha estado tan cerca, pero tan lejos.

Todos sabemos que Cuba nunca le ha hecho daño a Estados Unidos, pero que Estados Unidos sí le ha hecho mucho daño al pueblo cubano con su criminal política que le ha resultado un total fracaso en su objetivo final de derrocar al Gobierno cubano y de liquidar la soberanía y la independencia de Cuba.

En fin, me sentí muy bien en este viaje a Varadero en el que disfruté de esa playa tan cristalina y bella, pero donde también pude defender a Cuba contra la desinformación y las mentiras.

 

(*) Periodista cubano radicado en Miami.

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