Leo se inventó un mundo propio, como una coraza. Su padre, envuelto en su honda tristeza, y su madre, fuera del hogar. Ninguno sospechaba lo que pasaba con el adolescente, que poco a poco se distanciaba de su vida normal para «robotizarse» a partir de ansiedades, depresión y angustias.
Siempre existe quien te pone en la mano lo que buscas. A veces, aunque no lo busques. Es quien te incita a esclavizarte a algo de lo que después, no podrás desprenderte tan fácil. Tal vez Leo pensaba que era quien mejor lo comprendía, porque le facilitaba aquello que le permitía «desconectar».
¿Ahora quieren preocuparse por mí? ¿Ahora les interesa saber cómo me siento y por qué consumo drogas? Ya es muy tarde... les dijo, mirándolos de frente, cuando regresaron de la estación de Policía.
No podían creer que su hijo hubiera vendido la ropa de su hermano recientemente fallecido y utilizara el dinero para comprar «vaya a saber qué cosa». Pero nunca es tarde, reflexionaron. Y quisieron dar el primer paso para el cambio.
La historia de Leo debe haber sensibilizado a más de un hogar. Es lo que ha sucedido con la teleserie Calendario, dirigida por Magda González Grau y con guion de Amilkar Salatti, aplaudida por el público y a la espera de la transmisión de la tercera temporada. ¿Cuántos como él no andan por ahí sin que sus familias les presten la especial atención que, a esas edades, es menester? He conocido a unos cuantos, lamentablemente.
«Las drogas para Leo fueron una fuga, una solución rápida. Yo creo que es muy importante que sucediera y sobre todo al personaje de Leonardo que buscaba tanto la perfección. No me gusta edulcorar las cosas, y creo que es bueno que el público vea que a la gente buena no siempre le pasan cosas buenas, y que pueden terminar muy mal o muy bien. Pero eso depende de nosotros, de cómo enfrentemos los problemas y de los caminos que decidamos transitar. Pareciera que Leo no tiene salida, pero siempre hay otra salida».
Fue este el criterio compartido del joven actor Yanm Calderín, quien encarnó el personaje del adolescente adicto, a raíz de una situación familiar que lo hizo sentirse culpable y desatendido por sus padres.
¿Consumir, realmente, podía ser la solución a su pesar? Claro que no. Más bien complejizó la situación. Pero es la manera de pensar de no pocos a su edad, cuando acuden al consumo de sustancias. Ya sean bebidas alcohólicas, o mariguana, o incluso cocaína... No valoran el daño que pueden ocasionarles a su organismo y, por consiguiente, a sus seres queridos. Quien lucra con este negocio, solo anhela sentir su bolsillo engrosado y deja a un lado la responsabilidad de proveer mal a seres inocentes.
Para evitar que otros Leo caigan en la dependencia a sustancias tóxicas, es preciso que nos «conectemos» todos con sus realidades y estemos atentos. Nuestros modelos de crianza, los niveles de comunicación que sostenemos y la información que recibimos en nuestros centros docentes debe estar a la par de nuestro deseo por mantener bien lejos ese cuadro insostenible de destrucción. Sí, porque la vida de quienes como Leo son vulnerables a las adicciones se destruye, y la de quienes lo rodean, también.
A propósito del Día Internacional contra el Tráfico Ilícito y Abuso de Drogas, cada 26 de junio, los llamados de los organismos internacionales deben encontrar eco en nuestra cotidianidad. Que la vida de Leo sea diferente.