Basta que el peligro mortal aceche a alguien para que acá se desencadene la audacia y el coraje de incontables prestos a salvarlo, aunque en el intento puedan perder la vida, una cualidad de amor por el prójimo desarrollada y enraizada a partir de aquel enero redentor.
Somos capaces de crecernos y salir adelante en los trances más difíciles como atestigua la historia, gracias a la inteligencia, la perseverancia y la convicción de la legitimidad de lo que hacemos y defendemos, una trilogía de bastión.
Los ejemplos que muestran esa cualidad resultan reiterativos entre nosotros y medio mundo conoce como la mano del bálsamo cubano lo ha ayudado a salir adelante ante desastres naturales o para potenciar en disímiles esferas sociales un mejor porvenir.
Ni los acérrimos enemigos de nuestro proyecto social la pueden borrar por completo más allá de sus manipulaciones, afincados en su poder para imponer la simple receta de que si pago mando.
El prestigio de Cuba queda claro, clarísimo, cuando el mundo condena en cada sesión anual de la Asamblea General de las Naciones Unidas el criminal bloqueo de Estados Unidos contra Cuba. Es, si cabe, la expresión más generalizada, por encima de ideologías, de legitimidad de nuestra verdad verdadera.
A generar ese respaldo ha contribuido, a no dudarlo, esa cualidad solidaria de los cubanos, presente donde quiera que se haya solicitado sin la mente puesta en buscar pesos, sino en brindar cooperación, aun a riesgo de perder la vida. ¡Sobran los ejemplos dignos!
En diversas geografías pobres y ¡hasta ricas! han estado, y están, luchando contra enfermedades mortales o, simplemente, llevando la salud a recónditos parajes; construyendo obras de diversos tipos, compartiendo conocimiento, instruyendo, asesorando proyectos, en fin, ayudando bajo el signo de la solidaridad.
Hay que reconocer que ese desprendimiento de Cuba ha mostrado en la práctica que es posible mantener relaciones respetuosas más allá de diferencias
ideológicas, porque en definitiva la diversidad es signo distintito de la naturaleza aun antes de que el mundo echara andar. Este deviene otro de los ejemplos que causan proverbial picazón a nuestros adversarios. ¿Vamos por la misma cuerda respetable? Claro que sí.
Por estos días se está paseando de nuevo esa virtud, más con hechos que con palabras, con las familias afectadas por las intensas lluvias y de nuevo vamos a crecernos y salir adelante, como siempre, de los trances difíciles.
Progresa la recuperación priorizando lo más vital de acuerdo con nuestros menguados recursos con la mayor agilidad posible y, en especial, concretando que nadie quedará desamparado.
De nuevo reconforta apreciar la cooperación internacional de países amigos e instituciones basadas en esa solidaridad que desde acá han contribuido los cubanos a enraizar guiados por aquella frase definitoria de Fidel: «No damos lo que nos sobra, sino compartimos lo que tenemos« ¿Habrá otra definición mejor que esa de la palabra solidaridad? ¡Imposible!