¿Está usted de acuerdo con el nuevo Código de las Familias? Esa es la pregunta que responderemos todos el domingo 25 de septiembre, entre las siete de la mañana y las seis de la tarde, inmersos en el referendo popular al que será sometida la importante norma jurídica. Es el momento en el que todos pensaremos en todos, en una sociedad más justa, más inclusiva y, principalmente, mejor pensada entre todos.
No sale de la nada este día. Ya se ha desarrollado un intenso proceso de consulta popular y hemos podido sumar nuestros criterios para concebir de manera conjunta lo que regirá, a partir de esa jornada, la dinámica jurídica de las familias cubanas.
Este Código, le recuerdo, es más sólido, más abarcador y, especialmente, más abierto. Son muchos los modelos de familia que se generan en el mundo, como diversos son los comportamientos de cada miembro y las interrelaciones que se establecen a nivel social.
Esta nueva normativa evalúa cada una de las posibles situaciones a las que podemos enfrentarnos y aporta las soluciones para ellas, desde el ámbito legal. Mucho se ha hablado en los espacios creados para ello de la manera en que se recoge en este texto la tutela urgente ante la discriminación y la violencia, la comprensión de las fuentes de la filiación y los tipos que generan, las normas de la responsabilidad parental y el matrimonio, las especificidades en lo referido a la autonomía progresiva y a la creación de una familia a partir de las técnicas de reproducción humana asistida y la atención a los sectores más vulnerables.
Se valoran más los derechos de las personas adultas mayores y de aquellos que poseen alguna discapacidad, se reconoce la figura del cuidador, se legisla lo relacionado con la herencia de toda persona y, sobre todo, se defiende el derecho de cada cual de escoger el camino a la felicidad que le place.
Es un Código de garantías, ¿no le parece? Revolucionario y auténtico, y eso es loable. Como lo es el hecho de que se haya contado con cada uno de nosotros para construirlo y, próximamente, para aprobarlo.
Siempre existirá quien no lo ratifique desde su individualidad, y también tiene todo el derecho a opinar y a defender su criterio. Pero como he escrito en este diario en otras ocasiones, opinar y discriminar son verbos totalmente diferentes. Usted puede no apropiarse de determinados conceptos y modos de vivir, pero no tiene por qué negarle ese derecho a quien lo desee.
Entonces lo convoco a usted, a su vecina, a su pariente más cercano y también al más lejano, a su amigo y a su enemigo… a todos, a ejercer su derecho ciudadano y participar en el referendo popular.
Expresará su posición con una cruz (X) y el nuevo Código se considerará aprobado finalmente si recibe más del 50 por ciento de los votos válidos depositados en las urnas.
Despiértese el venidero 25 de septiembre con una certeza rotunda: con su voto, decidirá una parte importante del futuro.