Con Luana ha sido distinto. Más paciencia, más conocimiento, más sensatez. Su salud en estos cinco meses de vida lo ratifican y el aumento de su peso, según lo establecido, lo evidencia. Y todos a su alrededor la apoyan.
Es el resultado de haber aprendido con la hija anterior sobre la importancia de la lactancia materna exclusiva en los primeros seis meses de vida de un bebé y complementarla después, sin retirarla, hasta los dos años. Es, además, el resultado de contar con una cadena efectiva de apoyo a esta práctica.
Pero usted también puede integrar esa cadena. ¿Se lo ha propuesto? En su rol de familiar, o compañero de trabajo, o jefe, o médico de familia, o enfermera de un hospital materno… desde cualquier «posición» puede participar, y sobre todo, proveer las condiciones necesarias para que la lactancia transcurra en un ambiente agradable.
En esta primera semana de agosto, como sucede desde 1992, se intensifican los mensajes en función de educar en torno al tema, y en esta ocasión, bajo el lema Impulsemos la lactancia materna, apoyando y educando, se realizarán talleres, encuentros con padres, intervenciones en las comunidades y las familias, además de una jornada prevista hasta septiembre de donación de leche materna, pensando en aquellas madres que, por alguna razón, no pueden lactar a sus hijos.
Lo preocupante es que en el encuentro efectuado con la prensa por parte de especialistas y directivos de Unicef, Ministerio de Salud Pública y otras instituciones, se revelaron resultados de la Encuesta de Indicadores Múltiples por Conglomerados de 2019, los cuales muestran que la lactancia exclusiva antes de los seis meses es del 40,9 por ciento, la iniciación en el primer día de nacimiento es del 92,5 por ciento y solo el 64,1 por ciento de los niños fueron amamantados por primera vez durante la primera hora después del nacimiento, tal y como recomienda la Organización Mundial de la Salud.
Otras estadísticas evidencian que la lactancia predominante hasta los seis meses es del 54,3 por ciento, que solo el 35,3 por ciento continúa hasta el primer año de edad y hasta los dos años, el 19,2 por ciento.
¿Qué ha fallado en esos casos en los cuales los porcentajes no pueden ser superiores? ¿Conocimientos o apoyo? Puede que ciertas urgencias, económicas en su mayoría, lleven a la madre a interrumpir el proceso, aun cuando la legislación cubana —por suerte— protege a la madre trabajadora para que pueda lactar. Pero, y me gustaría que se reflexionara al respecto, nada podrá sustituir el mejor alimento que un recién nacido puede recibir.
Por ello, la futura madre debe prepararse para realizar esta práctica vital de la manera adecuada, la familia debe favorecer el entorno saludable para eso y en la Atención Primaria de Salud debe encontrar las orientaciones oportunas y correctas.
En el hospital, luego de dar a luz, debe recibir las explicaciones necesarias por quienes están mejor capacitados. También por esa razón la experiencia con Luana ha sido mejor porque «aquella enfermera de mágicas manos descongestionó mis pechos y me enseño técnicas para lactar sin tanto dolor», lo que no sucedió cuando nació su primera hija en otro hospital.
Y reitero. En esa cadena efectiva de apoyo debe incluirse la propia madre, asumiéndose como la persona que puede ayudar a quienes, también madres, no pueden disfrutar del acto de darle de mamar a su bebé.
Ahí están los 14 bancos de leche humana, especializados en la ejecución de actividades de recolección de leche materna, además de su selección, clasificación, procesamiento, control de calidad, almacenaje y distribución bajo prescripción médica. ¿Cómo algunas madres podrán alimentar a sus hijos si otras no les ofrecen su apoyo?
Seamos todos, entonces, parte de esa cadena que de eslabón en eslabón se convierte en dar y recibir, disfrutar y compartir, alimentar y crecer… en definitiva, amar.
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