Si desde hace más de un siglo los cubanos proclamamos a Carlos Manuel de Céspedes como Padre de la Patria, la maternidad le corresponde a Mariana Grajales. Aquella gran mujer no trascendió solo por parir una camada de héroes.También porque los formó para luchar por la libertad de Cuba.
Hija de mulatos libres, nació en Santiago de Cuba el 12 de julio de 1815.Era pequeña cuando sus padres se radicaron en el poblado de El Cristo. Allí, por primera vez, vio maltratar a los esclavos y escuchó hablar de independencia. Eso motivó que comenzaran a manifestarse sus ansias de libertad.
Tenía 15 años cuando se casó con Fructuoso Regüeiferos.De esa unión nacieron Felipe, Justo, Manuel y Fermín. La vida conyugal duró poco tiempo, pues su esposo falleció a los siete años de casados. Sola y pobre, a cargo de la crianza de la prole, determinó regresar a El Cristo, junto a sus padres.
Años después inició una relación con Marcos Maceo.Ella y sus hijos se fueron a vivir con él en Majaguabo, cerca de San Luis. Allí nacieron Antonio, María Baldomera, José Marcelino, Rafael, Miguel, Julio, Dominga, José Tomás, Marcos y María Dolores, esta última fallecida al poco tiempo de nacer.
El 12 de octubre de 1868, Marcos supo del levantamiento de La Demajagua y decidió alzarse junto a sus hijos Antonio, José y Justo. Mariana les hizo decir: «Juramos libertar a la Patria o morir por ella». Luego exhortó al resto de la familia a imitarlos. Le dijo a Marcos, el más pequeño: «Y tú, empínate, que ya es hora de que pelees también por tu Patria».
Cuando los españoles quemaron su casa, cogió también rumbo al monte. Nadie la superaba en curar heridos. Tampoco toleraba lloriqueos. José Martí escribió que cuando en 1877 Antonio Maceo fue herido en combate, varias mujeres del hospital de campaña donde lo tendieron empezaron a llorar. Mariana les gritó: «¡Fuera faldas de aquí! ¡No aguanto lágrimas!».
En la historia de Cuba pocas mujeres sufrieron tanto como ella.En las guerras del siglo XIX perdió a su esposo y a la mayoría de sus hijos, quienes llegaron a ostentar diferentes grados militares. Unos cayeron en combate, otros fueron fusilados y hasta uno —Rafael— murió en prisión en la lejana Chafarinas, donde había sido deportado por los españoles.
De los 14 hijos, solo dos sobrevivieron a las guerras: José Tomás, fallecido en 1917; y María Dominga, de muerte natural, en 1940.Marcos, el padre de los Maceo, fue fusilado en San Agustín de Aguarás, el 14 de mayo de 1869. Antes de expirar pidió hacerle saber a Mariana que había cumplido con ella.
Después del Pacto del Zanjón, Mariana le ofreció su apoyo a su hijo Antonio en su viril Protesta de Baraguá. Pero, al entender que la lucha no tenía sentido en ese momento, viajó a la vecina Jamaica como exiliada junto a sus hijas Dominga y Baldomera y su nuera María Cabrales, esposa del Titán.
Mariana se convirtió en símbolo de la emigración independentista. Su casa devino centro de reuniones de los cubanos dignos.Allí la conoció Martí, ya muy anciana. El Apóstol fue testigo de cómo les contaba a sus descendientes las hazañas de sus cachorros en la manigua indómita.
Mariana Grajales murió en Jamaica el 27 de noviembre de 1893. «Es la mujer que más ha conmovido mi corazón», escribió de ella Martí.Al recibir la infausta noticia, su hijo Antonio, exiliado en Centroamérica mientras se alistaba para la Guerra Necesaria que arrancaría en 1895, escribió:
«Tres veces en mi angustiada vida de revolucionario he sufrido las más fuertes y tempestuosas emociones del dolor y tristeza que producen las desapariciones de seres tan amados como el que acabo de perder ahora en tierra extraña (…). Ella, la madre que acabo de perder, me honra con su memoria de virtuosa, y confirma y aumenta mi deber de combatir por el ideal que era el altar de su consagración divina en este mundo».