Nadie puede negar ese privilegio de vivir muchísimos años, genuina aspiración en el largo, creativo, contradictorio y tumultuoso andar desde que surgimos como especie en el continente africano. ¡Qué soberbia esa historia de supervivencia, a pesar de tantísimas piedras en el camino!
La perspicacia y perseverancia, génesis del desarrollo en todos los ámbitos de la sociedad, afianzó la existencia con la mejora de la alimentación, la higiene, tratamientos médicos, vacunas y, en especial, con el conocimiento al dedillo de las causas de enfermedades, sus maneras de transmisión y cómo tratarlas y prevenirlas.
Consecuentemente, la expectativa de vida ha llegado hasta más de 80 años, principalmente en países desarrollados, y no tanto en naciones de menores recursos para la atención médica, carentes incluso de tecnología de avanzada, y, para rematar, con precios de esos servicios que resultan impagables para inmensas mayorías.
En ese contexto Cuba está en similar situación a los países ricos: envejecimiento de la población y baja natalidad, dos aspectos que caracterizan nuestra dinámica demográfica.
A pesar de esa circunstancia, de vigencia nacional, desde hace muchos años Villa Clara exhibe la mayor expectativa de vida en el país, unida a la disminución del crecimiento natural, por debajo de las defunciones, más un elevado saldo migratorio.
En un reciente análisis sobre esa problemática en el Gobierno del territorio, se confirmó que incluso con un ligero incremento de la tasa de nacimientos en los cuatros primeros meses, 2021 terminó con poco más de 8 000 habitantes menos que en 2020, y hubo más defunciones que alumbramientos.
Otro componente negativo aparece en la reducción de la cantidad de hijos por mujer, lo que determina una menor probabilidad de que cada una de ellas al final de su vida fértil deje una hija al menos.
Para revertir esa tendencia hay variantes, como la atención especializada a parejas infértiles, brindar empleo y cursos de capacitación a madres de- socupadas y, de acuerdo con las posibilidades de cada localidad, aumentar las capacidades en círculos y casitas infantiles.
En esa complicada trama, según especialistas, impactan las situaciones económicas y de vivienda, sin excluir el patrón sociocultural arraigado de tener pocos hijos para darles «lo mejor que cada familia pueda», como consecuencia básicamente de particularidades sociales y económicas del país en cada momento, transmitido y aprendido generación tras generación, y que resulta difícil de revertir por su naturaleza multicausal y tiempo posible de cambio… Pero tampoco es imposible. ¿Estamos?
En cuanto al envejecimiento, ¡bienvenido sea! Porque, como ha enfatizado el Presidente de la República, es una conquista de la Revolución que se atiende para que transcurra con el mayor bienestar posible.
¡Sienta esa dicha que disfrutan más de un millón de cubanos de vivir muchísimos años con la mente clara y el entusiasmo porque no se fueron a destiempo!