Más allá de ganar o perder, de la rivalidad entre aquellos que pretenden acceder a lo mismo, la competencia genera ánimos de superación, creatividad y voluntad… de lograr mayor calidad, de dar lo mejor, de luchar y no descansar hasta conseguir el objetivo.
Sin embargo, pocos, poquísimos son los actores económicos que entran en el carril de competir con sus servicios en las noches, de ahí que el denominador común sea, en muchas ocasiones, el tedio y la obstinación de quienes renuncian al hogar, confiados en opciones que ni tan difíciles, y mucho menos imposibles, pueden existir en cualquiera de nuestros municipios.
Un parque medianamente iluminado con un silencio que hasta molesta, unidades de Comercio, Gastronomía y Servicios, y hasta UEB, de las calificadas como especiales, más otras instituciones de Cultura totalmente «apagadas», se repiten. En ese mismo escenario, como suerte divina, te topas con unos muchachos que con su bocina andante intentan disipar el aburrimiento, y a todos proponen «tremendas» letras de canciones, con un ritmo que hasta repites si te confías.
Al otro lado, una mesa, y encima una batidora que va a unos cables sacados de un sitio que mejor ni mencionar, con «piña colada» en las ofertas, por un «módico» valor de 200 pesos el vaso desechable, y si miras a la izquierda entre chupa-chupas a 80, sorbetos a 200, incluso la sugerente opción de una caja de bombones a 1 500, y cada uno a 35 en moneda nacional, hasta te quedas sin saber qué decidir, o simplemente no decides nada, salvo preguntarte por qué. Y no tanto por qué está esa mesa, la cual sinceramente hasta llegas a agradecer, pues aunque sea una vez puedes darte el «lujito», sino por qué no existen otras propuestas.
¿Qué pasa con el objeto social de entidades que deben prestar servicios a la población incluidos sábados, domingos, y sobre todo en las noches? ¿Dónde están los tantos graduados de bartender o barman, muchos emplantillados en esas propias unidades con puertas cerradas? Mas, no tanto para responder sino para reflexionar: ¿cuál es el plan económico de estas entidades, cómo se cumple, con qué satisfacción popular?
Sabemos de la COVID-19, la crisis, la MLC, el bloqueo, las carencias... Pero, ¿de dónde sacan las materias primas quienes, tal vez con un alto compromiso con su actividad, por cuenta propia —o por su propia cuenta—, no dejan noches vacías e intentan ofrecer servicios con variantes disímiles?
Desde 1978 apareció el Decreto Ley 14 del Consejo de Estado, el primero referente al régimen jurídico del trabajo por cuenta propia, pero no fue para dejar solo a este sector en la prestación de servicios, sin la menor competencia entre colegas, y menos para que ajusten precios según antojos, sin control alguno.
¿Qué puede significar dar riendas sueltas al modo de recreación de nuestros jóvenes? Es el tiempo de crear hábitos, de socializar, de decidir opciones, y formar una identidad hacia lo instructivo, lo bueno, lo bello. Y para todo objetivo están creadas las Comisiones de Recreación en los gobiernos locales, esos que están llamados a ganar en autonomía, solo falta que funcionen.
Entonces, habrá que gestionar desde cada pedacito cómo atraerlos con la cultura y las tradiciones, sin que sea la única respuesta, grupos de gran formato a plaza repleta, por 200 pesos la entrada, impagable para muchas familias.
¿Qué hacer para recrear a jóvenes y adolescentes? Ya la Semana de la Victoria fue una prueba fallida, pero el verano llega, y si esa interrogante se lanza en las escuelas nuestras, en los barrios, y hasta en ese parque hoy sin competencia alguna, tendrá réplicas para escoger.